Capítulo 18

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Su rostro se ilumina al verme y puedo ver el hoyuelo que forma al sonreír. Viste algo casual; pantalones negros, una camisa blanca con dos botones al descubierto, botas y su cabello rizado está atado en una coleta dejando rizos por su frente. Debo decir, que se ve demasiado sexy. Siento mis piernas temblar ya que su acción aumenta el torrente de nervios que me invade en este preciso momento y quiero ir con Alice, pero él empieza acercarse y yo sigo sin hacer ningún movimiento. Mi corazón late con fuerza y brusquedad que hasta pienso que en cualquier segundo romperá mis costillas. «Espero no arrepentirme de esto al concluir la noche...»

—Creí que no vendría —dice al estar frente a mí.

El aroma que desprende se instala en mis sentidos y es agradable. Intentó sostenerle la mirada, pero fallo en el intento.

Sé que me he sonrojado. ¿Por qué rayos me he sonrojado?

—Y-Yo... perdón la demora, es que estuve fuera todo el día —me excuse.

—Comprendo —dice y tomo valor para mirarlo—. ¿Le parece bien si nos vamos?

Asiento y él hace un gesto para que lo siguiera hasta su camioneta. Abre la puerta del copiloto para mí y después él se adentra en el vehículo.

El camino es silencioso y con un toque de incomodidad, mientras un CD de Maroon Five nos acompaña en el viaje de media hora, lo cual se me hizo raro pero no quise preguntar el porqué nos alejamos tanto. Digo, no es cómo si me fuera a secuestrar o algo así, además Alice sabía la hora y con quien salí.

Por ratos podía sentir su mirada sobre mí y por ratos yo lo miraba a él hasta que se estacionó frente a un restaurante elegante con un raro nombre, Chin! Chin! Al instante temí no estar vestida correctamente.

Claro que no estás vestida correctamente. Me regaño internamente. Recuerda que sólo tengo dieciséis, prácticamente, casi diecisiete.

—Muy buenas noches —saluda con amabilidad el joven trabajador.

—Buenas noches —respondemos al unísono.

El muchacho al cerciorarse de lo dicho nos dirige a una mesa un poco alejada de las demás, y al instante un camarero nos atiende. Saluda, nos deja la carta y promete que regresara en unos minutos.

—Perdone mi atrevimiento, pero se ve muy hermosa —halaga sin despegar la mirada de la carta y pude ver la pequeña sonrisa en sus labios.

—Gracias, aunque pienso que no estoy con el vestuario correcto —digo con total sinceridad y entonces siento sus ojos mirándome fijamente.

—No, está muy bien así. —Dice y regresa su atención a la lista de platillos.

El camarero, llamado Josh, regresa y toma nuestra orden. Ambos decidimos por un Sunday roast.

—¿Qué deseas beber? —Preguntó el profesor.

—Un refrescante de lima estaría perfecto.

—Dos refrescantes de lima, por favor —le dice al hombre, éste asiente y se retira.

—Entonces... ¿Su padre es empresario? —Empieza, o hace el esfuerzo de bajar la tensión.

—Uh, sí y mi madre es Psicóloga —intento seguir con el tema.

Esto no debió pasar.

Un suspiro brota de sus labios y veo lo preocupado que se encuentra. Y lo entiendo, yo también lo estoy, desde que inició todo ésto. Pero no quiero que piense que haría algo para perjudicarlo. Jamás lo haría.

—Edwards... Sé muy bien la situación en la que nos encontramos —dice, con tono suave pero determinado mientras aquellos ojos miel me miran temerosos—. No quiero que piense cosas... malas, o que yo podría hacerle daño.

Lo Inalcanzable » m.j (#LI1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora