Ojos Negros

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"Ojos Negros" ─ #ConcursoColores Jueza: jennifer_ar_

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"Ojos Negros" ─ #ConcursoColores
Jueza: jennifer_ar_

Ahí estaba ese dolor que me atravesaba las entrañas.
Como pude levanté mi espalda y me senté. 
Todo estaba oscuro.
Un nuevo dolor me invadió y aproveché para ponerme en pie. 
Algo no iba bien,  me sentía mojada. 
Apreté las palmas en puños...  si tan sólo él estuviera conmigo...
Encendí la luz y el retrato de lo que fuimos me estrujó el alma.
Sus ojos negros que tanto me habían enamorado.
Sentí deseos de darle un abrazo,  decirle cuanta falta me hace. Cuanto lo extraño en estos momentos.
Los recuerdos bonitos me atravesaron en la memoria haciendo que me perdiera en ellos un momento.

Recordé aquel día en el que se acercó a mi.
Tan masculino,  tan alto. Tendría unos veinte años por ese entonces.
Jamás creí que podría invitarme a salir.
Su cabello húmedo se desparramaba por su rostro,  su piel blanca y ¡aquellos ojos!
Todo en el más absoluto negro.  No tenía defectos, solo virtudes que resaltaban.
Su voz era tan atrayente, como las abejas a las flores.  Tan grave y tan suave a la vez.
No podía dejar de verlo, él se había robado mi corazón con solo un instante, con sólo atreverse a venir por mi, e invitarme a salir.
Por supuesto que la salida fue algo magnífico. 
Me llevó al cine y luego fuimos a un concierto al aire libre. 
Sin embargo,  no recuerdo la película,  ni mucho menos la banda que tocó en el recital.
Solo me hallaba perdida en aquellos profundos pozos negros que me invitaban a zambullirme hasta lo más profundo.

Volví a la realidad con un nuevo dolor.
El bebé viene en camino y debo darme prisa.
Agarré el asa del bolso sobre mi hombro y lo dejé sobre la mesita del hospital.
La enfermera me ayudó a ponerme una bata azul. 
Me dijo que pronto vendría el doctor. 
Una lágrima se escapó de mis ojos y, un sollozo, de los labios.
Él no estaría aquí. 

Cerré los ojos por el dolor y el calor de una mano aferrándose a la mía me dió la sensación que todo estaba bien, que todo volvía a ser como era, sin embargo yo sabía que no era su mano la que se aferraba a la mía.

Aún recuerdo cuando el doctor nos informó que el tratamiento había funcionado,  cuando las lágrimas bañaron su rostro y la emoción hizo brincar mi corazón.

Aún recuerdo el calor de su abrazo, aquel perfume que desprendía su piel,  la dulzura de sus besos y la suavidad de su voz.

Un nuevo dolor y la voz de la enfermera ayudándome, me trajeron de nuevo a la realidad.  A éste presente tan triste y desolador.
La voz no me sale, ni siquiera para gritar.
Escucho que todos hablan a mi alrededor,  sin embargo,  no puedo saber que dicen. Yo solo estoy perdida en los recuerdos de sus bellos ojos negros.

Aquel día nos habíamos propuesto salir a caminar, como cada tarde hacíamos.
Antes de salir pude notar que algo no iba bien, pero lo veía tan feliz.  Había juntado dinero e iríamos a comprarle una cuna al bebé.
Era nuestro sueño, ser felices los tres. 
Hasta que, al salir...  los cordones de su zapato estaban sueltos.
Se agachó para anudarlos y cayó al suelo.
Grité asustada y las personas se paraban a observar asombradas.
Unos minutos más tarde llegó una ambulancia. 
Lo trasladaron a la clínica,  pero él ya no vivía.
Sus ojos negros dejaron de brillar.

Los médicos dijeron que se trataba de una muerte súbita.
Que no era común,  sin embargo,  él resultó ser, ese uno en un millón. 
Lo perdí y me perdí aquel día.
No salía,  no vivía,  no me alimentaba bien; no obstante,  mi bebé continuaba creciendo dentro de mí.  Hasta ahora.

Un dolor más fuerte que el anterior y mucho más seguido me hizo torcer los puños.
Ya no podía soportarlo,  los doctores continuaban hablando y todo se hacía borroso por momentos. 
─ ¡Vamos que ya llega tu bebé! ─me apremiaba el médico.
─ ¡Puja una vez más!, solo una vez más.
Un nuevo dolor tan fuerte, me hizo gritar.
La mano de la enfermera seguía fuertemente aferrada a la mía y las gotas de sudor bañaban mi rostro.
No sabía cuanto tiempo llevaba aquí,  pero no era importante,  solo quería que el dolor se fuera.
El dolor se hacía cada vez más seguido y más fuerte.
Entonces lo oí.  Mi bebé lloraba. 
Abrí grande mis ojos y lo busqué con la mirada.
Aquellos mismos ojos negros tan brillantes, que una vez me enamoraron; y entonces supe, que él sería mi salvavidas.
Por él haría lo que fuera. 
Sus pequeños ojos me observaban espectantes,  mi rostro se reflejaba en ellos y me perdí en el amor y la pureza que desprendían.

Otros ojos igual de negros me habían mirado así alguna vez.

Entonces comprendí que aunque el color negro signifique a veces algo negativo,  tal vez malo;  o simplemente pueda ser, que en él habite lo absoluto.  Y que incluso también pueda que sea la unión de todos los otros colores; hemos de considerar que todo depende, de con qué ojos se vea.
Y así fue que el infinito se hallaba en sus pequeños ojos.
Sus ojos negros.


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Aclaración de la autora:

« De más está decir gracias.  No pienso que ganaré éste concurso,  es más,  no pensaba participar pues tuve muchos inconvenientes estos días.  No obstante,  soy responsable y no dejaría de presentar mi historia.
En un principio, la historia sería otra. La idea que tenía era sobre una muchacha ciega que se enamoraba de un chico de ojos negros.  Esa idea fue desechada porque hace apenas cinco días mi sobrina tuvo un precioso bebé.
Ella pasó por un embarazo muy riesgoso,  con diabetes,  preeclampsia,  con los huesos de las caderas pegados; se bancó más de seis horas de trabajo de parto, sin epidural, sin contar todos los otros inconvenientes que ahora no vienen al caso. 
Lo único que ella destaca y le emociona al recordar es el momento en el cual sacan a su bebé y lo dejan sobre su pecho. Él abrió sus hermosos ojos negros y la miró con todo ese amor, como si supiera que ella era su madre ... y me dije, al diablo, voy a escribir sobre eso.
Más allá de ganar o no en el concurso,  quiero dedicar ésta historia a mi sobrina. 
Espero que disfrute de su bebé y que logre ser feliz

»

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