Under my own shadow (IchiHitsu)

Capítulo 3: ¡Las giras!

—Comenzaremos por Tokio.— decía el castaño, caminando alrededor de ambos músicos con las manos unidas en su espalda. El peliplateado se encontraba sirviendo cuatro tazas de café sobre una bandeja, Ulquiorra miraba atentamente al profesor, mientras que Toshiro jugaba con sus manos, restandole importancia a lo que Aizen estaba indicando. 

—Al inicio, tocarán una de las canciones con las que debutaron; Canon in D.— Ambos asintieron haciendo sonreír al mayor.

—Insisto en que estos dos muchachos han crecido demasiado, podría llorar en cualquier momento.— intervino Gin, quien se iba acercando a ellos con la bandeja, y al estar cerca la dejó en la mesa pequeña que yacía frente a ellos.— Principalmente Ulquiorra, él creció mucho de estatura. Toshiro me recuerda a un chihuahua. — lo único que el menor podía escuchar era la risa del castaño, por lo que se hizo pequeño en su asiento.

— Soy un adulto.— frunció el ceño, al mismo tiempo que tomaba una de las tazas de café.—Además, prefiero parecer un Chihuahua, antes que un poste con manos y pies. — sacó la lengua, entonces ambos mayores carcajearon.

— ¿Será que sé de quién hablas? — interfirió el azabache, haciendo callar a la pareja, y dejando a un Toshiro sonrojado. Sonrió triunfante lo cual sorprendió al peliblanco. Si bien, algo que Ulquiorra nunca hacía, era demostrar lo que sentía... si es que alguna vez llegaba a hacerlo.

—Sea lo que sea, no se te ocurra abrir la boca.— el chico de piel pálida se encogió de hombros.— Hablo en serio maldito insensible. — Aizen lo miró extrañado, Gin un poco preocupado. Aunque decidieron pasarlo por alto, no tomarlo como algo precisamente alarmante, sino sólo como una discusión inusual, pero graciosa. Así que simplemente terminaron riendo.

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Tomó el frasco de café preferido del pequeño peliblanco y verificó que quedara un poco. No iba a invocar al demonio completamente. Aún apreciaba su asquerosa, y repugnante vida, según Toshiro. 

Rió maliciosamente, mientras vaciaba una "pequeña" bolsa de sal dentro de lo que se convertiría en la cena de su víctima. Como era lo suficientemente listo, mantenía un frasco idéntico, y completamente nuevo bajo su almohada. 

Vamos, no era tan cruel después de todo.

Después de haber hecho que fuera insospechable que el café tenía sal, lo puso de vuelta en su lugar, para disponerse a esperar a su compañero mientras comía su sándwich, sin olvidar sonreír de oreja a oreja.

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—Quiero ir primero a Estados unidos.—declaró el peliplateado con un puchero, mientras Aizen lo miraba desaprobatoriamente.

—No iremos a Estados unidos primero. Debemos despedirnos de Japón, luego ir alrededor del mundo. Creí que estabamos de acuerdo en esto Ichimaru Gin. No me hagas querer golpear ese bonito rostro tuyo.—

—Puedes golpearme, nadie aquí te impedirá hacerlo.— se cruzó de brazos, y le sonrió, retándole. En ese momento, Ulquiorra alzó su mano, y Toshiro ya más relajado le siguió asintiendo.— Bien, un par de excepciones.  

— Aunque... Lo que dice Gin me parece una buena idea. Venir aquí después de haber visitado todo el mundo.— aportó el azabache, ganando la mirada incrédula del castaño.

—¿Lo ves? ¡Ellos lo quieren así!-Sosuke sintió que iba a explotar si escuchaba a Toshiro decir algo, pues por ahora, eran dos a favor y dos en contra. Quiso arrancarse el cabello cuando oyó al enanito decir "—Lo que sea me parece bien."

—¡No vamos a ir a Estados unidos primero! Es mi última palabra.— y se cruzó de brazos.

Lo que siguió después, fué que el grandioso Sosuke Aizen se encontraba sentado en su escritorio, llamando a la disquera americana para avisar que Los Ángeles sería su primer destino.

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Había tardado mucho más de lo esperado, gracias a que Gin comenzó a contar relatos de su infancia, algunos algo graciosos, otros sin sentido. Juró para sí mismo poder devorar el volante de su auto en un segundo, pero Ichigo lo golpearía. Él amaba ese auto como a su propia y jodida vida. Se preguntaba si su compañero de habitación había sido considerado, y habría preparado una deliciosa cena junto a una extravagante bebida, pero luego dejó caer sus expectativas al recordar que el pelinaranja era una mierda viviente sin alguna solución posible. Y aún así detestaba estar en los pies de ese muchacho. Es decir, desde el momento que lo vió en la puerta de su departamento, con la ropa completamente empapada, su piel pálida, y sus ojos marrones sin brillo, sintió algo especial. Debió hacerle caso a Rangiku cuando le dijo que le echara una cubeta de hielos a cualquier extraño que se parara frente a su casa, porque ahora se encontraba babeando por un idiota que amaba hacerle bromas. 

Finalmente llegó a su casa, donde estacionó el auto justo frente a ella. Bajó, y con las llaves en la mano, se dirigió a la puerta entrando casi al instante.

—Lamento haberme tardado, estuve algo ocupado.—Fué lo primero que dijo al ingresar. Dejó el violín en la esquina y buscó con la mirada al más alto, un tanto extrañado por no recibir una respuesta.—¿Ichigo?— frunció el ceño. Avanzaba hacia la sala inseguro pensando en que quizás se trataba de una broma, pero estaba totalmente equivocado. Sintió un pequeño calor al encontrarse con un pelinaranja acurrucado en el sillón más grande, con un rostro tan... Adorable, pensó. Estuvo a punto de lanzarse encima de él y fingir demencia, pero un miedo dentro de él se lo impidió. Así que simplemente fué a la cocina, luego lo despertaría para enviarlo a su habitación.

Pero esa sonrisa en su propio rostro, mierda.

Obviamente iba a prepararse su café preferido antes de ir a dormir, por lo que decidió no perder más tiempo y prepararlo de una sola vez. Tomaba un paquete de galletas al mismo tiempo que se sentaba en la mesa para disfrutar de su cena, hasta que de pronto...

—¡Vete al carajo, Ichigo Kurosaki!—

Con el ceño completamente fruncido y su mano hecha puño, regresó hasta donde el más alto estaba, y sin dudarlo un poco más, estampó su mano en el rostro del menor. 

—¡Arruinaste mi café! ¿Cómo te atreves a meterte con mi café? ¡Quiero que te vayas a la mierda ahora mismo! — gritó, ignorando la mirada asustada de Ichigo, que terminó por convertirse en una gran y perfecta sonrisa burlona.

—Me iré, pero me llevaré la mitad de este departamento.—

— Lo que te vas a llevar es el maldito retrete atorado en tu jodida cabeza.— el pelinaranja comenzó a reír y luego negó un par de veces antes de irse a su habitación.— ¿A dónde vas, idiota? ¡Aún no termino de patearte ese trasero tan plano que tienes! Mas vale que puedas despedirte de esas revistas porno que tienes bajo tu cama, porque te juro que no las volverás a - —  calló inmediatamente al ver al más alto sosteniendo un frasco de café, justo del que tanto amaba. 

— Ya me burlé de tu cara. La hubieras visto, demonios.— y entonces Toshiro se sintió destalentado al oír la suave carcajada que Ichigo había dado, porque definitivamente ese era el sonido más hermoso que había escuchado, y definitivamente, sería el más hermoso que escucharía en toda su vida.

Olvidaba que ese idiota le había jugado una broma, y que por su culpa, esa noche había tomado el café más asqueroso de su vida. 

Mejor era que no lo recordara, porque ahora, el más alto estaba atrapado en los ojos del mayor mientras mantenía extendido su brazo. Y pensaba que esa era la escena que más disfrutó, pues el rostro de Toshiro... Ojalá se repitiera.

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W: ESTOY A PUNTO DE SALIR DEL COLEGIO Y RARAMENTE ME SIENTO INSPIRADA. Creo que es una especie de milagro, o algo así, porque de verdad, voy a acabar esto pronto, y quizás, a publicar historias nuevas -esta vez sin demorar casi dos años en actualizar.-¡Estoy bastante felíz! De antemano, agradecer a quienes siguen esta historia. Los amo. Corasones geis para todos ustedes. <3 <3 <3

 ¡Hasta la próxima actualización!