No correspondido

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Jotaro no era especialmente amoroso, ni siquiera alguien cálido, siempre tenía esa modalidad fría y cortante y la cara de pocos amigos que, al menos para él, era algo completamente normal. Sin embargo, a pesar de no tener aparentes sentimientos o emociones, el pelinegro sentía la horrible y muy profunda necesidad de estar cerca de su amigo y compañero de clase (cerca de una manera no sólo amistosa), Kakyoin, quien le provocaba sentimientos que una persona normal encontraba maravillosos... pero Jotaro no, él se sentía como si muriera lentamente por el simple hecho de no ser un amor correspondido y lo sabía, lo tenía muy claro, se podía notar a leguas que eran únicamente amigos, aunque eso no evitaba que siguiera teniendo aquellos sentimientos y, sobre todo, pensamientos sobre su amigo además de una pequeña esperanza que no quería aceptar. No es como si pensara que era el único que pasaba por una decepción amorosa, pero se trataba de él, el chico de 1.95 de altura al que parecía no importarle nada, tenía todas las cualidades de un rebelde y eso era lo que no lo dejaba ser el enamorado de su pelirrojo compañero, además de ser un chico, claro, porque Kakyoin era tan famoso con las chicas como el mismo, sólo que el menor (al menos en estatura) si las tomaba en cuenta y las trataba de maravilla y lo peor, una de ellas estaba rondándolo para convertirse en su pareja. El chico le pedía consejos al mayor sobre chicas, todo el tiempo porque siempre le veía rodeado de ellas, pero al pelinegro no le importaban en lo más mínimo, sólo que el otro no sabía eso.

Un día estaban hablando en la azotea escolar, justamente de chicas, como usualmente lo hacen dos amigos. La cercanía era mucha, hasta tentativa, pero Jotaro no quería dar un paso en falso así que primero tomó la decisión de confesársele a su "amigo". Sólo bastaron unas palabras por parte del otro para que desistiera por completo de esa tonta idea.

"Se me declaró hoy..." una sonrisa salió del pelirrojo, no pintaba buenas noticias para el pelinegro. "Ya somos pareja." Y como si fuera algo normal de escuchar, el mayor volteó a verlo con la mirada de siempre, pero esbozando una ligera sonrisa "Felicidades." Sólo pudo decir con su usual tono frío, aparentando que por dentro no se había roto nada en su interior.

UnrequitedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora