Había hombres. Había lobos. Luego estaba El Señor de los lycantropos.
Señor de todos y lobo alfa de las manadas de los licántropos, Aidan tiene el poder de vida y muerte sobre todos ellos. Lisa Silver, trataba de no temblar en sus nuevos tacones, los que le apretaban como el infierno, era una de ellos. Dada la oportunidad, ella se habría escabullido detrás de la puerta, pero justo en ese momento la puerta delante de ella se abrió. Un criado anuncio en voz alta, "La ofrenda de la manada Luna Azul"
Ofrenda. La palabra le atravesó como una bala de acero a través de su columna vertebral y cualquier pensamiento de correr desapareció. A medida que camino a través de la puerta, ella sostuvo su cabeza en alto. Ella odiaba esa palabra y todo lo que conlleva, dejando ver el desprecio en su expresión a cada lobo que la volteo a ver.
La tradición dictaba que la ofrenda era una mujer joven, y con edad para casarse... u hombre si el Amo era una Ama. Pero "Luna Azul" era una manada enferma, sus miembros buscaban compañeros en manadas más fuertes con mejores linajes de sangre para sus hijos, así que todos eran jóvenes y en edad para casarse.
Lisa intentaba y fallaba al deslizarse con gracia a través de la sala de baile llena de gente. No era posible con esos zapatos que se compró apresuradamente que le pellizcaban y un vestido prestado tan apretado¸ que podría haber sido pintado en ella. Necesitaba alejarse de la puerta y mezclarse. Tal vez podría esconderse detrás de una de las macetas o algo y esperar a que acabe la noche.
"No te preocupes, querida. Aidan prefiere a las mujeres más delgadas. Dudo que incluso te voltee a ver." Su madre había comentado a medida que luchaba con las curvas de Lisa y la cremallera del vestido. "Además, él no mira más allá de la manada Luna Roja para mucho en pleno invierno." Cerro la cremallera, caminó hacia atrás dándole una mirada decepcionada sobre la figura amplia de Lisa, nada como su propio físico, delgada. "No parece vaya a cambiar eso en cualquier momento."
Una risa chillona trajo a Lisa hacia el presente. Miró a través de la sala de baile para localizar la fuente. Efectivamente, Megan McCauley se aferraba al brazo de un hombre que Lisa suponía era el Señor de los lycantropos en persona. Hombros anchos y hermoso, miró cada pulgada de la imagen de la realeza licántropo, al igual que la mujer a su lado.
Alta y esbelta, mechas rubias caían sobre sus hombros en ondas apacibles, Megan era todo lo que Lisa no. Elegante y sofisticada. Su vestido de alta costura le ajustaba como un guante. Tuvo que haber sido hecho para ella, no prestado. Su maquillaje era sobrio pero impecable, en lugar del arrebatado que se puso cuando manejaba dirigiéndose aquí.
Pero lo que hizo sentir a Lisa aún más como una pariente pobre era el anillo color ámbar brillante en el iris de Megan que la marcaba como una pura sangre de lobo. Lisa tenía unos aburridos ojos marrón chocolate. Ojos humanos. La última vez que un miembro de la manada "Luna Azul" había nacido con ojos color ámbar había sido su abuelo. Con menos capacidad de cambiar en cada generación, no estaría lejos el momento de que su línea volviera a ser humana.
"Entonces, qué hace una chica bonita como tú en un lugar como este?" -preguntó una voz profunda y masculina, haciéndola saltar. Cuando ella volteo, intentó mantener la sorpresa fuera de su cara. Un hombre se relajaba en las sombras contra un pilar. Sólo tomó unos pasos para unirse a él. Ella estaba aquí. No era su culpa si Aidan no se daba cuenta, o si?
"Cómo sabes que soy bonita?" preguntó, mirándolo hacia arriba. Más chica que la mayoría de los hombres en la habitación, él todavía se elevaba sobre ella. Y él no era increíblemente guapo, no como muchos lobos. Sus ojos no llevaba ningún anillo, eran como los suyos, y no podía decir si era lindo o simplemente de aspecto extraño. Él se encogió de hombros y levantó su copa de champán, vació el contenido en tres largos tragos. Una mirada hacia un lado respondió una de sus preguntas. Era un lobo.
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LA OFRENDA (Terminada)
WerewolfCada 24 de diciembre... El Señor de los lycantropos elige a una joven hermosa, a la cual le otorgará su gracia y semilla, motivo por el cual todas las manadas del mundo entero, ofrecen a la mujer más bella de todas de sus respectiv...