Julieta
Cuando eres adolescente tienes mil cosas en las que pensar; como encajar, tener amigos, controlar tus emociones... entoces ¿porqué el amor debería ser un problema? Cada uno interpretamos el amor de una forma distinta, pero al fin y al cabo, todos acabamos de brazos en brazos y de besos en besos buscando algo de calor; y ahora, que comenzamos a vivir bien, no nos da miedo tirarnos de cabeza a el,sin miedo a que te absorba, sin miedo a morir en el intento.-¿No te bastaba con divorciarte que me tenias que arrastrar contigo al culo del mundo?-dijo mientras soltaba de golpe las cajas de la mudanza en el medio del horrible y empapelado salón.
-Te vendrá bien cambiar de aires - dijo su madre mientras depositaba, eso sí, con cuidado, otro par de cajas - además, tampoco puedes decir que dejes nada atrás en la otra ciudad. ¡Y por cierto! vuelve a soltar las cajas así y haré lo mismo con las tuyas a ver si te hace gracia.
Dicho esto desaparecio por la puerta al igual que hizo su hija para el piso de arriba. Quería saber el zulo en el que dormiría hasta que pudiera pirarse de alli.
Al entrar en la habitación gruño por lo bajo por varios motivos;
el primero: su madre tenia razón, en el otro instituto no había conseguido hacer ni un amigo, su existencia allí se resumía a deambular por los pasillos intentando pasar desapercibida. Pero al menos así era tranquila la existencia ¿Y si en el instituto nuevo no lo conseguía? el próximo año podria ser un completo infierno
segundo: la habitación estaba completamente vacía a excepción de su cama y un armario empotrado. Allí pasaría el próximo año los días que no estuviera en la residencia del instituto, habría que decorarlo un poco.
"Bueno, podría ser peor" pensó "la habitación podría tener el horrible papel que tiene el resto de la casa" dijo mirando las paredes moradas.*tres horas despues*
Después de encontrar su ropa (no sin esfuerzo) y ponerse unos vaqueros y una sudadera, salio a la calle dispuesta a descubrir donde el destino, o mejor dicho, un vuelo de casi dos horas con una azafata bastante molesta la habían llevado.
Casas jodidamente iguales, calles jodidamente perfectas, aceras jodidamente limpias...y varios gritos.
¿os imagináis lo que hizo? echaría a correr y llamaría a la policía como haríamos la mayoría ¿verdad? pues no, claramente que no.
Tardo un par de segundos en decidirse, pero no es una persona que le guste estar quieta, y para ella, como en la mayoría de ocasiones en su vida, la curiosidad ganó .
Echó a correr calle abajo siguiendo los gritos y no tardó en averiguar de donde procedian.
Un grupo de chavales de más o menos su edad formaban un círculo y gritaban entre risas.
Dando un par de vueltas al círculo encontró un hueco libre donde poder ponerse y ver lo que ocurría.
"¡Rompele el cuello Álvaro!" " ¡demuéstrale al inadaptado quien manda!" gritaban entre la multitud animando a un chico de aspecto pijo.
Dos chicos se pegaban en el centro. El que parecía dar todos los golpes tenia el pelo largo por arriba y rapado por los lados, una pequeña cicatriz en la cara, vestía unos vaqueros, playeros anchos y una camiseta de los Rolling Stones; en cambio; el otro, que estaba sangrando por un lado de la cabeza tenia el pelo engominado hacia atrás y camisa. Parecía que se habían puesto de acuerdo para llevar lo opuesto.
El chico de la camisa intentaba desesperadamente asentar un golpe al otro, aunque este, sin nada de esfuerzo los esquíbaba y le golpeaba con el doble de fuerza.
-¿Te rindes ya Álvaro?- dijo el chico de la cicatriz al dejar sentado en el suelo al otro de un derechazo en la cara- Ya has hecho bastante el ridículo por hoy.
-Callate pedazo de mierda- dijo y escupió sangre a un lado- seguirás siendo escoria por muy bien que pelees.
-¿Y tu que sabes como lucho?-preguntó con cierto tono humorístico- Sí contigo solo puedo jugar.
El chico del suelo gruñó.
-Y por cierto, yo que tu iba a casa a lavarme. Después de todo la sangre sale mal de las camisas y tampoco quiero que llores.
