El tiempo que nos dimos.

39 3 0
                                    

Esta es mi primera historia, no seáis muy crueles.

Ana.

Si os contase a la cantidad de gente a la que le he cogido cariño en lo que llevo de vida. Si pudiera nombrar a todos, sería interminable.

Quizas sea porque soy de las personas que tienen la opinión de que el amor no se gasta, que no importa cuanto des, que de alguna forma se llega a compensar y sino se compensa me puedo sentir orgullosa de haber hecho feliz a alguien.

Hoy no era un día como otro cualquiera, hoy me sentía demasiado bien, hoy tenía fuerzas para todo, para alcanzar cualquier meta e incluso para contarle que me gustaba. No, eso no creo.

Me tenía loca, salía sólo para verlo, me arreglaba sólo para verlo y todo lo hacia sólo para verlo.

Quizás sí, me gustaba bastante, pero llevaba demasiado sin verlo, me había candado de esperar, soy de las que tiene la idea de que sí algo tiene que pasar el destino hará todo lo posible para que sucediese, no por eso me veía como una conformisea ni muchísimo menos, aunque a veces sí lo fuese, en temas de amores lo era bastante.

Son las dos de la tarde y estoy arta de estar en la cárcel, hoy es Viernes y queda una hora para salir de aquí, estoy cansadísima, llevo toda la semana acumulando cansancio.

-Ana, Ana!. Me susurraba mi compañero Gonzalo

-Dime Gonza

-¿Qué hora es? -me preguntó desesperado.

-Las dos y cuarto, calma.- me suspiro y dejó caer su cabeza en su chaleco colocado encima de la mesa.

Gonzalo es mi compañero desde precolar, llevo toda la vida con el y le tengo muchísimo cariño, quizás me atreva a decir que es un hermano para mi, vive en mi misma calle y vamos y volvemos juntos del instituto siempre, es el mejor y me cuida muchísimo y yo a el también, quedamos para estudiar algunos domingos y entre semana cuando tenemos algún examen ya que mi queridísimo compañero no escucha en las clases que no les interesa, es un desastre.

-

Ya eran menos diez, llevaba toda la hora mirando el reloj para avisar a Gonza, no sería la primera vez que se quedaba dormido en clase

-Shhh shhh!! Gonza, Gonzalo

-Q...qu...que- contesto sobresaltado, dandose un codazo en la pared y maldiciendola

No pude evitar que me saliese una carcajada que retumbó en toda la clase.

Sonó el timbre y salí de clase, ya olía a libertad

El tiempo que nos dimos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora