Después de caminar unos cinco minutos se nota mi cansancio y el de mi madre, pero se nos ilumina la cara cuando vemos el cartel de ''Residencia estudiantil''. Es un edificio gigante, ancho y alto, por las ventanas se puede ver a gente asomada y en la entrada gente con sus maletas. Al entrar, a mi madre y a mí se nos cae el mundo encima cuando vemos que tenemos que subir escaleras.
- ¡No puedo más! - dice mi madre cansada.
- Venga un último esfuerzo y ya estamos, después podemos ir a tomar algo antes de que te vayas si quieres. - le digo.
- Claro que quiero cariño. - me dice mi madre sonriendo.
Llegamos a la tercera planta después de hacer varios descansos, estamos sudando, es septiembre y aún hace calor.
Nos adentramos por el grande pasillo mirando el número de las puertas.
- Quince, dieciséis, diecisiete... ¡Dieciocho! - digo alegrada
ya que al fin podre descargar todas estas bolsas.
Estoy sacando las llaves y al cogerlas se me caen al suelo, me agacho con todas las maletas a cogerlas pero de repente veo que unas manos con un pinta-uñas rosa se me adelanta. Levanto la cabeza rápido y me repugna lo que me encuentro.
- Creo que se te ha caído algo primita jijijiji. - dice Vanesa con su irritante tono de pija.
Intento imitar una sonrisa tan falsa como la suya, mira a mi madre con cara de asco y le da dos besos. Hace por primera vez algo bueno en su vida y me abre la puerta de la habitación.
Me brillan los ojos al ver lo enorme que es, a pesar de que hayan muchas camas hay bastante espacio personal. Cada armario tiene un papel colgado que pone a quien le pertenece, lo bueno es que lo puedes adornar como quieras, mientras que después puedas quitarlo y dejarlo como nuevo, el espejo esta situado en una de las puertas del armario. La verdad es que está bastante chulo, los muebles son entre blancos y lila muy claro.
Me siento en la cama que tiene una funda blanca y es comodísima, mi madre también hace lo mismo que yo, bota un poco y dice:
- ¡Qué cómoda es! ¡Yo quiero una así también en casa! - me rio y Vanesa pone una cara que define que esta alucinando.
- Sí la verdad es que sí. Sam ahora te presentare a mis amigas que están por llegar, nos ha tocado a todas en la misma habitación. ¿Maravilloso no crees? - dice feliz.
- Sí la verdad que sí... Me las presentas luego que ahora iremos mi madre y yo a tomar algo. - digo poniendo una sonrisa de asco pero que ella no nota en cambio mi madre sí, no quiero tener a tres como ella aquí (me he fijado en las camas que hay), va a ser un infierno.
- Vale, por cierto, la próxima vez que tengáis que subir algo, me avisas y le digo al director que mande a alguien, no tenéis por que gastar vuestras energías. - se me olvidaba de que su padre y el director eran mejores amigos, la verdad es que a mi me gusta pasar desapercibida y no voy a molestar a nadie cuando puedo hacer cosas por mi misma.
Mi madre y yo salimos de la residencia, miramos el mapa y la cafetería no se halla muy lejos. Al cabo de dos minutos ya estamos allí, entramos y pedimos un café cortado para mi madre y un Trina para mí.
- ¿No está nada mal verdad? - añade mi madre mientras le da un sorbo a su taza de café.
- No, la verdad es que no, es perfecta. - digo mientras estoy pensando en Bratt, no se me va de la cabeza.
Nos acabamos las bebidas y nos dirigimos a la entrada por que mi madre tiene que irse ya, tiene que ir a trabajar al medio día y llegará justa.
- ¡Te echare de menos cariño! ¡Pasalo muy bien! ¿Te llamare de vez en cuando para ver como estas vale? ¡Te quiero mucho! - dice mi madre derramando lágrimas y me da un abrazo, yo con la tristeza de que la echaré mucho de menos empiezo a llorar también.
- Y yo mamá, intentaré hacerlo, perfecto. ¡Yo también te quiero! - le digo secándome las lágrimas con un pañuelo.
Nos damos un último abrazo y ella se va alejando, decido volver a la residencia. Por el camino voy deseando que no hayan llegado ya las amigas de Vanesa, pero al abrir la puerta de la habitación me doy cuenta de que la suerte no está de mi parte.
ESTÁS LEYENDO
MÁS QUE AYER, MENOS QUE MAÑANA♡.
Teen FictionPensaba que sabía lo que era sentirse querida, hasta que me fallaron personas que creía importantes para mí. Nunca pensé que entrar en la Universidad haría un cambio tan radical en mi vida, tampoco lo que llegaría a odiar a ciertas personas y apreci...