Información y Peleas.

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Antes de empezar, quisiera aclarar la duda del capítulo anterior: Yo era la "Agente G", porque antes me encantaban los Gatos (no digo que ahora no me gusten, sólo que no estoy tan loca cómo antes por ellos, jaja). También me gusta mucho Germán Garmendia, jeje. Pero bueno... mis "amigas" me dijeron que era la "Agente G", porque soy cómo una "Garrapata", entonces por eso después no lo quería decir. Jaja. Es que soy baja, muy baja...

Bueno, eso era todo. Jaja. Lo digo sólo porque es gracioso, y porque es algo antiguo. Eso es todo, ahora pueden disfrutar de está loca novela, jaja.

—... —

Todos los amigos se reunieron en la cueva de Riker. Ahí las hermanas se sentaron en la mesa, mientras tanto, Ross se sentó en un sillón y fingía prestarle atención al televisor, pero evidentemente no podía.

—Necesito que me digas qué es lo que sabes —dijo Vanessa sin darle vueltas al asunto. Laura la miró con una ceja enarcada, ese comportamiento no era habitual en ella —. No quiero hablar antes, podría decir algo demás —explicó hundiendo su cabeza en los hombros, incómoda.

—¿Por qué quieres saber lo que sé? —preguntó Laura mirándola con completa curiosidad. Vanessa sólo suspiro. De por sí ya estaba nerviosa y ahora tenía que intentar conversar con Laura, eso no sería tan simple.

—Bueno... —rascó un poco su nuca, y al darse cuenta de que estaba demostrando sus nervios fingió que se estaba enderezando —, sólo quiero saber si sabes la verdad o no —optó por la sinceridad.

Laura analizó aquellas simples palabras. ¿Saber la verdad? Vaya... todo eso parecía sacado de una película de misterio. Y bueno... ella ni siquiera sabía que tenía una hermana. ¿Qué otros secretos podrían existir?

—¿Acaso hay algún otro secreto? —preguntó con tono cansado. Estaba intentando inútilmente esconder su enojo.

—Eso depende de lo que tú sepas —Laura suspiró derrotada. Conversar con Vanessa no era tan fácil. O mejor dicho: la situación la estaba incomodando demasiado —. Habla. Te prometo que no te voy a interrumpir —dijo seriamente.

—Bien... —Laura suspiró y carraspeó un poco. Ahora tendría que hablar de su vida y eso era algo que definitivamente le molestaba mucho, no era fácil hacerlo, había pasado por muchas cosas —. Mi mamá murió cuando yo era muy pequeña. Me dijeron que como papá no pudo tolerar esa muerta, se suicidó —finalizó su relato.

Vanessa hizo puños sus manos. Esa historia no le gustó en absoluto. Esa reacción no pasó desapercibida para Laura, quién la miró confundida.

—¡No es cierto! —exclamó Vanessa.

—¡¿Qué?! —preguntaron los tres presentes. Los rubios se ganaron miradas asesinas por parte de las hermanas.

—¡Esperen! —Riker se levantó corriendo y se dirigió a su despensa, la abrió y de ella sacó un pote. Abrió aquél pote y sacó un puñado de palomitas de maíz. Las comió y después se saboreó. Aunque se dio cuenta de que todos lo estaban mirando mal. Tragó las palomitas y puso los ojos en blanco —. ¡Por favor! Nunca es mal momento para palomitas —se defendió.

—¡Ahora sí lo es, tarado! —lo insultó su hermano.

—Pero me siento como en una película de drama. Las palomitas siempre sirven para ver películas.

Ross golpeó en la cabeza a Riker. Las hermanas observaron aquello con el ceño fruncido. Estaban tan tensas que no podían reír en un momento como ese.

—¿Con quién has estado viviendo? —preguntó Vanessa, retomando el tema.

—Con Jill Mitchell.

Un amor de ensueño.Where stories live. Discover now