En la mente de una ex

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Había llegado minutos antes a la reunión misteriosa que había organizado mi mejor amiga. Desde el principio no tenía muchas ganas de estar aquí, mi intuición de mujer me estaba pinchando la cabeza. Pero aquí estaba, mirando a las pocas personas que habían llegado. Fui en busca de mi amiga, ya comenzaba a molestarme los ojos de todos ellos en mi.

Finalmente le encontré y nos sentamos juntas, hablamos de cosas banales, mientras esperábamos a que todas las personas que ella invitó se encontrasen allí. En medio de nuestra conversación no tan interesante, le comenté que tenía la garganta seca, así que fui a su cocina por un poco de agua. En el momento que me dispuse a sentarme en mi lugar, miré hacia la puerta y en cuanto mis ojos se posaron en ese rostro tan conocido, quise que la tierra me tragase allí mismo.

Para completar el vaso de agua que tenía en la mano resbaló haciendo que se estrellara en el suelo. Todos clavaron su mirada en mí y en el desastre que había creado, todos, también mi ex. Sentí mis mejillas arder de vergüenza, cuando más quería parecer discreta y no hacer nada para que las personas ni siquiera notasen mi presencia, el destino me hacía una mala jugada.

Mi mejor amiga se levantó y me ayudó a limpiar los restos de vidrios que yacían en el suelo. Cuando la tuve por complemento a solas le exigí una explicación sobre la visita de dicha persona, su rostro palideció y allí me dio a entender que ella tampoco tenía idea de que hacía él aquí. Entre más murmullos en la cocina, ella se levantó un momento y echó un vistazo a donde se encontraba la multitud, me apretó el hombro diciéndome que debe ser el clásico de "Un amigo de su amigo del primo de su novio lo invitó" y yo me molesté, me moleste muchísimo.

Si no me hubiese importado la presencia de esa persona en este montón de gente desconocida para mí, yo no hubiera reaccionado de una manera tan patética. Estaba nerviosa y lo sabía, no era para nada bonito admitir que me sudaban las manos y que sentía mi cara arder como las llamas del infierno. Para mí alivio solo lo sabía yo, porque le había dicho a ella que todo estaba perfectamente bien, que no debía preocuparse porque no me importaba si alguien de mi pasado estaba justo aquí, en mi presente. Ella dudó unos segundos de mi, pero no le podía decir que estaba nerviosa, no quería, ni siquiera me gustaba admitirlo para mis adentros.

Era hora de salir de dicha cocina y sentarnos a donde estaban los demás, no sé en qué momento me di cuenta de que había estado aguantando la respiración, mis ojos estaban clavados en mis zapatos, solo eso quería ver, mis lindos zapatos, no los rostros de los demás y mucho menos el suyo. Mi amiga me estaba hablando y su voz se escuchaba lejos, distorsionándose a tal punto de escuchar mis pensamientos en voz alta, no escuchaba la música del lugar, no escuchaba las voces de las demás personas, nada, solo escuchaba los latidos de mi corazón a todo dar y mi voz narrando los hechos.

Me senté en donde había estado antes y no dudé en sacar el móvil para aparentar de que estaba haciendo algo súper importante y que estaba muy concentrada, quise fingir que estaba relajada, pero me sentía muy inquieta y tenía ganas de irme cuanto antes. La mano de mi amiga se agitó cerca de mi rostro y caí en la realidad, había mucho ruido, tanto que me sobresalté, todos estaban conversando y no se entendía completamente nada. Respiré hondo y le dije que debía irme, que no me sentía bien, ella por supuesto no se creyó que me dolía la cabeza, ella lo supo, supo que estaba nerviosa porque dicha persona se encontraba aquí. Y me sentí como una completa tonta, estaba rezando para que no fuese tan obvio que yo me estaba retorciendo de los nervios, estaba rezando porque nada más ella fuese la que se percató de mi absurdo comportamiento.

Decidí hacerme la loca, como si él nunca hubiese estado allí, reí con mis amigas, jugamos algunas cosas, y hablamos de otras, pero algo dentro de mí no dejaba que me concertase, algo me estaba molestando a tal punto de no poder divertirme como debía ser. Y solamente yo sabía la razón, era por él, porque desde que llegó no me quitaba el ojo de encima, aunque yo miraba algunas veces lo que estaban haciendo los demás disimuladamente, él se veía algo ansioso, o quizá eso me lo estaba imaginando yo. Cuando la partida terminó y obviamente yo perdí, decidí ir a la cocina por más bebidas para las chicas y para mí. Para mi sorpresa ya estaba una persona en la cocina y cuando se dio la vuelta, yo me quedé congelada.

Lo que escribo cuando estoy rotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora