Ahora que lo pienso, tengo que relajarme un poco. Llevo aquí dos días y casi me beso con Kelly y le he metido un pico por toda la cara a Antonio. Aunque me tome dos cervezas y me presten el coche de mis sueños no puedo seguir haciendo lo que he hecho porque me voy a meter en un lío muy gordo. Puede que se entere Hank del pico que le he dado a mi compañero y decida despedirme o mandarme a otra comisaría con otros agentes y eso no me gustaría para nada. Más o menos me llevo bien con todos aunque lleve aquí muy poco tiempo pero a pesar de que pueda dar a entender otra cosa, me caen mejor los chicos que Erin. Ella no me cae nada mal pero me siento más cómoda con los chicos y ese puede ser otro problema, por eso quiero hacerle ver a Hank que la amistad entre hombre y mujer existe.
Todavía no me creo que esté conduciendo un Range Rover burdeos precioso. Pensaba en comprarme uno de segunda mano con el primer y el segundo sueldo pero ahora es mucho mejor. ¡Por fin podré hacer la compra!
En verdad tengo dinero ahorrado porque mis padres me hicieron una cuenta a mi nombre para poder manejarme bien aquí. Les dije que no hacía falta, que yo haría turnos extras para ganar más dinero pero ellos aún así decidieron hacérmela por si algún mes necesitaba un poco más. Yo siempre he sido muy orgullosa y me niego a cogerle una moneda más a mis padres, antes no tenía trabajo y no podía mantenerme pero ahora sí, y ya no me hace falta su dinero.
- ¿Severide? -pregunto al verlo en el mostrador dónde lo conocí- ¿Qué haces aquí?
- Venía a verte, como anoche saliste corriendo como cenicienta...
- Ya...
La sargento Trudy Platt carraspea delante de nosotros para interrumpirnos y los dos la miramos extrañados. Normalmente no espera a que dejemos de hablar para ella informarnos de cualquier noticia pero esta vez se ha quedado callada esperando a que termináramos con la conversación.
- Teniente, Erin bajará en cinco minutos.
- Gracias Trudy. -agradece irónico y la mujer se marcha; yo también hago el intento pero me coge de la mano para retenerme- Espera Camila, de verdad que venía a verte pero no estabas y quise visitarla, tienes qué creerme por favor.
- Me gustaría creerte Kelly pero lo nuestro es solo un calentón. -comento- Te gusta tanto Lindsay que no te has parado a pensar ni un minuto la pequeña posibilidad que había de encontrarme aquí. No merece la pena seguir intentando algo que no funcionará, seamos sólo amigos y saldremos ganando los dos. -llegan Lindsay y Antonio- ¿Nos vamos?
- Si, claro.
Caminamos hacia las escaleras dejándolos solos y nos paramos enfrente de la reja metálica. Mientras que Antonio pone su código para abrir la puerta me fijo en ellos. No sé si por la parte de ella hay tanto sentimiento que por la parte de él pero espero que algún día estén juntos y de verdad sean felices los dos.
- ¿Estás bien? -pregunta Antonio al abrirme la puerta- Te veo triste.
- No, -respondo- tengo ganas de llorar.
Rompo a llorar nada más terminar la frase. Odio que la gente me mienta y más cuándo me hacen parecer idiota. Ahora mismo podría haberme llevado una decepción muy grande pero por suerte ayer no ocurrió nada entre Kelly y yo. Erin no se merece que alguien le haga daño y sobre todo cuando posiblemente vaya a ser una simple relación de una noche.
- Hey, Camila. -me abraza fuertemente- Tranquila, es una tontería.
- ¿Por qué se me acercan los peores tíos de la ciudad?
- Kelly es así, todo lo que tiene de mujeriego lo tiene de buena gente, te darás cuenta con el tiempo. Tú solo piensa en ti y en estar bien, no lo pases mal por un tío que no se ha enamorado nunca.
Consigo calmarme después de varios minutos. Me separo de él después de coger una bocanada grande de aire e inmediatamente elimino las lágrimas de mi rostro. Le sonrío convencida de que yo puedo con esta tontería y nos vamos los dos juntos con los chicos.
Voy hacia el cuarto de baño para lavarme la cara y que nadie note que acabo de llorar. Siempre se me pone la nariz roja como el reno de Santa pero no hay nada mejor qué ocultarlo con un buen lavado de cara y un poco de maquillaje. Allí, me encuentro con Halstead y Ruzek que hablan apoyados sobre sus taquillas.
- Tío, ¿cómo está tu hermano Will? Hace tiempo que no lo veo por el Molly's.
- Bien, en el hospital con sus cirugías y ese rollo...
- Halstead, ¿tú sabes si Erin y Kelly están juntos?
Nunca he sido de la clase de personas tímidas y cobardes. Si quiero saber algo lo pregunto, me da igual si mi pregunta sienta bien o mal.
- Ella siempre dice que van poco a poco. -contesta- Aunque ayer te vio con él en el Molly’s y no sé de quien se fía menos.
- ¿Hasta qué parte?
- Todo.
- Joder... -bufé- Este tío me va a buscar la ruina.
Si hubiera sabido antes todos los problemas que me ha acarreado Kelly, no me hubiese parado a hablar con él. Ahora tengo un problema y de los gordos con Lindsay porque es posible que esté enfadada conmigo por mi actitud con su amigo íntimo. En realidad yo no he hecho nada malo porque yo no tengo ninguna obligación sobre ellos, es Severide quien tiene que tener respeto hacia ella y pensar que eso le puede molestar; otra cosa es que no le importe ni lo más mínimo.
- ¿Hacéis algo esta noche? -nos pregunta Ruzek cambiando de tema.
- No. -contestamos los dos a la vez.
- ¿Quedamos esta noche? Hay partido de béisbol.
- En mi casa. -ordeno- Podéis traer a quien queráis, yo pondré las cervezas.
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La Unidad De Inteligencia | Chicago PD
FanfictionCamila Patton era una de las alumnas en la academia de policías de Nueva York. No se esperaba qué aquella mañana de clases cambiaría su vida para siempre pero ya ha tomado un decisión. Ahora todo es totalmente diferente. Trabajo, casa propia, amigos...