#14 Sueño Congelado

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Muy apartado del resto, ignorando la música de fondo que no conocía y con una copa de vino blanco a medio beber en su mano derecha, observaba seriamente al resto disfrutar de la fiesta, bebiendo y haciendo escándalo como jóvenes que eran.

Jamás hubiera imaginado que los alumnos a los que había enseñado con tanta frialdad, terminaran invitándolo a su ceremonia de graduación, donde además tuvo que dar una palabras esperanzadoras, e incluso fue invitado a la fiesta después de los actos formales. A muchos les había puesto mala nota en varias ocasiones, otros simplemente le habían llegado a odiar y, aún así, decidieron que formara parte de su vida una vez más.

Levi siempre trataba de entender este sentimiento, ya que a pesar de ser indiferente y estricto, nunca faltaba alguien que terminara tomándole cariño. Tampoco es como si se quejara de esto, después de todo, el verlos a todos avanzar como individuos le recordaba el por qué hacía lo que hacía.

Su ____ no era la excepción.
No comprendía cómo podía amarlo de esa forma, y al mismo tiempo, agradecía de corazón que así fuera. Y ahora que ella estaba embarazada, quería estar a su lado todo el tiempo, cuidándola y haciéndole compañía, viviendo en una maravillosa burbuja de felicidad.

Revisó la hora en su reloj por tercera vez desde que había llegado. Había aceptado ambas invitaciones por respeto a sus -ahora- ex-estudiantes, en el fondo odiaba ese tipo de ambientes ya que no iban con su personalidad y consideraba que había permanecido allí lo suficiente como para regresarse a casa.

Dejó la copa sobre una de las mesas, metió ambas manos en sus bolsillos y se dirigió a la salida. Habría llamado y escrito a su pareja si tan sólo no hubiera olvidado su teléfono celular dentro del auto cuando intentó encenderlo esa mañana, sabía muy bien que ella se preocuparía, debido a esto apresuró más su partida, ni siquiera notó a Petra que se le había acercado a conversar, sólo se despidió de quién se topó en el camino y se dispuso a ir a la estación del metro que estaba a unas cuantas cuadras de distancia.

El cielo oscureció de repente y cuando aún era muy temprano, puesto que no debían ser más de las seis de la tarde. La calle también estaba solitaria y silenciosa, a cualquiera le pondría la piel de gallina, pero Levi caminaba erguido y tranquilo, la inseguridad no era un problema que le afectara. Sólo un loco se atrevería a meterse con un Ackerman, y mas si lo que tiene de enano lo tiene de amargado.

Unos murmullos que provenían de las sombras de un callejón llamaron su atención, se detuvo en seco en ese instante y entonces, un par de hombres desconocidos se pararon frente a él. Levi frunció el ceño, olían a cigarro y estaban desaliñados, eran personas confinadas a vivir en la oscuridad como las cucarachas, una vida que él conocía a la perfección.

Lo estaban esperando.

El más alto soltó una risa floja, mentalmente se debía de estar burlando de su estatura, no había que ser un genio para adivinarlo.
Los finos ojos del profesor se clavaron en ese mastodonte, era barbudo y robusto, una simple escoria para su persona.

-Levi Ackerman, tu apellido te ha condenado, ¿sabes? - dijo el otro con una desagradable sonrisa retorcida - sinceramente es un placer conocerte al fin, hay tantos rumores sobre ti... Y lo gracioso es que todos te relatan como una bestia de dos metros.

-Fuera de mi camino, basura - él no perdería el tiempo ni sería intimidado por unos bravucones, su voz sonó tan agria y profunda que los hizo estremecerse.

-Yo siendo tú, cambiaría esa actitud de mierda y empezaría a ser más respetuoso, sobre todo si tengo una linda novia esperando en casa - arrogante y sintiéndose vencedor, sonrió mostrando una hilera de dientes descuidados.

Durante un día de Invierno ~SnK~ LevixReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora