Ignoti: Fanfic MJ

Prólogo

"Hay personas que son como la Luna; siempre tienen un lado oscuro que no muestran a nadie".

-M. Twain.

Era una noche fría, pasada de las doce. Una niña de apenas once años corría para huir de dos hombres que la estaban siguiendo. La niña salió a la calle para conseguir bebidas alcohólicas para su padre, si no conseguía la menos una, sabía lo que le esperaría llegando a casa. Pero para su mala suerte, ésto tuvo que sucederle:

Llevaba varías cuadras buscando una tienda que estuviera abierta, cuando se dio cuenta dos hombres comenzaron a seguirla mientras le decían cosas sucias. Decidió correr lo más rápido que pudo, pero fue inútil, terminaron acorralando a la pequeña en un callejón.

-¡Ven aquí, preciosa! -decía un hombre de piel blanca, altura media.

-Sólo queremos divertirnos un rato contigo-dijo el otro como si no fuera a hacerle nada.

- ¡Por favor, déjenme en paz! -decía lo pobre niña llorando.

- ¡Vamos linda, solo serán unos minutos! -dijo el de piel blanca mientra se bajaba la bragueta

-Que lindo cabello tienes -decía el otro tipo, de piel más oscura, mientras acaricia su cabellera-, tan rubia.

-Eres demasiado linda como para andar sola en estas calles.

-Juega con nosotros -el hombre de piel ligeramente más oscura toma su débil y frágil brazo.

-¡Suélteme! -intenta zafarse, pero no puede.

- ¡Quieta! -le da una bofetada para que dejara de moverse- Sólo será un buen rato.

Ambos rieron de una forma satisfactoria. Como era de noche la gente ya no se presenciaba, sabían que esas calles eran más peligrosas conforme más alta la hora (nada fuera de lo normal como en cada calle). No tenía a quién pedirle auxilio, era su perdición. Los dos hombres la voltearon, poniéndola de frente contra la pared, levantaron su vestido dejando ver su ropa íntima que terminó en el suelo. Tocaron su pecho poco desarrollado, pasaron sus manos por todo su pequeño cuerpo y después, con fuerza la penetraron sin piedad, con fuerza.

-¡Basta, me duele mucho! -dijo la pobre niña llorando.

- Descuida...-decía uno de los hombres, distraído por el acto de violación sexual que cometía- Esto no dolerá después de unas cuantas veces... ¡Te gustará! ¡Créeme!

- ¡No, ya, por favor! -Pateando como loca, gritando y llorando con fuerza.

- ¡Ya, es suficiente! -dijo el hombre de piel blanca- Es mi turno -el otro se quita y él la penetra ahora. La pobre niña no podía hacer nada.

- ¡Auxilio! ¡Ayúdenme por favor! -seguía pateando, pero éstos le impedían moverse.

- Sigue gritando -dijo uno de ellos, excitado-. Mientra más lo hagas, más tiempo te quedarás con nosotros

-¡No! -gritó asustada, estaba dolorida, la sangre recorría sus piernas- ¡Ya déjenme! ¡¡Ya!!

Pasó un año después de aquel suceso, la pequeña de doce años no iba a la escuela, apenas iniciaba su etapa de adolescente, y eso no era el comienzo de sus problemas puesto que sus padres no eran los mejores del mundo. Su padre era alcohólico, fue asesinado hace poco, un mes tal vez, era adicto a las apuestas, perdió en una, y como no pudo pagar su deuda, una mañana, mientras la niña salía, encontró el cuerpo de su padre en la entrada. Poco antes de que la criatura cumpliera trece, tuvo otra perdida: su madre se había suicidado, colgándose con un cable en la cocina... Pobre niña, tener que llegar de comprar comida para ambas y al regresar, ver a su madre muerta. Y unas semanas después, la niña fue llevada a un orfanato, donde estuvo ahí sólo hasta sus quince años. Después huyó de ahí. Pasaba los días en las calles, sola, sin nada que comer, hasta que un día alguien se fijó en ella.

-Estás sola -dijo una señora de vestido sumamente corto, unos tacones altos, maquillaje un poco excesivo, parecía tener cuarenta años. Fumaba un cigarro, la niña sólo la observa-. Yo puedo darte un lugar donde vivir -tira su cigarro y lo pisa con sus largos y un poco desgastados tacones rojos, se da la vuelta y comienza a caminar- ¿No vienes? -la niña se levantó y corrió hacía ella, la señora se quitó su abrigo y con él envolvió a la niña que moría de frío. Había sido un invierno muy intenso.