Multiplicación De Los Peces.

4 0 0
                                    

Cuando van por la calle los peces caminan apenas avergonzados de su vientre chino y pálido, al cuello su bufanda de espejo, silenciosos, un tanto furtivos en el aire. Empiezan entonces lentamente a respirar con un angustioso par de banderas a cada lado del cuerpo, igual que un barca que al mismo tiempo fuese paloma. 

En seguida nace en ellos su antiguo rencor hacia los números, hacia las desastrosas máquinas de sumar, hacia los bancos y los encargados del orden. El horrible temor de que cada número sea una escama y que el mundo llegue a poblarse de esos pedacitos de luz fija, como si lloviera para siempre hasta quedar desnudos. 

Entonces piensan en la injusta Multiplicación de los Peces, en ese castigo, en esa manera de reproducirse, sin deseo, a la que fueron condenados a la orilla del Tiberíades. Están condenados a ser peces tan sólo porque tienen sueños prohibidos. Pero podrían ser vacas, corderos, o llevar vestidos, hablar y sonreír.

Un pez llamado Roberto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora