Capítulo XXXIII. Junio 26.

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Hola otra vez querido diario... Es martes y el fin de semana la pasamos muy pero demasiado bien el fin de semana en la playa. Como te había dicho Adrián reservó una habitación en el hotel "El Palacio de Poseidón". ¡Diantres! Era de lo mejor pues al llegar por fuera, no era la gran cosa pero por dentro: ¡guau...! ¡Sin palabras! Entramos al looby y no lo podía creer.

Había una gran estatua de Poseidón color dorado en el centro de la estancia en medio de una fuente; ¡era imponente con su tridente! Los asientos tenían respaldar o mejor dicho, eran grandes conchas abiertas... las paredes estaban pintadas como si fuesen las paredes de una cueva submarina y hasta tenían un relieve... los marcos de las puertas eran arcos como de castillo pero pintados como si hubiesen estado bajo el mar al igual que el mostrador de la recepción.

Los empleados vestían túnicas como si fuesen griegos antiguos y sirvientes del dios del mar. En cuanto a las mujeres; se veían bellísimas usando un sostén formado por conchas cubriendo sus pechos quienes nos atendieron muy amablemente con una sonrisa y acompañadas por un hombre corpulento quien cargó nuestras maletas llevándonos al elevador pues nuestra habitación estaba en el cuarto piso y el empleado nos dio una tarjeta dándonos instrucciones de que con ella se abría la puerta en lugar de usar una llave, ¡esto estaba interesante!

Así pues, entramos a la habitación y una vez dentro llamé a má para informarle que ya habíamos llegado. Eran como las 11:30 a.m. y además quería saber de mi repollita la que dejé a su cuidado, ¡bah...! Extraño a mi hija. Una vez hablado con má, escuché a mi bebé hablando en su raro "idioma"; me llama "mimi" por decir mami y "yiyi" a su papá... Una vez terminado la llamada siento como Adrián pasa sus manos abrazándome por detrás manoseando mis pechos... y en medio de mis piernas tomándome por sorpresa... ¡esto me excitaba...!

-¡No se mueva, jovencita! Acabo de escapar de la cárcel y hace mucho... que no tengo a una mujer... -Me dijo él fingiendo una voz atemorizante.-

Luego yo fingiendo temor le digo:

-¡Ay...no! ¿Y qué piensa...hacer conmigo, malvado?

-Te violaré...hasta estar satisfecho... ¡Ja, ja, ja!

En eso me volteé para abrazarlo y besarlo pero cual fue mi sorpresa al ver que... ¡estaba desnudo! Y muy excitado...

Lo que sigue... no sé en qué momento sucedió pero...cuando me percaté; estaba desnuda frente a Adrián y... de rodillas haciéndole ... sexo oral... Perdóname querido diario...pues me siento apenada... y excitada al...contarte esto pero terminaré mi relato. Como te decía, no sé en qué momento me quité las ropas pero ya estaba desnuda y de rodillas haciéndole sexo oral como te dije. Podía ver su cara que parecía un demente al hacerle el sexo oral algo que me gustaba ver en él. Adrián acariciaba mi cabeza mientras sentía esa sensación... estaba yo tan excitada que... ¡Uf! Iba a explotar...

Diario De Una Monja.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora