"Somos cada uno de nosotros ángeles con una sola ala, y solo podemos volar abrazando uno al otro"
Kagami mantenía un caminar taciturno de vuelta a casa después de una jornada larga. Había salido de la universidad y sus amigos lo habían llevado casi a rastras al Karaoke que estaba en el centro, junto con algunas chicas de otra clase. Hicieron lo que cualquier chico de veintitrés hubiera hecho beber, jugar, cantar... Pero extrañamente ese día en particular él se sentía de pocas ganas y lo único que deseaba era llegar a su departamento y no saber nada del mundo.
Suspiró pesadamente al hallarse a dos cuadras del edificio, su aliento se convirtió en pequeñas nubecitas que se evaporaron en el aire y sacudió un poco sus pies cuando estos comenzaron a hundirse incómodamente en la gruesa nieve que cubría el suelo... Tendría que caminar rápido si no quería morir congelado cuando la ventisca se hiciera más fuerte antes de estar en la puerta del acogedor complejo. Anduvo un par de metros más, pensando en nada en particular, cuando un ruido ronco llamó su atención.
Se detuvo unos segundos mirando extrañado a todas partes, buscando la causa del extraño sonido... Solo nieve y nada más, los copos que caían con rapidez dificultaban su visión, haciendo casi imposible la simple acción de ver. Se encogió de hombros restando importancia, "seguramente un pobre gato o el crujir de alguna casa" pensó y siguió un poco más afanado, pero esta vez el ruido surgió de entre la nieve con más fuerza... sonaba a súplica ¿Un perro? Odiaba los perros, pero el hecho de verlo desamparado hizo que tuviera una pequeña excepción. Observó con más detenimiento todo a su alrededor, entonces notó un bulto encogiéndose debajo de la luz de un faro y frunció el ceño algo decidido.
-¿Hola? -Apretó un poco los mangas de su abrigo y se acercó precavido. -¿Perrito? -Trato de sonar agradable siguiendo con sus pasos vacilantes y una vez que pudo distinguir mejor el bulto que se retorcía en la nieve un color azul cielo llamó su atención. Definitivamente eso no podía ser un animal.
Una fuerte rafaga de viento se hizo presente, provocando que Kagami cubriera un poco su rostro. Notó por el rabillo del ojo, como de entre la nieve se estiraba una delgada y pálida mano en su dirección, entonces cuando el aire se calmó un poco, levantó la mirada y notó a un chico que acababa de desplomarse sin más entre el montón de grumos blancos. Abrió los ojos de par en par y sin pensarlo dos veces se quitó el gabán que lo protegía del frío, quedándose él en un simple suéter. Se acercó rápidamente al chico peli azul y sin prestarle mucha atención, lo envolvió en el abrigo cargándolo entre sus brazos, podía sentir su débil y entrecortada respiración chocando en su cuello, lo cual era buena señal, si de algo estaba seguro, era de que no estaba muerto, algo que agradeció enteramente.
Una vez en su departamento, dejó al chico cuidadosamente al lado de la calefacción y se apuró a ir a la cocina a calentar un poco de té que le había quedado de la mañana. Volvió al salón con algunas mantas y se tiró a su lado desenvolviéndolo del grueso abrigo... Notó entonces que su vestimenta no era más que unos jeans, una camisa sencilla y unas Vans color blanco, que fácilmente se confunden con la nieve. Aunque una mancha color rojo, algo borrosa se dejaba ver ubicada a la altura de su hombro perturbando el color limpio y claro de la camisa.
Miró su rostro cuidadosamente, notando en él algunos rasguños y moretones superficiales que habían empezado a formarse, igualmente en su cuello y parte de las manos y los brazos. Seguramente víctima de algún robo. Por último lo dejó boca abajo con un poco de dificultad, quería cerciorarse de que no tuviera más golpes u otro tipo de muestra de agresión, pero lo que se encontró era aún peor. Su camisa, a parte de estar manchada con una cantidad exagerada de sangre, también estaba rasgada del lado de su omóplato izquierdo.
ESTÁS LEYENDO
My angel / My Human (One-shot) ºSAGAº
FanfictionKagami Taiga, un muchacho quien creia que en el mundo se encontraba solo y sin amor. Kuroko Tetsuya, un ser divino que observaba desde lejos a su querido y preciado humano. UNA VENTISCA LO PUEDE CAM...