Minho se sentó en el sofá, esperando a que el muchacho del día entrara.
Cada semana, al menos una noche, Minho iba a la misma casa de mancebía, donde tenía sexo con alguno muchacho (o algunos). Después de todo, ese lugar aún mantenía buena reputación y todos los papeles en orden.
Él nunca había sido de mantener relaciones, por eso le gustaba ese lugar. Podía tener sexo, sin compromiso alguno. Por eso, prefería asistir a ese lugar, que tenía hombres y mujeres por concubinos y donde ya le tomaban por cliente frecuente, e incluso, podía darse la libertad de pagar por tener privilegios.
Le dio un trago a su copa de vino tinto, logrando ver que un chico entraba por la puerta. Era curioso, nunca había visto a ningún chico que trabajara ahí vestido de blanco, pero en ese muchacho se veía bien, cuando fácilmente en otro sería un insulto a la inocencia.
Minho le miró, alzando una ceja. No le conocía, nunca había estado con él, lo que le parecía algo bueno, ya que no gustaba de repetir; aunque, si fuera por aspecto, no le molestaría repetir con algunos. Le examinó, delgado, de cabello oscuro y corto, labios rosados, mirada algo perdida en la nada. Sonrió, indicándole que podía empezar a desnudarse.
Sus movimientos eran suaves, dando un toque de majestuosidad, como si no estuviera pensando mucho en el hecho de quitarse la ropa en frente de un desconocido, casi como si hubiera desinterés en ello. Fue cuestión de segundos, en un instante, se encontraba desnudo, dejando ver el color blanco aperlado de su piel.
-¿Sabes bailar?- Le preguntó, aprovechando la desnudez, que dejaba ver un buen cuerpo.
El chico sólo hizo un movimiento de cabeza, liberando un suspiro, como si su paciencia estuviera colmada. Juntó sus manos con delicadeza, pasando la derecha, por encima de la izquierda, recorriendo el hueso de su pecho, mientras lentamente tomaba ritmo. Se movía con gracia, pero muy desinteresado. No eran nervios, pero se notaba que esa era una petición o que no le hacían muy seguido, o que cuando la hacían tenía que pasar por una larga noche.
Minho se puso de pie, recorriendo el lugar, observándole desde diferentes ángulos. Era deleitable verle moverse, pero esa frialdad que tenía quitaba mucha emoción al momento. Sonrió, maquiavélico.
-¿Quieres beber?- Se acercó, casi pegando su copa de vino a los labios ajenos.
El chico tomó la copa, rozando sus dedos con los contrarios, mientras observaba bien a quien le ofrecía la bebida. Era suspicaz, sólo se trataba de trabajo, no debía cruzar la línea. Bebió un pequeño sorbo, procurando no dejar que se le subiera rápido, nunca había sido buen bebedor. Hizo una mueca, parecida a una sonrisa, mientras dejaba de lado el vino; había algo que le llamaba la atención,era extraño que el señor aún no le hubiese tocado, no sabía que pensar ante esta situación.
Minho le tomó por una mano, y con la otra le tomó por la cadera, sabía y pensaba que un cuerpo así como el del chico debía ser valorado de todas formas. Empezaron a bailar un vals, girando por todo el lugar, como si pudieran escuchar música rodearles. Estaban consumidos ante la fantasía, que les hacía ver un enorme baile, sólo para ellos. Minho no había escatimado en el tiempo, simplemente decidió alargar todo lo que fuera posible.
Y cuando el baile acabó, tomó al muchacho por la cintura, acercándole, con intenciones ya establecidas. Rozó sus labios, dispuesto a morderle, con absoluta placidez. Nunca había durado tanto con alguno de los muchachos de ahí, pero alcanzaba a comprender que éste valía la pena. Le arrastró, haciéndole caer sobre la cama, quedando sobre ese cuerpo delgado. Se dirigió a su cuello, iniciando con besos, cortos, rápidos, que se movían a lo largo. Volvió a su boca, mordiendo, introduciendo la lengua con fuerza, sin haber pedido permiso. Le gustaba jugar un poco, antes de adentrarse por completo en el acto mero del sexo, que en realidad no era más que insulso, si no se sabe cómo llevarlo a cabo con alevosía.
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Te compro
FanfictionMinho asiste mínimo una vez a la semana al mismo prostíbulo, en donde ya le tratan como cliente frecuente. Nunca a necesitado de estar en vuelto en relaciones, porque ahí puede pagar por lo que quiera, sin tener compromiso alguno. Pero un día, uno...