Dicho esto se dispuso a salir de aquel ring humano por el lado en el que ella observaba, pero sus miradas se toparon y el sonrió abiertamente
Parecía que iba a decir algo, pero fue interrumpido por un sonido que indicaba algo muy claro; problemas, era la sirena de un coche patrulla.
El coche aparco al lado de la multitud y de él bajaron un par de polis que parecían haber sido interrumpidos en medio de la merienda.
Uno era bajo y regordete, tanto que parecía imposible que aquel hombre corriera un par de calles sin necesitar un ventolin, tenia el pelo negro lo que hacía más evidente varias canas; el otro, era bastante más alto y fornido, pero su aspecto completamente desaliñado hacia parecer que había encontrado el traje en el fondo de un cubo de basura.
Ambos policías sabian perfectamente a lo que venían y no mostraban ganas de gastar su tiempo en otra cosa. Entre ambos hicieron algo que la sorprendió, sin preguntar a nadie esposaron al chico vencedor, pero... ¿porqué al otro no?
De la que se lo llebavan al coche el chico no dejo de sonreír ni un segundo mientras caminaba a paso lento, parecía estar disfrutándolo.
-Y bueno Matt ¿Qué tal tu esposa? he oído que tu hijo ya se fue a estudiar derecho a Inglaterra.
Parecía estar diciendo eso para demostrar las constantes visitas que tenia a la pequeña comisaría del pueblo, y así estuvo hablando hasta que el coche marchó con el en su interior.
Un chico con sudadera de fútbol americano ayudó al que el otro había llamado "Álvaro" a levantarse y una chica gritona y con plataformas doradas me dio un empujón para agarrarle del brazo.
El chico levanto los ojos y se topó con los de nuestra protagonista, y sin poder remediarlo, ella le mantuvo la mirada
-¿tu eres la chica nueva?- soltó con una sonrisa de oreja a oreja.
Aquella sonrisa era diferente a la del otro matón, esta no incómodaba pero hacia que le recorriera el cuerpo un escalofrío agradable
-Sí - respondió intentando no notar su nerviosismo- Soy Julieta
La chica de las plataformas respondió con un gruñido y aferrándose más fuerte al brazo del chico, el cual, sin apartar los ojos de mi, con un movimiento firme del brazo que tenia libre se liberó de ella.
-Encantado- dijo extendiendo la mano izquierda - Por desgracia no soy Romeo, me llamo Álvaro - Miro por un segundo la mano. Tenia varios raspazos ensangrentados y estaba algo manchada por caer al suelo.
Si sumamos un chico muy guapo con su amabilidad una mano demacrada no era nada. Dirigio lentamente la mano para estrecharsela, pero justo en el momento en que se iban a tocar, el chico la apartó con un movimiento rápido.
-lo siento- dijo limpiandose en su vaquero- no me había dado cuenta de lo echo polvo que estoy.
Eso nadie se lo podía discutir, aun tenia sangre en la cara.Sin pensármelo dos veces sacó el pañuelo de tela que siempre llevaba encima y se lo ofrecio sin pensarlo un segundo.
-¡No puedo ensuciartelo!-dijo tras observarlo un par de segundos
-No pasa nada, tengo más- dijo encogiendose de hombros intentando no darle importancia.
El chico lo volvió a mirar, sonrió y esta vez si que aceptó el pañuelo.
-¿Sabés? Lo voy a aceptar, pero solo por un motivo - dijo con una tierna sonrisa- volver a verte.
Julieta se sintió extraña, una mezcla de frio y calor. Le gustaba.
Dos chicos delgados y con pinta atlética se pusieron en medio intentando ver si Álvaro estaba bien.
En aquel momento ella corría por donde había venido con un torbellino de pensamientos en su mente.
Quizás este año pueda estar bien, quizás no fuera tan horrible hacerse notar, al menos un poco.

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Dos Romeos para Julieta
Подростковая литератураSer adolescente nunca es fácil ¿ verdad? y más cuando has sido una marginada toda tu vida, por ello, si te mudas, nada debería ser diferente ¿o si? Os contaré mi historia, quizás no demasiado especial pero si única, junto con los alumnos de la clase...