Capítulo 16.

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A la mañana siguiente, me levanté muy temprano. Era alrededor de las ocho y media de la mañana. La mañana estaba muy agradable, de hecho los rayos de sol que asomaban por la ventana vagamente, eran mágicos. Me giré para ver a Michael quién dormía plácidamente. Lo contemplaba, era como una obra de arte o una escultura bien esculpida... esculpida por los mismísimos ángeles. Suavemente iba abriendo sus ojos y me dedica una mirada que solo tiene reservada para mi.

—Buenos días —Me saluda mientras se acerca un poco más. Acortando esa pequeña distancia que nos separa para depositar un dulce beso en mis labios.

—Buenos días —Recibo aquél beso con alegría y llevo mis manos por detrás de su nuca.

Una vez despiertos, nos levantamos de la cama y nos comenzamos a arreglar. Entre poco estará el desayuno y seguro ya está listo en la mesa. Cuando terminamos de organizarnos, bajamos al comedor, saludamos a todos y nos sentamos a degustar un delicioso desayuno. Celeste siempre prepara los mejores desayunos sin duda alguna. En ese momento platicamos de todo un poco. Michael y yo fluíamos muy bien y eso cada vez me agradaba; pero tenía un presentimiento o una corazonada de que alguien o algo va pasar y no va estar nada agradable. 

Michael termina más rápido de comer. Yo ando como ida, en otro mundo. Su voz angelical me saca del trance y hace volver a la tierra.

—¿Estás bien, María? —Pregunta él mientras se limpia la comisura de los labios.

—Sí... es solo que tengo un presentimiento... extraño.

—¿Qué clase de presentimiento? —Michael deja la servilleta encima del plato y frunce el ceño.

Divago en decirle o no. Estoy asustada la verdad, siento una opresión en mi pecho. Es como estar enjaulado y tener prohibida tu libertad de por vida en una manera injusta. Bacilo y miro a Michael con unos ojos que expresaban angustia, pidiendo ayuda a gritos... En ese momento, me sentía triste porque sencillamente me encontraba experimentando un tipo de felicidad que se percibía, como estar de pie sobre un hielo muy fino, frío e inestable. En cualquier momento se iba a quebrantar y me iba a doler... a doler muchísimo.

 —No sé —Respondí con hilo en mi voz— Sólo imploro que no sea nada malo. 

Michael se acerca a mi y me abraza muy fuerte. Lo más fuerte que puede, pues quizás ese sería nuestro último abrazo, hasta ahora. Empieza a acariciar cada hebra de mi cabello y por sorpresa e instantáneamente, mis ojos se cristalizan. Respiro hondo —No puedo llorar. Nada ha pasado— Lucho contra a mi misma. Abrazo a Michael y le susurro: —Pase lo que pase. Nunca dejaré de sentir estoy que estoy sintiendo por ti ahora— Me alejo de él y él me mira confundido.

-***-

Una vez más tarde, me encuentro descansando en mi cama. Me levanto vagamente y me siento sobre la orilla del colchón. Miro por todos lados, analizando cada parte del cuarto, obligándome a mi misma a no olvidar ni una sola zona del lugar. Me levanto, me estiro, voy al tocador, me miro... retoco un poco el maquillaje y acomodo el vestido. Con forme voy llegando a la sala principal, me encuentro con montón de gritos. Ahí llego al lugar de los hechos. Era el padre de Michael, quién se encontraba peleando con su hijo.

—¡Cómo se te ocurre casarte con una mujer del servicio! ¿Acaso haz perdido la cabeza, Michael? —Grita muy furioso el señor. 

—¡Es mi vida, es mi casa, son mis reglas y yo hago lo que me parezca! ¡Ya no eres titiretero Joe! Tengo 34 años, ya sé que debo de hacer.

—Sabes que Lisa es la indicada para ti.

Se hace un silencio y ambos hombres giran para verme ahí perpleja, asombrada y completamente en shock. Quiero desplomarme. Quiero salir corriendo. Quiero huir de aquí lo más rápido posible. Llevo mis manos hacía mi boca como sorpresa y Michael se acerca a mi rápidamente.

Casados a la fuerza © [TERMINADA] #Sakura2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora