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Mi padre pudo entender por mi expresión que estaba perdiéndose de algo importante, sincronizó sus lentes y pudo ver a la MoonLady atravesar la tienda al mismo tiempo que nos miraba

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Mi padre pudo entender por mi expresión que estaba perdiéndose de algo importante, sincronizó sus lentes y pudo ver a la MoonLady atravesar la tienda al mismo tiempo que nos miraba. Ella pareció darse cuenta de que estábamos observándola, sonrió y dio unos pequeños saltos de regreso al lugar de donde había salido. Aquella pequeña presentación fue una buena oportunidad para que mi padre y yo nos cuestionáramos sobre la naturaleza de la vida.

Yo no había escogido todavía mi regalo de graduación, no había podido decidir entre un traje de anti-gravedad y una colección de documentos históricos pero lo que había acabado de ver parecía tomar la decisión por mí. Siempre había sentido curiosidad por las tiendas La Casona y por lo que ofrecen pero conocer el mundo es algo complicado cuando se vive en la periferia y se tiene una crianza algo estricta en un hogar puritano como el de mis padres.

Aparte de ese día yo solo había visto una MoonLady un par de veces en algún campamento unas laps antes de aquellas vacaciones. Recuerdo que llegué a sentir envidia de aquellos chicos con suerte.
Si algo había que hacerse yo estaba ante el momento y el lugar para hacerlo y tenía que hacerlo bien y rápido. Era el momento de superar la vergüenza.
-"Papá, creo que ya se qué quiero como regalo de graduación"- dije sin estar seguro del todo.

Un silencio que pareció durar dos match siguió a mi torpe impulso. Mi padre fue un puritano toda su vida y no hubiera sido una sorpresa un NO rotundo de su parte.

-"sí? Yo sabía que ese traje anti-gravedad te iba a gustar...yo de jóven tuve uno también, esas cosas son geniales"- dijo mi padre, se notaba que sabía a que me refería y que estaba tratando de eludir la conversación. Además de un puritano mi padre siempre fue muy mal mentiroso.

-"creo que ella supera al traje papá. El traje ya no es algo nuevo y en nuestra isla no hay casi MoonLady... papá, dale una oportunidad"- como pude encontré fuerzas para pelear por lo que quería, se trataba de darme una oportunidad de experimentar algo de ese mundo al que los puritanos le  tienen tanto miedo y yo sabía que mi padre no podría negarse. Iba a costar trabajo convencerlo de aceptar una MoonLady en casa pero el primer paso era simplemente el paso siguiente.

-"estás seguro?"- preguntó mi padre mientras el dependiente hacía a un lado el holograma. Yo no sabía de qué se trataba MoonLady o La Casona y no podía dejar de sentir algo extraño al pensar que estaría comprando un ser humano, algo que iba totalmente en contra de los principios puritanos. Yo no sabía absolutamente nada pero sí estaba seguro de que la MoonLady de la vitrina estaba ahí esperando por mí. Seguramente podría encontrar un equilibrio entre mis principios y mi regalo de graduación o al menos tal vez podría lograr que mi consciencia hiciera un poco la vista gorda.

El dependiente nos explicó que se trataba de una adopción, lo que me hizo la cosa más fácil pero a mi padre aquella explicación no bastaba para convencerlo. Los 2 millones de puntos que La Casona pide al momento de dar una MoonLady en adopción ayudan a cubrir los costos de mantenimiento y permiten a WhiteStar Inc. ayudar a otras MoonLady a encontrar  la inmortalidad. Mi padre siguió sin entender pero de todas maneras conectó su chip de crédito al banco de la tienda, los cupones que él había estado reservando para el traje anti-gravedad redujeron un poco el costo del proceso de adopción.

La cubierta de cartón negro que protege la caja de cada MoonLady brilla debido a las finas incrustaciones de diamante y las letras están hechas de una delgada capa de oro pero a mí solo me interesaba la MoonLady. Saqué la caja de la cubierta de cartón y puse mi mano sobre la tapa, la caja se volvió transparente y pude ver a la hermosa muchacha que parecía estar dormida.

No pude sino sentirme un poco incómodo cuando mi padre me hizo notar la forma de la caja y su relación con antiguos ritos de los 1.0, ritos que algunos puritanos conservan hasta hoy. Esto aceleró un poco las cosas  pues yo quería sacar de mi cabeza las aterradoras imágenes de ese pasado doloroso que los puritanos se empeñan en mantener. Además quería demostrarle a mi padre que los 2 millones de puntos habían valido la pena, quería que la MoonLady se lo demostrara ella misma. Mi padre fue muy terco toda su vida pero también fue un  hombre justo que sabía reconocer cuando estaba equivocado  y hasta se tomaba el tiempo para corregir su posición.

Saqué a la MoonLady de la caja, la cargué como si se tratara de un bebé  y acaricié su pelo, por un momento fui un niño con muñeca nueva. Dentro de la caja había una tarjeta , que, según nos explicó el dependiente de La Casona, había que raspar para poder activar a la MoonLady.  Esta activación me pareció algo muy cercano a un ritual.

-"Pania"-dije después de recitar los números de la tarjeta y mientras ponía mi pulgar derecho sobre la frente de...quién era ella en cuanto a mí? la respuesta solo podría dárnosla el tiempo, que por cierto ya apremiaba. La aventura que mi padre había agendado estaba próxima a comenzar y conociendo a mi padre seguramente iba a tratarse de una jornada multiusuario que comenzaría con o sin nosotros.

Despertar/activar a Pania había probado ser una ventaja. Aunque antes de despertarla sentí algo de miedo por lo que dijo el dependiente de la tienda, eso de que de ese momento en adelante ella aprendería de mí todo el tiempo y que ella no podría vivir sin mí; durante la jornada, que resultó ser una de esas aventuras con carros a toda velocidad y muchos tiros, estar con ella fue como tener otro par de manos y otro par de ojos para cubrirme la espalda.  Ella había aprendido con facilidad mi estilo de juego y se había adaptado en solo un move.

Antes de entrar en la aventura Pania me tomó de la mano y cerró los ojos. Yo no se qué fue lo que pasó pero fue como si ella hubiera podido entrar en mi mente , fue como si se hubiera creado un vínculo entre nosotros para compartir información y data sensorial. Aquella creatura de apenas un metro de alto guardaba secretos y sorpresas que ofrecían la posibilidad de expandir mi experiencia del mundo.


Pania logró ganarse el respeto de mi padre, según él era la primera vez que me veía interesado en comprometerme y asumir responsabilidades. 


Tres sesiones después regresamos a casa. Esas vacaciones en  Truvio 3 marcarían un antes y un después, no solo por Pania sino por nosotros.  Fueron las últimas vacaciones juntos y solo el recuerdo me acercaría a Arminium 300.


El puerto bullía con toda clase de vida  durante los primeros match de la sesión. Las calles estaban atiborradas de góndolas que llevaban carga y pasajeros desde los dirigibles  hasta la nave.  Pania se agarraba de mi mano tan fuerte como podía mientras yo llevaba su equipaje y el mío. Aunque el barullo del puerto podría ser peligroso para alguien de apenas un metro tener a Pania conmigo sería más seguro para ella que si la hubiera dejado en su caja. Las MoonLady dormidas  no pueden ir en los compartimentos de pasajeros y en las bodegas...los marinos del espacio cuentan historias sobre cargas perdidas y  sobre cajas terriblemente dañadas por las dificultades del viaje.


 


 


 


 


 


 


 

10 añosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora