4.- Amigos.

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—Mueve el sofá un poco a la derecha —dijo Sophie frente al sofá marrón que Jess estaba acomodando

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—Mueve el sofá un poco a la derecha —dijo Sophie frente al sofá marrón que Jess estaba acomodando.

— ¿Tu derecha o mi derecha?

—La mía —contesta entre risas.

Sophie y Jesse habían pasado horas en el departamento del muchacho. A pesar de que él se negó repetidas a aceptar la ayuda de Soph, al final terminó cediendo. El lugar era un completo desastre cuando entraron por la puerta principal; en el salón había cajas de cartón por todos lados, muebles con ropa o artículos de decoración encima, cajas de pizza vacías en una mesa en el fondo y varias maletas, además de la cocina, que también era un desastre. Después de tirar todo lo que ya no servía, limpiaron los muebles y las ventanas, barrieron y lavaron el suelo. Sólo faltaba acomodar en su lugar los muebles y las decoraciones y los últimos treinta minutos Sophie tuvo a Jesse moviendo las cosas pesadas a su gusto.

— ¿Aquí? —preguntó el chico después de mover el sofá hacia dónde ella se lo pidió. Estaba exhausto y le daba la impresión de que Sophie se estaba divirtiendo mucho teniendo el control.

—Sí, ahí se ve perfecto —respondió Sophie y se dejó caer en el sofá. Jess tomó a Allie que estaba recostada sin problemas en el suelo y se tiró a lado de la chica con su mascota en el regazo—. Dios, estoy exhausta.

Allie era una pequeña gatita con ojos azules y pelaje gris que Jess técnicamente había secuestrado de casa de sus padres.

— ¿Tú estás exhausta? ¡Me hiciste mover cosas pesadas a tu gusto! —reclamó Jess bromeando mientras Sophie reía.

—Oh, pobre Jesse —ambos rieron y ella se quedó mirando el techo de la habitación. Entonces él la miró.

Tenía unas pestañas largas y tupidas, casi para hacer destacar sus enormes y hermosos ojos azules. Ella era jodidamente bonita.

De repente notó un rápido movimiento en las manos de la chica, bajó la mirada y observó cómo movía los dedos con delicadeza sobre la tela de sus jeans, dando pequeños toques. Eso le llamaba mucho la atención, porque aunque ya la había visto varias veces haciéndolo, aún no entendía la razón de aquella acción.

— ¿Por qué haces eso con tus dedos? —Sophie parpadeó un par de veces con confusión y volteó su vista hacia él.

— ¿Hacer qué?

—Ya sabes, eso de mover tus dedos —señaló la mano de la chica que seguía moviéndose discretamente.

— ¡Oh, eso! —se rio un poco avergonzada y bajó la mano—. No lo sé, lo hago desde hace bastante tiempo. A veces sucede involuntariamente. Solo me imagino sentada frente un piano, o recuerdo algunas notas musicales que he aprendido, y mis dedos empiezan a moverse. Es como un mal hábito que no he podido quitarme con el tiempo —confesó apenada.

—Eso es lindo —ofreció Jess con una sonrisa en el rostro. Sophie lo miró con un leve sonrojo y soltó una risa. Era tan fácil ser ella misma cuando estaba con él.

— ¿Y tú?, ¿tienes algún mal hábito del que deba estar enterada? —le preguntó con simpatía. Todo lo hacía con simpatía, se fijó Jess.

—Bueno —él suspiró—, creo que hoy te diste cuenta de que soy muy desordenado, ese es mi mal hábito. El desorden —se encogió de hombros y rio.

—No me lo tienes que jurar, te creo —le dijo Soph—. Este lugar era un desastre.

—Lo sé, y gracias por ayudarme a limpiar —le regaló una sonrisa—. Si no hubieras venido hoy conmigo muy probablemente lo hubiera procrastinado durante otras dos semanas.

—Fue muy divertido, gracias a ti por invitarme —y después de lanzar un suspiro, le dijo—. Aun no me has dicho cómo es que terminaste aquí, Jess.

—Es una larga historia... pero te la contaré —Sophie asintió y lo escuchó atentamente—. Mi trabajo es... Asombroso. Soy periodista de una revista. Escribo la sección de viajes y, ya sabes, viajo mucho. Demasiado, diría yo. Y amo viajar. Conozco muchos lugares hermosos, he probado comida muy buena, y he visto un montón de culturas y tradiciones. Es un sueño.

—Pero... —siempre había un "pero", y ella lo sabía. Jesse suspiró.

—Pero necesito estabilidad, al menos por un tiempo. Nunca estoy más de un mes en el mismo lugar y constantemente me estoy moviendo por el mundo. No tengo muchos amigos estables y casi nunca veo a mi familia. Y ya sabes, tengo 21 años, necesito vivir la vida.

— ¿Y dejaste tu trabajo? —preguntó ella impresionada.

— ¡Ni en un millón de años! Le expliqué a la editora de la revista mi situación y ella accedió encantada a darme el tiempo que necesitara para "vivir la vida". Ahora trabajo en el maravilloso equipo de edición redactando noticias mal escritas o reduciéndolas cuando las palabras exceden del límite. Es divertido porque puedo hacerlo desde casa y me pagan. No es como viajar, pero también es un sueño hecho realidad después de tanta locura —Jesse suspiró y continúo—. Como sea, después de un par de meses pasando tiempo con mi familia busqué un lugar relajado al que nunca hubiera ido y encontré ésta bonita ciudad y dije: "¿Por qué no?". Así que agarré mis maletas, mis cosas, a mi gato y me puse en camino —sonrió y miró a Sophie —. Creo que va a ser una experiencia divertida.

—Espero que lo sea, Jess —ofreció ella sonriéndole de vuelta.

— ¿Y tú, Soph?, ¿qué te trajo aquí?

Sophie reflexionó un poco antes de responder.

—Quería alejarme —miraba a la nada mientras hablaba, se fijó Jess—. Quería alejarme de mis padres que si no estaban presionándome por ser perfecta, estaban simplemente ignorando que existía. Quería alejarme de las personas que siempre notaron que era una niña rara en la escuela. Quería alejarme de esa parte tóxica de mi vida. Sólo quiero estar en paz.

Sophie tenía la voz quebrada y los ojos cristalizados. Jess quería acercarse y abrazarla, pero no sabía qué reacción tendría Sophie si lo hacía. La dejó seguir hablando.

»No sé cómo terminé en éste lugar. Terminé mis estudios en una academia de música de mi ciudad natal y lo más pronto posible mandé mis documentos para dar clases en el conservatorio. Lo siguiente que recuerdo es llegar a mi departamento con maletas —suspiró y limpió unas lágrimas que salieron sin su permiso—. No sé qué hago todavía aquí, hay tanta gente en internet e incluso en mi día a día que sólo por el hecho de que gané un par de reconocimientos antes, ahora quieren estar presentes cuando demuestre que no soy tan buena —Jesse recordaba haber leído algo así en internet, muchos comentarios ridículos hablando mal de la chica—. Pero si de algo estoy segura es que prefiero estar aquí que en casa de mis padres, donde se me recuerda todos los días que no soy suficiente—negó con la cabeza y bajó la mirada.

Él sabía que intentaba ocultar las lágrimas.

Entonces, la castaña siente la mano de Jess sobre su hombro y lo mira. Él se había acercado a ella y ahora sus rodillas casi se rozaban.

—No sé cómo es posible que las personas que haz conocido sean tan estúpidas, o que nunca tuviste los suficientes amigos, o que tus papás piensen tan mal de tu vocación, pero Sophie... ahora me tienes a mí. Y no me iré de tu lado en un buen rato —ella no había notado que seguía llorando hasta que Jesse pasó sus dedos por debajo de sus ojos quitando las lágrimas.

—Dios, debo de parecer una tonta aquí llorando —ríe sin gracia e intentó deshacerse de las lágrimas.

—Sophie... —murmuró Jess y ella lo mira—, puedes llorar conmigo. Para eso son los amigos.

Y así se hicieron amigos.

*****

canción al principio: piano, de ariana grande.

stayinvisible_

"Casi" nunca es suficiente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora