Your lie haunts you

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Capitulo ocho: Your lie haunts you

Dicen que los instintos más primitivos son los que salen a la luz cuando nos encontramos en peligro, esas situaciones que pueden ser catalogadas de vida o muerte, metafóricamente claro, porque Lexa sabía que su vida no estaba peligro, pero... ¿y su corazón? ¿Podía esta ser una situación de vida o muerte para su corazón?

Quizás sí, porque no la iba a dejar ir, de eso estaba segura y actúo tan rápido que cuando se dio cuenta ya había corrido de regreso al jardín, había gritado por un auto y en el aire cogió las llaves que Raven le lanzó sin dudarlo.

Aceleró he hizo camino por las calles de Los Ángeles en dirección a la casa de la rubia donde presumía iría. Clarke tenía un auto que sin duda era llamativo por lo que agudizo sus sentidos y repartió su atención en la conducción y encontrar el Porsche de esa rubia que no dejaría escapar, no esta vez, porque aunque quizás se había comportado como una neandertal territorial exigiéndole explicaciones y reclamando sus labios se merecía una explicación, de eso estaba segura.

-¡Clarke!-gritó con todas sus fuerzas- ¡Clarke!-repitió-.

Y cual escena de película de acción puso el auto prestado junto al de la actriz, tocándole la bocina y haciendo gestos vehementes para que abriera la ventanilla.

-¡Clarke abre la jodida ventana!-gritó con la suya ya abierta-.

Bocinazos de otros automovilistas reclamando su imprudencia que no le importaban en lo más mínimo, menos cuando se dio cuenta que Clarke había advertido su presencia, sus ojos encontraron camino hacia los suyos y se dio cuenta de inmediato que había estado llorando.

Clarke abrió los ojos sin poder creerse que Lexa la había perseguido, con sus sentidos aún golpeados y el dolor en su pecho acentuándose no se había percatado antes, estaba en automático e hicieron falta demasiadas llamadas de atención para que despertara.

Cuando le iba a hacer un gesto para que estacionaran ambas y detuviera esa carrera al más puro estilo rápido y furioso, notó que Lexa ya se había detenido, por lo que estacionó en el primer lugar que encontró libre y retrocedió a trote los metros para llegar hasta ella.

Oh oh oh...

Lexa había sido detenida por la policía y eso no se veía muy auspicioso.

-Buenas tardes oficial ¿Qué sucede?-preguntó Clarke-.

-Clarke...-susurró-No es nada...-.

-La señorita estaba conduciendo sobre la velocidad permitida y además de eso no tiene una licencia de conducir ni un documento identificatorio en su poder, así que va a tener que ir conmigo a la estación-relató el joven oficial-.

-¿Qué? Oficial estoy segura que podemos arreglarlo de otra manera, ella es Lexa Woods, una militar condecorada-aseguró Clarke con la culpabilidad a flor de piel-.

-La ley es igual para todos y la señorita Woods va a tener que acompañarme-repitió abriéndole la puerta de la patrulla para que una silente Lexa entrara-.

-Está bien, Clarke, no importa- dijo para tranquilizarla-.

-Yo lo solucionaré, te lo prometo...esto...es mi culpa, así que yo lo solucionaré...-aseguró-.

Lexa le dio una sonrisa y subió a la patrulla, por lo menos había conseguido detener su huida, no de la mejor manera pero aquello en ese momento era un detalle. Uno al que no le tomó la importancia que podría tener en el futuro.

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