Todo lo que ha sido constante en mi cabeza por los últimos días ha sido él. Santiago y su ausencia. Me siento tan estúpida al pensar en él a cada segundo del día y que él, probablemente ni si quiera se acuerde de mi nombre.
Por supuesto que no lo hace, porque para él es como haberse echado una cascarita de fútbol con un amigo. Recuerdo cuando le pregunté si se molestaría si saliera con alguien más y el muy desgraciado se echó a reír.
-¿A qué se debe tan ridícula pregunta? – apostilló.
Jamás quedamos (“quedamos” de un pasado terminado y no “quedamos” de un futuro recurrente) para otra cosa que no fuera sexo. Aquella tarde de Enero, tras unos meses de haber comenzado a vernos le pedí que me regalara flores y me contestó que jamás le había regalado flores a una mujer y no iba a empezar conmigo.
-No digas cosas que quizá no cumplas –le espeté. Se carcajeó. Santiago puede desquiciarme si se lo propone -. Algún día escribiré un libro que se titulará “Del desamor y otros demonios” y créeme, te citaré en varias ocasiones.
-Lo dudo- contestó casi de inmediato, tú ni siquiera estás enamorada de mí. Además ¿para qué quieres unas flores? Ya te he regalado libros, discos, ¿de qué te servirán unas flores?
-Oye, el novio de una compañera le envió unas al trabajo.
-Oye, yo no soy tu novio.
Eso terminó por hacerme reír. Esa conversación no iba para ningún lado y caminar sin dirección es casi tan inútil como no caminar.
-Está bien. Olvídalo. ¿Quieres hacer el amor de nuevo?
Santiago jaló su reloj que descansaba en el tocador a un costado de la cama.
-No gracias, nena. Ya es tarde. Vamos a bañarnos. Si queremos que nos den permiso de salir a jugar de nuevo, hay que llegar temprano.
Pero ahora en el presente eso ya no existía. Había existido, pero ya no. Abrí la puerta de mi departamento. Sólo eramos mis recuerdos, yo, y esa sensación de no tener las cosas claras.
Recordé lo que de verdad había escrito en ese mensaje de texto:
Supongo que esto tarde o temprano sucedería. ¿Te aburriste ya? ¿Hay algo que pueda hacer? Santy, siempre quise algo más de ti. No sabes la envidia que le tengo a tu mujer por tener un hombre como tú a su lado. Sí, porque después de algunos acostones, me di cuenta que sí había cariño. Sé que para ti esto es un juego, un pasatiempo… pero si tú me dieras la oportunidad, yo sería capaz de enamorarte. Sólo déjame estar un poco más en tu vida, yo sé que puedes llegar a…
Usé la tecla back de mi iphone y sólo escribí:
Sí, no te preocupes. Yo por mi parte me comprometo a no buscarte.
Hoy se me olvidó el móvil todo en día en casa, no creo que llame. Han pasado ya varios días y lo único que hay entre los dos es silencio; amplio y marcado silencio.
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El Diario de Ana Rebeca: Del desamor y otros demonios.
RomanceRebeca tiene mucho qué contar y nadie a quién decirlo. La novela está en proceso de creación, los capítulos no están en orden y cualquier sugerencia será bienvenida. Gracias!!