Capítulo 34

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En vísperas de fin de año Kuroo tuvo un mal despertar.

Había estado soñando de forma inquieta, sin poder despertarse voluntariamente aunque una parte de su cabeza quisiera salir de aquellos desasosegados escenarios que conjuraba su inconsciente. Se removía intranquilo entre las mantas, y sus brazos se extendieron para buscar de forma casi instintiva aquel calor que siempre lo calmaba. Pero sus manos no encontraron nada a lo que aferrarse. Abrió los ojos de golpe y descubrió la cama vacía a su lado. Aquello lo despabiló al instante.

—¿Kenma? —llamó incorporándose en la cama como un resorte.

No hubo respuesta. La habitación estaba en calma y no se escuchaban ruidos en el resto del departamento. El reloj en la mesita de noche marcaba las ocho de la mañana. Demasiado temprano.

—¿Kenma? —volvió a decir mientras apartaba las mantas de un manotazo y salía de la cama rápidamente.

El frío del suelo bajo sus pies desnudos lo trajo a la realidad de sopetón, dado que su mente seguía enredada en el último mal sueño que lo había agobiado hasta despertar. Suspiró con la mano en el pomo de la puerta de su habitación, despertando al todo. No pasaba nada, Kenma debía estar en el baño, o quizá había ido a la cocina por un vaso de agua. Era muy inusual que Kenma se despertara o levantara de la cama antes que Kuroo (prácticamente nunca lo hacía), pero tampoco era algo imposible de suceder. Una situación tan tonta y cotidiana no implicaba nada extraño. No obstante, su mente seguía un tanto hundida en aquellas recientes pesadillas en las que Kenma desaparecía, esfumándose como el humo.

Kuroo sacudió la cabeza para terminar de despejar sus ideas y salió al pasillo. Todo el departamento estaba en calma, no se oía nadie deambulando por el lugar. En ese momento se abrió la puerta de la habitación de Bokuto y por ella asomó Akaashi, restregándose los ojos con expresión muy pálida y soñolienta.

—Oh, lo siento si los desperté —se disculpó Kuroo.

—Descuida, no fuiste tú —repuso el otro chico mientras giraba la cabeza hacia la puerta del baño, que se encontraba entre abierta; no se veía nadie allí adentro.— ¿Bokuto-san está en tu habitación?

Bokuto solía dormir en el cuarto de Kuroo cuando estaba muy nervioso (es decir, cuando había quedado particularmente asustado por una película o serie de terror).

—No, sabe que tiene prohibido entrar a mi habitación si se queda Kenma —respondió Kuroo a su vez.— Además estás tú, no tenía razón para huir de su propio cuarto en mitad de la noche... a menos que hubiese una cucaracha, claro.

—Mmhh...

Al parecer ambos habían perdido a sus compañeros de cama misteriosamente. Mientras Akaashi salía en dirección al baño, Kuroo se dirigió hacia la cocina donde se quedó de piedra en la puerta. El abrupto resoplido de sorpresa que ahogó hizo que el otro chico se apresurara a acercarse.

—Kuroo-san, ¿qué...? —Akaashi llegó a su lado, quizá esperando ver a Bokuto asesinado por Kenma o algo por el estilo; pero el escenario era incluso más desastroso que un homicidio.— ¿Qué demonios pasó aquí?

Parecía que una bomba nuclear había caído en la cocina y estaba todo patas arriba, manchado, sucio, lleno de trastos y cazos hechos un asco. Unos ruidos en la entrada captaron su atención y ambos se giraron para ver entrar a Bokuto y Kenma en ese mismo instante. Traían unas bolsas y cuchicheaban algo mientras se sacaban los abrigos, hasta que repararon en los otros dos chicos recién despiertos, ambos cruzados de brazos y con expresiones muy serias.

—¡Juro solemnemente que nuestras intenciones eran buenas! —exclamó Bokuto tomando a Kenma por los hombros y poniéndolo delante suyo para usarlo de escudo.

El Club de los 5 - Haikyuu!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora