Capitulo Nueve

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Esa semana Harry le llevó a las oficinas de CabezaCaliente en su jeep destartalado. El jueves día 13 parecía que todo estaba gafado. Llevaban los trajes en unas bolsas en la parte de atrás. Había poco tráfico y el barrio, cuando llegaron, parecía agotado y lleno de almacenes: una ciudad fantasma de fábricas y almacenes abandonados. Las oficinas estaban en un antiguo edificio industrial en la Décima Avenida, la Avenida X. Sí, de verdad. Avenida XXX: jajaja.

De camino, Harry intentó darle las gracias a Louis por venir, por acceder a hacerlo, pero Louis se había sentido tan incómodo que al final lo dejó.

Después de aparcar, Alek se reunió con ellos en la calle. Llevaba unos pantalones vaqueros y una sudadera, y se frotaba la cabeza brillante. Dobló un brazo y les hizo gestos para que se acercaran a un muelle de carga mugriento.

Harry corrió a grandes zancadas y agitó la mano; Louis no. Si hubiera estado solo, habría tenido miedo de que le fueran a atracar.

Alek se dirigió a una rampa larga que discurría a lo largo de la pared hacia un viejo ascensor.

—Mi ayudante no está los fines de semana. Estudia en Hunter. Así que de momento me toca hacer de todo.

Entraron en una chirriante caja de metal que les llevó cinco pisos arriba hasta llegar a una estancia en la que había un montón de cajas y contenedores sucios. La penumbra se filtraba a través de las ventanas mugrientas, pero el laberinto de cajas hacía que el camino que seguían continuara en las sombras. Alek iba el primero y Harry le seguía un paso por detrás. Louis iba el último, pensando en lo turbio que parecía todo. ¿De quién eran esas cajas? Se había esperado algo un poco más mono. ¿Así funcionaba todo? ¿No daba dinero el porno? La verdad es que Alek no vestía como un vagabundo.

Por fin llegaron a una pesada puerta de metal que conducía a un espacio abierto que ocupaba una esquina del edificio, de unos seis por siete con algo. El "estudio" de la página web era más pequeño y menos elegante de lo que Louis se había imaginado.

Alek mantuvo abierta la puerta y les hizo pasar. Cerró la puerta detrás de ellos y pulsó un interruptor que puso en marcha los ventiladores. Las paredes estaban insonorizadas con envases de huevos y unas cortinas gruesas de un color azul apagado. Un extremo de la habitación estaba muy iluminado, y Louis reconoció el set de apartamento pijo en el que Harry se había masturbado.

Era un auténtico plató. Era gracioso lo real que parecía en la web y qué falso le parecía ahora que lo tenía delante. Un provocativo logo de "CabezaCaliente.com" colgaba en el aire por encima del área del asiento, y en letras más pequeñas bajo el logo podía leerse "Porque los verdaderos hombres no pueden controlarse.".

Mierda.

Detrás de Louis, el suave acento de Alek le recordó lo que estaban a punto de hacer.

—¿Me permitís un momento?

Harry se movía por la sala como si fuera su casa. Fue directo a los focos del plató de la sala de estar.

Alek les dio unos portafolios con contratos en los que faltaban datos y firmas. Unos pequeños indicadores de color sobresalían en los laterales modo de ayuda. El lenguaje parecía muy impersonal y amable, garantizando el pago y describía lo que harían para CabezaCaliente.com en vagos eufemismos.

Recibirían 1.200 dólares cada uno por sus servicios. Harry debía haberlo negociado. Además, había 150 dólares extra si llevaban sus propios uniformes. Acordaban que sus caras y sus cuerpos estarían visibles ante la cámara, y renunciaban a cualquier derecho sobre el metraje. Después ponía algo sobre bonus si participaban en determinadas "actividades más extensas" —a saber lo que eso significaba... Ah, ahí estaba: cobrarían más dinero si tenían más de un orgasmo o si se penetraban con un "juguete de látex" que les proporcionaría la dirección o si dejaban que el ruso les "ayudara" con sus propias manos/boca/ano.

CABEZA CALIENTE|Larry Stylinson|Adaptada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora