Capitulo 1

1.5K 98 27
                                    


Capítulo 1

Después de varios años por fin regresaría a mi hogar, quise empezar una vida nueva en otro país y aunque no me desagradaba, sentía que algo me faltaba, así que decidí trasladar mi trabajo a Tokio y retomar todo aquello que había dejado.

Al bajar del avión tomé mi equipaje; había muchas personas, como era de esperarse, algunos con carteles de bienvenida, pero ninguno con mi nombre. Era algo loco pensar que quería volver a un lugar donde nadie me esperaba, en realidad creo que solo una persona, una que no me había olvidado y no me dejaba en paz así estuviese a miles de kilómetros de ella.

Después del fallecimiento de mis padres tuve que independizarme. Ella siempre estuvo para mí y aun lo seguía haciendo. Al irme a estudiar a los Estados Unidos dejé mi casa a su cuidado. Pensé en venderla cuando decidí extender mi estadía en el exterior, pero recordaba que era lo único que me quedaba de mis padres. Ese era un gran impedimento y no me arrepiento de esa decisión, puesto que al final decidí regresar a aquel lugar.

Le había pedido que contratara a alguien para que limpiara y ordenara un poco. Entonces me confesó que de vez en cuando usaba la piscina y a cambio mantenía todo en orden. No podía negar que había usado una buena treta para excusarse. Al principio le reclamé, pero luego pensé que era mucho mejor; así la casa no se vería abandonada.

Salí del aeropuerto y tomé un taxi. En el camino, mientras veía el paisaje y recordaba los lugares que frecuentaba, pensaba que era muy extraño que no me hubiese ido a buscar. Dijo que estaba ocupada, tal vez tenía mucho trabajo; de lo contrario, estaba seguro de que ella hubiese sido una de esas personas que llevaban carteles de bienvenida avergonzándome por completo.

Inhalé profundamente para luego dejar salir todo el aire que había tomado. Por fin estaba en casa, de verdad había extrañado ese lugar. Maniobré como pude para poder entrar a la casa, ya que llevaba dos maletas, un bolso y el maletín con el computador. Una vez dentro, solté un suspiro y dejé a un lado los bolsos para contemplar con tranquilidad aquel lugar que me traía tantos recuerdos. Todo estaba igual, excepto por algunas cosas que sabía perfectamente de quién eran.

Decidí adentrarme para recorrer todo el lugar, pero cuando estaba llegando a la sala creí escuchar un ruido. De la nada salieron algunas personas. – ¡Sorpresa! – Dijeron todos a la vez. Me pregunté a mí mismo, mientras pasaba el susto, qué hacían esas personas en mi casa. Lancé un vistazo buscando un rostro conocido y fue entonces cuando ella se abalanzó sobre mí. – ¡Mamo-chan! – Dijo muy efusiva. – Te extrañé mucho, quise darte una sorpresa e invité algunos amigos. – Concluyó separándose de mí. Estaba muy sorprendido y no muy alegre. Sabía bien que no me gustaban las sorpresas, sin contar también que no me agrada que me llame de esa forma. Pero no me importó; ella se veía muy contenta y no quería arruinar el momento.

Seguía siendo la misma. Aunque casi siempre hablábamos por videollamada, no era lo mismo que tenerla en frente. Recordé otros rostros que se encontraban ahí y a los que no ella me los recordó sutilmente, entre ellos a una chica que no dejó de mirarme en toda la noche. Estuvimos un rato compartiendo con todos, me preguntaron miles de cosas sobre mi estadía en el exterior y si había regresado para quedarme. Aunque no me gustó la idea de tener a esas personas en mi casa el mismo día de mi regreso, puesto que pensaba que descansaría después de un largo viaje, no puedo negar que la pasé muy bien compartiendo con todos ellos. Me reí, me enteré de cosas que pasaron en mi ausencia y recordamos algunas anécdotas de nuestra juventud.

Luego de un rato decidí salir un momento para alejarme de todos y contemplar el paisaje de aquel lugar donde había crecido. Inhalé el aire fresco y me dejé caer en un peldaño de los escalones en la entrada para contemplar el atardecer. Entonces sentí como si alguien me observara. Bajé la mirada y me senté más erguido. Creí ver que algo se movía en la ventana de esa casa, la casa que estaba justo en frente de la mía. Fue cuando ella interrumpió mis pensamientos sentándose a mi lado. – No pierdes la oportunidad para hacer una fiesta, ¿verdad? – le dije riendo.

Ansiedad socialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora