Ella siempre fue hermosa, con su cabello rojo creando un contraste maravilloso con aquel par de ojos azules, dignos de la primogénita de Deméter. Pero hablando de su actitud, ese era más horrible que el de las mismas arpías, y no era para menos, ser raptada en contra de su voluntad, llevada al más inhóspito lugar, procurar llevar las almas de punta a punta, lidiar con los cambios de humor de un esposo hostil, serio y frío, habían más razones para asesinar hasta a una flor.
El tiempo transcurrió tan lento en su cárcel carmesí cuando escuchó los rumores provenientes de las ninfas oscuras, esos rumores aludían a la noticia de que su esposo escondía a alguien en el jardín donde descansaban los gemelos, quiso asegurarse de quién se trataba y cuál fue su sorpresa al ver a una joven de cabello negro larguísimo, ojos grandes y expresivos de un lindo color castaño. Le pareció fascinante, no había más mujeres allá, exceptuando a las ninfas que la ayudaban y las arpías.
Pero algo no estaba bien, y lo supo cuando miró a su esposo caminar y ella le seguía como un imán.
Los celos la carcomieron por dentro. No dejaría que nadie le quitara su lugar, la suprema Diosa del Inframundo. Nadie, ni siquiera una niña de ojos castaños que parecía sonreírle a aquel sol que contadas veces no miraba.
Sabía que sólo había una manera de atraer a su apuesto esposo y era dándole lo que él necesitaba.
Un hijo.
En la última jornada de su esposo, ambos decidieron cerrar las cortinas negras que adornaban la mansión. Perséfone fue inteligente y utilizó toda su belleza para que él Dios del inframundo, temido y odiado, cayera a sus pies. Éste en un frenesí le prometió absolutamente todo, incluso que sus ojos no se posaría en nadie más que en ella, porque su belleza eterna le pertenecería por siempre.
Sus labios se encontraron como si la abeja necesitara de la flor. Las manos de ambos se perdieron en aquellos rincones que temían adentrarse, los suaves gemidos de Perséfone inundaron todo el lugar y ella se aseguraría que aquel secreto detrás de puertas se enteraría que ella estaba presente para tomar absolutamente todo lo que le pertenecía.
Hades contempló el cuerpo desnudo de su mujer, besó cada rincón, incluso tomó las hebras de su cabello, las besó, le susurró al oído en el idioma muerto mientras ella se deshacía en una pasión que nunca imaginó experimentar. Su esposo era bueno en lo que hacía, un Dios en toda la extensión de la palabra.
Cuando por fin se hicieron uno, ella durmió plácidamente mientras las sábanas púrpuras y negras caían como cortinas en el borde de la enorme cama que decoraba su habitación matrimonial.
Hades estaba feliz, pronto tendría al heredero que deseaba desde hacía mucho.
***
Era tan pequeño, un año y medio había transcurrido, antes la idea de ser madre le aterraba pero ahora se cuestionaba el por qué se resistía a la idea si ahora podía contemplar a aquel pequeño regordete de mejillas rosadas, labios delgados y ese par de ojos azules, tan azules que le hacía recordar aquel cielo que compartió muchas veces con su madre.
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Karissa [Reinos de Oscuridad #1]
FantasyUn día las flores se marchitaron, la lluvia comenzó, los ojos de aquella mujer de cabello como el fuego se abrieron y todo comenzó a desmoronarse. ►Booktrailer: https://youtu.be/EN9oBcsCoRY