Incontables gotas de agua caían precipitadamente a la tierra, cada vez con más y más fuerza, humedeciéndola.
¿Quién hizo llorar así al cielo? ¿Quién fue el culpable?
Hiruzen salió apresurado de la oficina del Hogake hacia la entrada de las propiedades de la familia Uchiha en lo que supo la noticia. Al llegar pudo visualizar a un pequeño niño de cabello azabache llorando sin consuelo en medio de aquella solitaria entrada. El niño y el cielo lloraban en conjunto, la verdad es que el cielo parecía comprender aquel dolor que estaba atravesando, sus dolores se mezclaban en uno... Las lágrimas del pequeño se combinaban con el agua haciéndolas desaparecer por breves instantes, pero el dolor no se iba. No iba a ser fácil borrar aquellas marcas tan profundas que esa desgarradora partida dejó grabada en su corazón.
El dolor seguiría allí... ¿Podría ser capaz de superarlo algún día?
El pequeño se levantó como pudo adentrándose al interior de la casa... Hiruzen le siguió, y le consiguió frente a la silueta de los cuerpos de sus padres. Aún había sangre en el suelo, el corazón de Hiruzen se achicó al ver la escena. Aquel pequeño no hacía más que llorar en el frío y mojado suelo, donde tal acto despiadado se llevo a cabo.
Dio un par de pasos hacia él, su mano temblorosa intentó tocarlo para darle algún tipo de consuelo, pero en ese instante sus rodillas se doblaron haciéndolo caer al suelo.No podía darle consuelo alguno. En ese momento se dio cuenta que las palabras no serían de mucha ayuda... ¿Qué le diría?
Se quitó el sombrero que por costumbre llevaba siempre en su cabeza, mirando con tristeza la soledad y la tristeza que le invadían, aquellas que le hundirían fácilmente dentro de una profunda oscuridad.
No podía decirle nada que le hiciera sentir mejor... Y es que tampoco podía decirle mucho, le juró al hermano mayor del pequeño que le protegería sin importar el riesgo, y no le diría la verdad de lo que recién acababa de acontecer. Para que la imagen que tenía el pequeño de su familia no fuese pisoteada por él mismo.
A pesar que fue ese hermano el culpable de la desgracia del pequeño, las muertes que sin dudarlo aceptó llevar consigo y el odio de todas aquellas personas que blasfemarían en su contra... Le suplicó a Hiruzen con todo su ser, que le cuidase, y que mantuviera en alto el honorable apellido de aquella familia, que los vengara... Que Danzou no le hiciera daño.
Aquel anciano cerró sus ojos a la vez que sentía como un nudo en su garganta se iba formando, al no poder decir nada, sin poder decir la verdad de aquel acto tan injusto y cruel por parte de ese joven que desertaba de la aldea... ¿Podría su corazón llevar todo ese peso?