Capitulo Dieciséis

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Amanecer.

En todos los sentidos de la palabra. Todo parecía que acababa de nacer.

Louis no giró la cabeza para mirar el reloj. Sólo podía ver la funda de almohada granate que olía al aroma de almizcle y cuero de Harry. Se acercó poco a poco para colocar su cara contra la parte posterior del cuello de Harry y respiró profundamente. Uff. Su polla se flexionó y empezó a hincharse.

Harry masculló algo y se giró, poniendo sus perfectas nalgas duras contra el regazo de Louis. Como si Louis fuese una sólida silla a su lado. Louis se quedó quieto, sin querer marcharse de su lado, con miedo a despertarle, deseando atreverse a chupar la parte de atrás de ese cuello fuerte.

En tan sólo unos minutos tendré que irme y podemos hacer como que esto no ha significado nada, si es eso lo que quieres.

¿Es eso lo que quieres?

Fuera, el cielo aún no se había puesto de color plata rosáceo; ni siquiera el señor Sol había levantado el culo aún. Un par de casas más abajo, uno de los vecinos de Harry arrastraba un cubo de basura hasta el bordillo. Brooklyn contenía la respiración como siempre lo hacía antes de que el día se liberara y se hiciera con el control. Dos hombres, dos amigos, yacían enroscados en la cama. Los siguientes minutos decidirían todo.

Louis rezó un poco sintiéndose un hipócrita. Por favor, no digas nada malo. Por favor, no hagas como que no ha pasado nada. Por favor, regálame una sonrisa antes de que digas o hagas algo.

Harry giró la cabeza en la almohada y al ver los nervios de Louis, la sonrisa de pirata llenó su cara, y el sol brilló en el interior de la casa. Parpadeó lentamente.

—Hola.

—Eh.— Louis dejó salir la respiración que había estado conteniendo. Se sintió estúpido por haberse preocupado tanto.

—¿Has dormido bien?— Harry miró con los ojos entrecerrados al reloj digital y estiró el cuello.

—Dios, sí.— La voz de Louis le sonó áspera en sus propios oídos. Se aclaró la garganta. —Como un tronco.

—Bien.— Harry se arqueó y estiró la espalda, dejándose caer contra el nido de almohadas de color burdeos con vagancia, satisfecho. Gruño alegremente y pasó un brazo por encima de Louis, prácticamente sepultando su rostro en la axila de Louis. —Hueles tan a limpio.

¡Buenos días!

Louis emitió un pequeño sonido de placer y apretó a Harry contra su cuerpo.

—Pensaba que me ibas a pegar una patada en mi culo gordo para echarme de la cama por corromperte.

—Casi.— Harry besó sus costillas y giró su cara para poder mirar a Louis sin dejar de estar a su lado. —Tú eres el chico guapo. Yo te he corrompido a ti y quiero que me lo reconozcas plenamente, Louis Tomlinson.

—Sí. No. Perdona. Definitivamente, recuerdo que me había propuesto seducirte y echarte a perder y que lo logré, superando mis expectativas más salvajes.— Louis pasó la mano por la espalda de Harry y la enterró en la maraña negra como el carbón de su cabeza. —Está claro que funcionó porque se nota... —miró hacia abajo a la polla de Harry que golpeaba su pierna— ...que estás corrompido a conciencia y sin lugar a dudas.

—Te propongo un trato.— Harry se giró poniéndose encima de Louis, poniendo las manos a ambos lados de su cabeza, y presionando sus ingles pegadas. Tembló y abrió bien los ojos. — Seguiré corrompiéndote si te comportas como antes.— Su espeso pelo caía sobre sus caras. Se inclinó y unió sus labios, suavemente, hacia atrás y hacia adelante, atrás y adelante.

CABEZA CALIENTE|Larry Stylinson|Adaptada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora