El lápiz mágico

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Presioné la punta lo más fuerte que pude hasta verla hacerse añicos contra la hoja. Limpié los residuos con la mano y contemplé mi obra: una linea gris profunda y sinuosa con fogonazos de negro tan duros que llegaban a rasgar el papel. "Es un lápiz mágico — pensé — ha dibujado mi vida de un solo trazo" Sentí una rabia inmensa. Odiaba cada milímetro de aquella patética linea (que era mi vida) y odié el lápiz que concibió y dio a luz un trazado tan imperfecto. Terminé el diseño de mi existencia con un final digno de ella: estrelle con con un golpe seco lo que quedaba de la punta del lápiz sobre el papel. El lápiz crujió y una astilla fue a rasgar la palma de mi mano. Grité una lisura y apreté el puño con todas mis fuerzas para descargar una ira que ya se iba convirtiendo en lágrimas. Sentí la palma húmeda. Hice más presión; exprimí — mejor dicho — . Una gota de sangre despuntó sobre el lápiz — que seguía en mi mano — y lo recorrió todo para terminar salpicada como corolario de mi tortuosa linea del tiempo.

La sangre es un signo de fatalidad, lo sé, un símbolo de muerte. Sin embargo, habiéndose derramado a causa y a través de ese lápiz, el mismo que segundos antes había dado a luz a mi simbólica linea de vida, lo interpreté como un signo divino de amor. Como si mi dolor y mi sufrimiento no fuesen solo míos sino de alguien más... ¿acaso también de Dios? Sea como fuere, me recorrió el corazón una emoción desconocida que rápidamente se transformó en unas ganas incontenibles de llorar. Sin entender bien qué me pasaba tomé el lápiz y, bañándolo en la sangre derramada, escribí la primera palabra que se me vino a la mente: "gracias".

"Es un lápiz mágico — pensé — ha dibujado en mi vida la gratitud".

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⏰ Última actualización: Nov 14, 2016 ⏰

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