-Un cariñoso saludo de parte de un gran acompañante de la humanidad-

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Primera carta

Usted me conoce bien, de eso estoy seguro. Y también estoy segurísimo que a usted le gusto, le encanto. Seguramente está enamorado o enamorada de mí.

¡Sí! Yo soy esa moneda sorpresa que cae al sacudir sus pantalones, soy esa mirada que se plasma en la cara apacible de su esposa, soy la sonrisa de su abuelo contándole historias. Sí, soy todo eso.

Yo he estado acá desde hace muchísimo tiempo (si no me cree pregúntele a Dios, es un gran amigo mío), y vivo en cada una de sus casas y en cada una de sus calles. En cada una de sus fogatas y en cada uno de sus océanos.

Veo cómo vive usted. Veo cómo viven todos. Antes de todos ustedes había otros, y antes de los otros había otros más. Como un círculo, pero desde el comienzo, nadie me ha cerrado la puerta.

Todos me necesitaban, todos me necesitan, todos me necesitarán.

¡No lo digo yo, lo dice la lógica! Piénselo bien. Sin sonrisas ¿Qué haría usted? Sin los amaneceres ¿Qué le haría levantarse? Sin las estrellas ¿Qué le haría soñar? Creo que ahora ya sabe por qué estoy aquí, con usted.

Pero... no tengo nada que dar a los humanos, de hecho usted y los otros me dan algo a mí.

Ustedes me dan vida.

No se lo tome a la personal, la verdad es que me fascina la sensación de recibir algo cada segundo de su hermosa travesía.

Como dije, seguramente me ama. Aunque lo niegue, yo sé que me quiere mucho, es obvio (no trate de ocultarlo). Y eso me hace feliz a mí.

Además de recibir, yo recolecto. Algunos me llaman Alegría, otros me llaman el Bien. La verdad nunca he sido fanático de los apodos. Yo soy simplemente el recolector de felicidad, de las sonrisas —no de las falsas porque esas me dan tos—, de las miradas hermosas. Yo soy el recolector de los buenos tiempos.

Y espero estar con usted en cada vida, en cada otra vez.

Que pase un buen día.

Cuando el océano lloraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora