Clarke siempre jugaba con ella, no era como Anya. Siempre que iba a casa para visitar a su hermana mayor, solía preguntarle a Lexa lo que había hecho en el día y cuando le invitaba a jugar con sus muñecas, aceptaba. Anya solía fastidiarse y decirle que ya se tenían que ir, pero Clarke siempre le sacaba la lengua y continuaba jugando unos minutos más con la niña que disfrutaba ese tiempo como su favorito.
Lexa estaba haciendo su tarea para la casa que la maestra le había mandado, pero le fastidiaba mucho tener que hacerlas. Su madre le dijo que no le daría más cereales de colores si no terminaba de hacer los ejercicios de suma y resta y de haber escrito diez oraciones que conllevaran números. Se suponía que el colegio era para estudiar y la casa para descansar, entonces, ¿por qué tenía que estudiar en casa? Era injusto, abusaban de que era pequeña y no podía defenderse.
- Prometo que después las termino, mami –le suplicó la niña en la puerta de la cocina, viendo a la distancia su caja de cereales coloridos en un estante muy alto para que no pudiera alcanzarlo. Desde su punto de vista, pareciera que estuvieran en lo más alto de una torre-. Porfi.
- No, Lexa. Cuando termines de hacer todo te los daré –dijo su madre con voz autoritaria.
Su mamá se parecía más a ella que a Anya, salvo por la maldad de alejarle sus cosas más preciadas; como lo era su cereal. Era maldad pura hacerle eso a Lexa.
- Porfi –repitió arrodillándose y con las manos unidas en suplica.
- Que no –terminó de agarrar las llaves del coche y su cartera, iba de salida-. Tu hermana está arriba con Clarke, cualquier cosa que necesites se lo pides.
- Necesito mi cereal de colores –tentó a la suerte y su madre no pudo retener una sonrisita.
- Puedes intentar pedírselos, si te los da, son todos tuyos.
- ¡Mami, no! Anya se los comerá si lo hago –exclamó frustrada, tirándose de espaldas en el piso y extendiendo sus piernas y brazos como una estrella de mar, rendida.
- Eres imposible, Lex –su madre salió riéndose por la puerta, dejándola ahí, tendida en silencio y mirando al techo.
Lexa estuvo un ratito ahí tumbada hasta que escuchó unos pasos entrando por la otra puerta que comunicaban la cocina con las escaleras para ir piso de arriba.
- ¿Qué haces ahí, pequeña? –Vio como Clarke se paraba frente a ella, inclinando su torso para verla directamente, con una sonrisa y su dorado cabello cayéndole a los lados.
- Esperaba que mami se rindiera y me diera mis cereales.
Clarke se rio sin apartarse.
- Haces huelga por tus cereales, entiendo –Lexa asintió desde el suelo-. ¿Por qué tu mami no te los quiere dar?
- Dice que tengo que terminar de hacer la tarea.
- Hmm, ya... ¿Dónde están los cereales? –Se giró a buscarlos con la mirada.
- Allá arriba –dijo Lexa agotada, con su dedito señalando su lejano cereal-. Se aprovechan de que soy pequeña.
Clarke se acercó hasta el mesón bajo los estantes y tomó un pequeño impulso hasta agarrar el anhelado cereal de Lexa.
- Hagamos un trato –Lexa se levantó de inmediato y fue hasta Clarke-. Puedes comer un poco de cereal mientras haces la tarea y así tu mami no se molestara conmigo porque te los di.
- Mi mami no se molestara contigo –Lexa frunció el ceño, segura-. Nadie se puede molestar contigo.
La rubia rio sin bajar mucho la caja de cereales, no fuera a ser que Lexa en un rápido movimiento de niña pequeña los agarrara y se diera a la fuga.
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Ángel | La amiga de mi hermana (Clexa)
FanfictionLa mayoría de las veces, el proceso para descubrir tu sexualidad "diferente" a lo que la sociedad considera "normal" puede ser lioso, sobre todo cuando te enamoras de la persona más errónea en la faz de la tierra. Y no me refiero al sexo, eso es sol...