Diario de una Escritora más...

Diecinueve...

En toda la noche no pude dormir, luego de salir de la habitación de Cristian me fui directo a la mía, me senté en el sofá, y trate de dormir, pero todos fueron intentos fallidos. Me levante y mire el reloj en mi pared, y marcaba las 4:26 am, baje a la cocina, tome un vaso de leche caliente y me apoye en el mesón, de pronto oí unos pequeños ronquidos, mire en ambas direcciones y no vi a nadie, fui a la sala y allí estaba, mi madre recostada en unos de los sillones, se abrazaba ella misma, y por su expresión pude notar que sentía frio, fui al almacén y busque una colcha, la coloque sobre ella y la observe durante un momento.

No podía ni imaginar todo el dolor que estaba sintiendo, siquiera yo podía asimilar todo esto, Papa, mi papa había muerto, y no solo eso, el hecho de que no lo habíamos visto en mucho tiempo, no podía negar que los llamábamos a veces, que mi madre había hablado con él la semana anterior, pero si era un hecho el que ya las llamadas no eran frecuentes, nos comunicábamos dos veces al mes desde su último viaje, no tuvimos la oportunidad de despedirnos, ¡Cristian siquiera de conocerlo!, me entristecía su posición.

Cada uno de los cortos momentos de mi niñez junto a él fueron apareciendo poco a poco, me senté en un sillón junto al de mi madre, no quería hacer ruido para despertarla, pero me era inevitable llorar, toque su espalda con mi hombro, ocasionando que se moviera un poco, me asuste y decidí subir de nuevo a mi habitación, pase junto a la habitación de Isabella, vi que su puerta estaba abierta y que las luces encendida, toque con el puño cerrado débilmente y la puerta se abrió, observe que estaba acostada junto a sus audífonos, su mirada se plantó en mí, mi mirada de preocupación por la situación me delato y ella afirmo, haciendo esto que me acercara a ella, me senté a su lado, ella abrió sus brazos y yo los correspondí con un abrazo. Nos quedamos ambas allí sin decir ni una palabra, ella se quitó los audífonos y se aferró más a mí, apoye mi cabeza junto a la de ella y cerré los ojos un rato.

Lamentablemente no fue por mucho, la alarma de Isa sonó a las 7:00 am, poco tiempo después volví a mi habitación, ese día tenia clases, pero no estaba planeando ir, Isa decidió por ir, diciendo que así despejaría su mente. Como mama se sentía muy mal Cristian y yo tuvimos que llevar a Valentina, ella no estaba enterada del asunto de papa, así que decidimos que lo íbamos hacer después de que volviera.

Cuando veníamos de camino Cristian se le ocurrió la idea de desayunar cerca de casa, yo acepte teniendo en cuenta de que el pagaría todo.

- ¡Estos waffles están para morir! –Comento Cristian.

- Estoy completamente de acuerdo, es lo que necesitaba, esta mañana ha sido un poco incomoda, ¿No te parece?

- Si, en absoluto. ¿Sabes? Me preocupa la señora Holls, está realmente mal, y no la culpo esta noticia ha de caerle mal a cualquiera, pero solo digo que debemos estar pendiente con ella Becca.

- Esta bien. Tienes razón, anoche se quedó durmiendo en el sofá, temo que lo seguirá haciendo por un largo tiempo.

- Si, me di cuenta. Hoy en la mañana, antes de que despertaras, estaba en la cocina murmurando cosas como "¿Porque Sebastián?", "¿Porque ahora?", no tengo idea de a que se refería, obviamente era por papa, pero pienso que jamás seria el tiempo correcto para este tipo de noticias ¿No crees?

- Cristian, está bien. Hoy mismo hablare con mama, pero tenemos que darle tiempo, siquiera yo me siento bien, y solo ha pasado un día.

- Ok, lo siento por ser así, tan insensible. Y hoy hable de nuevo con la secretaria, me dijo que el sábado próximo seria su funeral.

- ¿Su funeral? –Tome un sorbo de café capuchino.

- Si, y será en México, por asuntos legales no pueden trasladar el cuerpo a Estados Unidos, por lo que si va a ver un funeral tendrá que ser allá. Los jefes de la empresa están dispuestos a pagar los gastos fúnebres, como también ayudar a financiar nuestros boletos y el hospedaje.