Epílogo

233 10 0
                                    

-Respiro hondo varias veces, estoy mareada... creo que nunca me había sentido tan mal. Cierro lentamente los ojos- me agarro a la puerta de mi casa como puedo. Oigo como va subiendo lentamente el ascensor. Alarmada abro los ojos rápidamente, cojo fuertemente el bolso contra mi pecho, quiero echar a correr, pero no puedo. Mis pies no obedecen en absoluto, se que es él... se que me va a matar, lo tengo muy claro, no puedo caminar. Hago un ademán de intentarlo, pero fracaso... Mis fuerzas se fueron junto con mi vida. Vuelvo a cerrar los ojos y una lágrima me baja lentamente por la mejilla izquierda, se perfectamente que este será mi final, ya no podré ser libre, ya no podré ser una persona normal, como tanto he soñado desde que era una niña. Las puertas se abren y aparece él con una pistola KMK-512 en la mano derecha. Se acerca rápidamente a mi, me tira al suelo e intento retroceder hacia mi casa, pero no llego muy lejos, ya que a los pocos segundos noto como algo me atraviesa el costado, todo rápidamente se vuelve oscuro, pero esa maldita voz que me decía una y otra vez- mereces morir, eres una guarra, te mataré como sobrevivas... no quedarás viva, eso te lo aseguro- esa maldita voz, me ha seguido durante diez años... a veces hasta me ha quitado el sueño-Levanto la cabeza hacia Doña Luisa, mi psicóloga.

-A partir de ese momento no he vuelto a ser la misma- prosigo mientras me llevo un café recién echo a los labios- por ese hijo de puta- susurro lentamente, mientras me vuelvo a llevar el café a los labios lentamente- ya te he contado bastantes datos sobre mi, ya se puede ir... no quiero que me mire con cara de pena. Ya sabe lo que odio darla- Me agarro el costado al sentir un pequeño pinchazo, siempre me suele doler, pero nunca le pongo atención. Al darme la vuelta hacia Doña Luisa, me toca la mano con afecto e ímpetu demostrándome que le importo, aunque yo se perfectamente que le importo.

-Tranquila, no me das pena... eres una mujer que ha sido muy luchadora y fuerte. No tendría porque darme pena tu pasado. Aunque me da lástima, una chica tan buena como tú, con el pasado que tiene, sinceramente no se lo deseo ni a mi mayor enemigo- me toco el pelo nerviosa, odio cuando me toca abrir el cajón que hace tantos años cerré, odio pensar en mi pasado, tengo miedo de volver a revivirlo- pero vamos a mirarlo por el lado positivo y es que después de casi un año te haz abierto y me haz contado algo de tu pasado- me acaricia la cara- eso es muy bueno- asiento y me siento de espaldas a ella.

Por un par de minutos ninguna de las dos dice nada. Yo sabía que a partir de ese instante, todo cambiaría. Ya no sería nada lo mismo.

-Bueno Sarah, me voy que tengo otra consulta dentro de media hora, y ya sabes como está el tráfico aquí- me pica el ojo, me da un abrazo como hace siempre y se va.

Cuando oigo la puerta, inspiro fuertemente y voy a la cocina. Abro una botella de vino y como hacía tiempo no hacía... entre vaso y vaso me olvido hasta de quien soy.

Déjame verte, te necesitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora