Las calles de la ciudad estaban más solitarias que hace unas horas, el chofer se detuvo en medio de una cuadra enorme, James bajo del coche mientras su chofer me abría educadamente la puerta, al instante una fuerte corriente de aire me golpeo, seguí a James hasta un enorme edificio, gire discretamente en busca de alguna casa pero no encontré ninguna.
-¿Vives en un departamento?-pregunté tratando de encontrar alguno, estos edificios parecían ser empresas en vez de hogares.
-Pasa-dijo abriendo las cristalinas puertas del edificio que teníamos enfrente-. No soy un secuestrador, confía en mí.
-La confianza es un lujo que no puedo pagar-aclare accediendo a su invitación.
Tomó mi abrigo y lo dejo en un enorme perchero de madera, ¿Por qué alguien dejaría su saco en un lugar así? Quiero decir, cualquiera podría tomarlo y llevárselo sin mayor complejidad, James pareció leer mis pensamientos porque comenzó a reírse.
-El edificio es completamente mío, nadie más vive aquí-dijo guiándome hasta un elevador.
Me quede impresionado, mientras le seguía me pareció ver un logo pegado en una pared pero debido a la escasa luz del lugar no pude saber que decía, daba la sensación de que era una recepción, había televisores colgados en las esquinas, pinturas adornaban las paredes, sillones estaban perfectamente acomodados.
-¿Todo es tuyo?-pregunté mientras las puertas se cerraban y el elevador comenzaba a ascender.
-Así es, digamos que vivo en mi trabajo.
Observé como los números seguían avanzando mientras subíamos, ¿Cuántos pisos tenia este edificio? Sentí un ligero temor al imaginar la altura a la que nos encontraríamos en estos instantes, cuando el contador marco el numero 11 se detuvo y las puertas se abrieron.
Una inmensa pared de cristal me dio la bienvenida, me quede pasmado ante tanta belleza, se podían admirar todos los edificios con sus llamativas luces, era sencillamente hermoso.
-Bienvenido a mi choza-susurro James acercándose para admirar junto a mí, la belleza de la ciudad dormida-. Sígueme.
Avanzamos por un pasillo mientras el enorme ventanal nos perseguía, en realidad no había muro ahí, simplemente una ventana enorme, las luces se encendieron dejando ante mí un hermoso y elegante departamento, había una cama enorme, un comedor junto con su cocina, una puerta que, supuse yo, sería un baño.
James tomo dos copas de cristal y sirvió vino tinto, me sonrió mientras me ofrecía una copa.
-Prometo no derramarla esta vez.
-¿Quién eres?-pregunte con intriga.
-Alguien que trabaja duro por lo que quiere- choco ligeramente su copa con la mía y dio un ligero sorbo.
Dejo la copa sobre una mesa de mármol y me hizo una seña para que le siguiera, abrió una puerta para mostrar un armario casi igual de enorme como el mío, había sacos bien colgados y acomodados, zapatos ordenados, había ropa por doquier.
-Te daría un pantalón de vestir como el tuyo, pero creo que no somos del mismo corte, aquí están los jeans, toma el que desees.
-No es necesario, tengo más pantalones como este.
-Insisto-dijo tendiéndome un par.
Se acerco a mí con calma, por alguna razón me sentí intimidado ante su presencia, nunca antes una persona me había hecho sentir eso, pero aquellos ojos profundos y aquel porte...
-¿Qué esperas?-dijo riendo.
-¿Esperas que me quite los pantalones frente a ti?- las palmas de mis manos comenzaron a sudar.
No podía ver otra cosa que no fueran sus ojos, James dejo caer los jeans y se acerco a mí, yo fui retrocediendo con la misma calma que él hasta que mi espalda se topo con una pared.
-Deja te ayudo un poco-susurro James.
Sus manos desabrocharon mis pantalones y bajaron con clama el cierre del mismo, contuve la respiración un segundo, acerco sus labios a los míos lo suficiente como para besarme pero simplemente los rozo ligeramente, después se animo con fuerza y me beso.
Mis pantalones cayeron al suelo mientras él me besaba, beso mis mejillas con dulzura, llego hasta mis oídos y los beso, sentí una descarga en mi interior, se alejo un poco mientras admiraba mi rostro en calma, se agacho ante mí con elegancia para ayudarme a quitar los pantalones por completo sin la necesidad de quitarme los zapatos.
-Ven conmigo.
Tome su mano mientras me guiaba a su cama, fue desabrochando cuidadosamente los botones de mi camisa hasta que consiguió quitármela por completo, con la mima rapidez y elegancia logró quitarse su camisa, dejando al desnudo su hermoso abdomen perfectamente bronceando.
Me tumbo sobre la cama, me quito los zapatos sin problemas, levanto mis piernas hasta la altura de su rostro, con su mano logro despojarme de mis calcetas, sentí como sus labios besaban mis pies, admire extasiado como jugaba con mis dedos, de pronto se encimó en mi.
-Eres perfecto-menciono a mi oído-. Y eres solo para mí.
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Placeres
Science FictionTodo placer carnal tiene su precio. Mentiras, misterios y venganza son las cosas que rodean esta apasionante novena tan sensual como adictiva, una narración sin límites donde los placeres carnales están por encima de todo, déjate envolver por los...