Comienzos

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—¡Alguien atrape a esos diablillos! — exclamó el tío de Annette mientras tres pequeñas cabecitas escapaban luego de haberse robado algunas galletas de la mesa de dulces.

— No tiene caso, Alan — respondió la madre de Andrés levantando bandera blanca.

Era el cumpleaños número 7 de Annette, y para celebrarlo, sus padres habían organizado una gran fiesta con temática de Unicornio; toda la casa estaba decorada con globos y adornos de tonos pasteles donde predominaba el rosa (su favorito) y había uno que otro unicornio de peluche gigante por ahí, eso sin mencionar el castillo inflable, el trampolín y la piscina que para ésta ocasión había sido decorada (por capricho de la niña por supuesto) con unos cuantos juguetes de hule, salvavidas y unos globos con helio a los costados, aunque la atención de los invitaditos se centraba en la enorme mesa de dulces donde había todo tipo de postres de tamaño individual acorde a la temática y descansaba un ostentoso pastel de 3 pisos decorado con figurines de fondant y brillantina comestible... todo esto para que al final la cumpleañera decidiera esconderse debajo de su ''casita del árbol'' (donde bien podría vivir una pareja recién casada) con sus dos mejores amigos de todo el mundo, pero la nena estaba feliz y eso es lo importante.

—¿No podías pedir galletas normales? — dijo el niño de ojos azules al tiempo que miraba con extrañeza la galleta en forma de flor que tenía en la mano

—¿De qué hablas? — respondió la cumpleañera mientras masticaba su bocadillo.

—No hables con la boca llena o tu mamá te regañará de nuevo— advirtió su mejor amiga mientras tapaba con su manita la boca de su amiga. Mónica no quería que le gritaran otra vez.

—Ella no tiene modales— burló el varón, mientras apuntaba con su dedito.

—Al menos no me hago pipí en la cama— acusó la niña sacudiendo algunas migas de su colorido Tutú

—Fue una sola vez y fue porque tenía una pesadilla.

—¡Andrés se hace pipí en la cama!, ¡Andrés se hace pipí en la cama! — continuó la pequeña unicornia.

El pequeño Andrés sólo acertó a sacarle la lengua, Mónica por su parte le pareció bien comer otra galleta para contemplar la pelea que se avecinaba; Annette, por otro lado, contraatacó sacando su lengua también. Así inició una guerra de muecas, y quién hiciera la última sería el ganador.

—¡Annette!

La voz enojada de su madre dejó helada a la pequeña cumpleañera y a sus dos amigos, era la señal contundente de que la guerra había terminado y por respeto a la soldadita caída no habría un ganador. Annette tragó saliva y acomodó su tocado de orejitas y cuerno, mientras se levantaba, Mónica le quitó velozmente un trocito de galleta que tenía en su cabello castaño rojizo y Andrés susurraba un ''Lo siento'', acto seguido, la pobre iba Annette caminando hacía su madre con paso rígido y cabeza gacha.

—¿Qué te he dicho de estar haciendo muecas! — masculló Camile entre dientes tomando con rudeza el brazo de la niña

—Que me saldrán arrugas...— contestó la infanta, reprimiendo un chillido de dolor

—¿Y qué más? — apretó con más fuerza, clavando aún más sus uñas. Lo cual proclamaría una semana de mangas largas en el guardarropa de la pequeña

—Que soy una damita y las damitas no hacen muecas— y son además muy aburridas.

—La próxima vez no te lo diré yo, sino la hebilla de los cinturones de tu papá— sentenció su mamá soltando con violencia su brazo. Se volvió y dio dos pasos, cuando algo la detuvo— ¡Ah! Y deja de hablar con la boca llena.

Dicho esto, se fue a socializar con los padres de los invitados. A la pobre Annette no le quedó más remedio que agachar la cabeza y volver con donde estaban sus amigos esperándola. Sandy, quién había sido la empleada doméstica de los Montgomery durante años y a quién le irritaba enormemente lo severa que podía ser Camile con la pequeña Ann, estaba observando todo en silencio como la mayoría de las veces; pero se dolió tanto al ver la expresión de tristeza de la chiquilla que se acercó a ella para tratar de alegrarla.

—¡Annette! — la llamó con voz dulce.

La niña se detuvo y levantó su cabecita.

—Feliz Cumpleaños, mi Niña — dijo poniéndose a su altura y entregándole una pequeña cajita de color fucsia

Los ojitos marrones de la niña se iluminaron y le dio un gran abrazo a Sandy, quien lo recibió con calidez.

—Gracias, Sandy.

—Ahora anda, disfruta tu fiesta— animó con una sonrisa genuina en su rostro.

La niña corrió alegre hacia sus amigos, quienes al verla feliz sonrieron de inmediato y se levantaron como dos resortitos.

—Lamento que te regañaran por mi culpa, Ann— dijo Andrés haciendo un puchero involuntario, a lo cual Annette solo le dio una sonrisa para hacerle saber que todo estaba bien.

—¿Qué te dio la Señorita Sandy? — preguntó una curiosa Mónica.

—No lo sé, no me dijo— respondió Annette— pero tiene una nota dice: p-para los tres... mas-que... teros, mosqueteros — leyó con dificultad.

—¡Pues ábrela! — pidió Andrés.

La pequeña abrió su pequeña cajita con mucho cuidado y al ver lo que había adentro se emocionó mucho, eran tres medallitas de plata en forma de escudo con espadas cruzadas, cada una tenía el nombre de cada uno y un grabado diferente: La de Annette tenía pequeños unicornios por todas partes y en medio de las espadas tenía un pequeño unicornio blanco, la de Mónica tenía unos pequeños angelitos y algunas estrellas, y en medio de las espadas tenía una pequeña aureola dorada; por su parte, la de Andrés tenía algunos cohetes y en medio de las espadas tenía una pequeña cabeza de León, ya que Sandy sabía que él amaba los animales. Todas tenían un pedacito y juntas formaban una frase, cada uno tomó su medallita y luego las juntaron sus medallitas para poder leer el mensaje.

Annette fue la primera en leer la inscripción de su plaquita:

—Mmm... me-mejores...

—Amigos... — continuó Andrés haciendo una pequeña acentuación en la ''o''

—Por siempre. — finalizó la pequeña Mónica, leyendo con perfecta fluidez.

Los tres se miraron con una sonrisa gigante en sus caritas y se pusieron sus medallas con la cabeza en alto, tomándolas como una promesa... una que quedaría en el olvido.

MetamorfosisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora