CAPITULO 12 Decisiones.

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---Shinobu---

Ya ha pasado más de un año desde que vivo con Miyagi, después de habernos enfrentado a mi padre ahora ambos estamos en la misma universidad, aunque él es un profesor y yo un alumno. En todo este tiempo me he sentido muy feliz, en verdad Miyagi es el amor de mi vida.

Aunque pasamos algunos problemas los supimos resolver con calma. Sinceramente no me importa la edad que tiene mi amante, él es la única persona que amo y quiero hacer feliz, luchamos día con día para que nada se interponga en nuestro amor.

Entre a trabajar de medio tiempo en una guardería en la cual al principio no fui muy bien recibido puesto que todos los niños me dejaron como juguete deshecho, me aventaron todo lo que tenían a la mano, comida, pintura, juguetes.

Pero no me importo y me presente al día siguiente como si nada hubiera pasado.

Los niños se fueron acostumbrando a mí, y después de dos semanas ya me abrazaban o jugaban conmigo, siempre sonríen y me alegra de verlos.

Aunque me he encariñado con un niño pelinegro de ojos color esmeralda, Naoya es un niño tan lindo e inteligente, es el más apegado a mí ya que no me suelta ni un segundo, diciendo que le encantaría que yo fuera su mamá.

Es algo gracioso de solo pensarlo, pero por la manera como me lo dice, tan tierno y lindo, en verdad no puedo decirle que no.

Soy su "mamá" en la guardería.

Lo que me contaron mis compañeros de trabajo, es que su verdadera madre murió cuando Naoya nació, su padre trabaja mucho y no puede estar viéndolo, que lo traen personas que trabajan en su casa, es un niño un poco solitario, pero desde que yo he llegado parece que se adapta a los demás.

Al terminar las clases camine a la oficina de Miyagi para llevarle su bento puesto que en unos minutos debía marcharme a mi trabajo. Entre a la oficina y vi a Miyagi revisando unos documentos, lentamente me acerqué a él y lo abrace del cuello.

-¿Cómo va tú trabajo?
-Shinobu. –sonrió y me sentó en sus piernas- Todo bien, aunque empezaran los exámenes.
-LO sé.
-Pero sé que mi niño tendrá las mejores notas. –beso mi frente.
-Te traje tu almuerzo, espero te guste. –me sonroje.
-Todo de ti me gusta. –tomo mi mentón.
-Bueno iré a trabajar.
-No lo hagas, -se aferró a mi cintura- quédate conmigo.
-Sabes que debo ver a mis niños.
-¿Los quieres más que a mí? –hizo un puchero.
-A ellos los quiero mucho pero, -lo bese- a ti te amo.
-LO sé. –me beso apasionadamente.
-Eres tan celoso.
-Es que eres mi vida entera. –sonrió- ¿Cómo está "nuestro hijo"?
-Baka, -me sonroje- Naoya está muy bien, siempre tan alegre.
-Qué alivio, ¿ya se recuperó?
-Sí, su fiebre se le quito muy rápido.
-Gracias a tus habilidades. –beso mis manos.
-Bueno, -me levante- nos vemos en la noche.
-¿Quieres que prepare la cena? –me miro.
-No es necesario.
-Está bien, -se levantó y me beso- cuídate y pórtate bien mi niño.
-Así será. –sonreí.

Salí de la universidad y camine hacia la guardería, puesto que estaba a unos 15 minutos a pie.

Quien pensaría que alguien como yo trabajaría a lado de niños, nunca he convivido con niños puesto que mi hermana la única que tengo aún no se ha casado y está en el extranjero, y para variar yo soy el hijo menor.

Al llegar al lugar encontré a Naoya con un mayordomo.

-Shinobu. –sonrió y corrió a mis brazos.
-Naoya, -lo cargue- ¿Cómo estás?
-Muy bien, -me dio una flor- gracias por tus cuidados.
-No tienes nada que agradecer.
-Por favor cuide de Naoya-sama. –comento el hombre.
-Así será.
-Su padre lo vendrá a recoger más tarde.
-Claro.
-Mi papá no vendrá. –murmuro Naoya.
-Vamos adentro Naoya, juguemos un poco. –sonreí.
-Hai.

Lo baje de mis brazos y me dio mi mano, caminamos hasta la guardería donde muchos niños jugaban en el patio con la supervisión de algunos compañeros y otros jugaban en los salones.

Entramos hasta el salón y Naoya se sentó a mi lado.

-Mamá. –murmuro.
-¿Qué ocurre Naoya?
-Gracias por la comida que me trajiste.
-No tienes que agradecer, -revolví su cabello- te prepare tú platillo favorito.
-Wiii, Itadakimasu. –sonrió.

Naoya empezó a comer lo que le había preparado, en lo que él terminaba me encargue de revisar los archivos que tenía pendientes y los ordene.

Realmente mi trabajo en este lugar es la administración, aunque como algo adicional me encargaron que cuidará de Naoya, puesto soy al único que le hace caso, así que para mí no es algo pesado el cumplir con esa tarea.

En verdad me gusta mi trabajo, me siento feliz como estoy, tengo un buen trabajo, estoy en una gran universidad y tengo al amor de mi vida a mi lado.

No me importa lo demás, lo único que importa es ser feliz.

El día se pasó volando que ni cuanta me di, hasta que vi a mis compañeros recoger sus cosas e hice lo mismo.

Los niños salían a encontrarse con sus padres, pero no vi a nadie acercarse a preguntar por Naoya, quien estaba recargado en un árbol, me acerque a él y revolví su cabello.

-Pronto vendrán por ti. –le di ánimos.
-No lo creo. –suspiro.

Le comenté a mis compañeros que me quedaría con él en lo que venían, y ellos se fueron.

-Seguramente hubo una emergencia. –lo mire.
-Papá no se preocupa por mí.
-Estoy seguro que sí, -suspire- todos los padres quieren lo mejor para sus hijos, y para que ellos lo tengan a veces trabajan demás.
-¿Cómo lo sabes mamá?
-Pues así es mi padre.
-Oh.
-Vamos, -estire mi mano- te llevaré a casa.
-Sí.

Tomo mi mano y caminamos hasta la salida donde encontré a un hombre pelinegro de ojos verdes que traía puestos unos lentes, vestía de traje negro.



-Papá. –se sorprendió Naoya.

Sentí todo mi cuerpo paralizarse de solo mirarlo de frente, no podía creer que después de varios años lo tenga frente a mí de nuevo.

-Naoya, -sonrió él mientras el niño corría a sus brazos- perdón la tardanza.

Nuestras miradas se cruzaron y él se sorprendió.

-¿Shinobu?
- Madarame Takeo, -susurre- cuanto tiempo sin verte...


Lucha Contra el Destino (Akihiko x Hiroki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora