La joven ya estaba pasada de tragos, era más de medianoche y decidió irse a casa, se encontraba a un par de cuadras de esta, en la celebración de cumpleaños de su amiga y vecina desde la infancia.
- Berenice... ya me voy a casa, estoy muy cansada y no creo que pueda mantenerme en pie por mucho mas tiempo, feliz cumpleaños!! te quiero.
- Oh Ant! gracias por venir, yo te quiero mas, déjame acompañarte a la puerta.
Las amigas se despidieron y si Berenice no hubiese tenido los sentidos tan aletargados por el alcohol, habría sabido que esa sensación en el pecho indicaba que algo iba muy mal, un par de lagrimas corrieron por sus mejillas al ver a su amiga partir, apenas las noto. Por su parte, Antonella solo quería llegar a casa y descansar y un par de minutos de tambaleante caminata después lo logro.
Abrió la puerta de su casa, vivía sola pero un par de gatos siameses siempre la recibían con maullidos de bienvenida, pero esa noche reinaba el silencio, uno profundo que le permitía oír su calmada respiración, le pareció extraño, pero su cansancio la hacia desear llegar a la cama más que nada, luego de descansar un poco buscaría a sus pequeños acompañantes. Subió las escaleras hasta su habitación y en ella se desvistió hasta quedar en ropa interior, logro llegar a la cama y cubrirse con las sabanas antes de que la bruma del sueño la invadiera completamente.