Mi nombre es Ánnabel pero todos me dicen Anna, creo que la mayoría de las personas que conozco, no saben que en realidad me llamo Ánnabel, supongo que si no lo saben, es por que les interesa muy poco, a mi también me da igual pero vale la pena recordarlo.
Tengo 15 años y hace una semana me mudé a New Yor City, lo poco que llevo en esta ciudad, en este barrio me a enseñado a no confiar en las personas de por aquí o al menos eso es lo que pienso.
La vecina de en frente es algo extraña, siempre se escuchan sonidos raros que vienen de esa casa y nunca veo las luces encendidas aunque este de noche, ella se llama Victoria y es de aspecto desaliñado, algo pálida y las pocas veces que me la encuentro en la calle, siempre se queda mirándome así que trato de entrar lo más rápido a mi casa.
La casa nueva es grande, me da miedo subir al ático o bajar al sótano, la verdad le temo a lugares oscuros, todo debido a hechos paranormales que viví en él orfanato. Ah, si, soy adoptada, él señor Alan y la señora Isabel son mis padres hace 2 años, me sorprendio cuando me adoptaron, siempre pensé que nadie querría adoptarme y ya me había echo a la idea de nunca tener una familia.
Mis padres biológicos... Nunca supe nada de ellos, un dato, un nombre, una razon, nada, nunca supe nada con respecto a eso. Viví en el orfanato desde que tengo memoria.
Él señor Alan es bueno conmigo, siempre se preocupa por mi y me da todo lo que le pido, aunque no le pido mucho. La señora Isabel siempre es comprensiva y cariñosa, pero no me gusta mucho que me bese y me de "apapachos" soy una persona un tanto fría y distante, siempre prefiero quedarme encerrada en mi habitación que salir con algún amigo, de todas formas, no tengo muchos amigos y ahora menos que estoy en una ciudad nueva.
- Anna, cariño la cena esta lista, baja a comer - es la señora Isabel.
Salí de mi cuarto y baje muy rápido pues me encontraba sola en él segundo piso y el pasillo era algo terrorífico.
- Que hay de cenar Isabel?-pregunte
- Anna, ya te dije que no me digas señora Isabel -dijo ella
- No te dije señora Isabel, te dije solo Isabel
- ah si? Bueno supongo que es mejor a que me digas señora, pero me gustaría que me llamaras mama, mami, madre o algo así
- Esta bien mama Isabel, que es la cena?
Ella sonrió y me sirvió la comida.
- Descubrelo tu misma.-respondió la señora Isabel
Vi lo que me servía y era pavo, pavo relleno, lo mas delicioso que puede cocinar ella. Casi podría decir que la quiero, solo un poco y solo por lo que cocina.
Aunque han pasado dos años desde que vivo con esta familia aun no eh podido cojerles cariño, bueno, tal vez un poco...
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El Diario De Una Estúpida
RandomSimplemente una historia que nos cuenta todo tipo de situaciones que vive una simple muchacha que se muda a New York