Capítulo 4 (parte II)

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Mel POV'S  

9:43 p.m

Puedo decir que a la hora de vestir, tengo algo de gusto. No me malinterpreten, no sigo cada una de las modas anuales sobre estética idiota: camisas estampadas, vaqueros en forma de campana, turbantes para sujetar tu pelo o cejas tatuadas. Prefiero combinar cosas de aquí y allá, pretender que el desaliño es arreglado y que con poco maquillaje mi cara luce aceptable. Ir de compras no es una de mis prioridades, pero suelo hacerlo cuando necesito algo de autoconfianza y en solitario. 

Siempre en solitario. Esto es que soy bastante despreocupada sobre mi imagen, porque cada día y según mi estado de ánimo llevo un tipo de ropa. Mi armario es un terrible desastre por lo mismo, aparte de que nunca encuentro nada para ponerme cuando lo necesito, cuelgan todo tipo de prendas pasando desde camisetas y pantalones anchos, a lentejuelas, faldas largas y ropa deportiva para ir al gimnasio y estar por casa.

El truco es solo ir cómoda y sentirse elegante. Por lo menos pretender que lo eres y creértelo. O eso es lo que sigo diciéndome cuando Ash me envía una foto de ella posando con un atuendo increíblemente sexy. Su vestido verde es de tirantes, la falda de vuelo de seda le llega a la mitad del muslo. Ella se ve bastante radiante, además se ha alisado el pelo rubio. No necesito ser adivina para saber que todos los chicos del club van a tener sus ojos puestos en ella. Llamaría la atención en cualquier sitio en realidad.

Yo en cambio, me decido por unos jeans gastados y una blusa roja de gasa. Para mis pies, algo ligero como unas sandalias. Cuando Ash me ve llegar al local se acerca entre la multitud antes si quiera de que la haya reconocido. Coge mi mano y la sigo, esquivamos a infinidad de parejas en la pista de baile y nos sentamos en unos de los sofás mullidos de los laterales. Por primera vez me fijo en el tipo de lugar que estamos. Es un bar de copas sí, pero no hay tantas luces parpadeantes como los que solemos frecuentar. Las luces están altas, ligeras y permiten ver con bastante claridad las instalaciones. La música si está controlada por un DJ, cuya cabina se encuentra a unos metros de donde estamos sentadas. Los asientos son sofás y cojines negros de terciopelo, adornados por finas cortinas blancas con flecos que caen alrededor. La pista de baile es enorme, y está llena de personas, al igual que la barra frontal donde un par de camareros ponen bebidas a los clientes agolpados alrededor.

No fue fácil encontrar este sitio ya que esta parte de la ciudad no era de las que más visitaba, mi apartamento estaba casi en el centro de Manhattan. Ella me envió la ubicación a través del móvil y la seguí con el GPS del iPhone, prefiriendo coger el metro en vez de meter a mi coche en mitad del tráfico esta noche.

No era sencillo hacerse oír por encima de la música disco del bar, pero lo intento:

-¿Dónde está tu bebida?

Ash está concentrada en su teléfono móvil, así que no me escucha.

-¡Ashley!- Empujo su hombro.

Ella parpadea, un poco conmocionada al principio, después me mira sonriendo.

-Tómalo con calma, Mel, acabamos de llegar. La noche es joven.

Pongo los ojos en blanco. Eso es tan cliché.

Ella siempre que llega a un bar lo primero que hace es ordenar dos rondas de chupitos y Whisky con canela –no me pregunten como es capaz de beberse esa clase de mezcla sin tener que vomitarlo después-, por lo general, ella bebe por mi todo el rato y es la que tiene la mayor diversión. Yo lo que hago es cuidar de su culo, porque no soporto el efecto de la bebida en mí. Eso y que... evito cualquier tipo de cosa que pueda perjudicarme aún más de lo que ya estoy; ya sea bebida, estupefacientes, peleas o chicos.

InsaciableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora