Codexy: la tercera dimensión

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I

Birth

Lo único que Jane Gray tenía en ese momento era una sed insaciable y las manos con sangre. Corrió hacia un árbol que se encontraba a la sombra y tragó una inmensa masa de aire que llegó a sus pulmones y que le devolvió el perdido aliento.

Llevaba ya casi media hora escapando de los hombres del inspector Arias. Su mente ya casi no podía procesar lo sucedido, ¿o es que no pasó? La vida de su esposo, el doctor Bruce Gray, era nula. ¡Cuánto la había amado!, cuanto respeto tenía hacia ella. Aun así se merecía la muerte, porque si todas las majaderías que él le decía a su pobre mujer hubiesen sido ciertas, él aun seguiría vivo, aun así si no nos encontráramos en el siglo XVI.

Jane se sentó y con los nudillos golpeó la tierra. Las manos le temblaban y el sudor no le dejaba respirar con normalidad, aunque pueden haber sido también los acontecimientos. Por un momento se sintió muerta, ¿qué más le quedaba? Un escalofrío de desesperación y miedo la hizo temblar y un deseo de resignación le permitió gritar. No iba a sobrevivir por mucho tiempo, su salud era muy quebradiza, su piel era muy delgada, sus ojos, de un verde delicado, la hacían ver débil y su reciente crimen le flagelaba el alma una y otra vez, pero aun así se dio el lujo de gritar con gozo y por un momento se sintió viva. El placer no perduró, así que gimoteó en silencio.

Llevó sus manos a su demacrado semblante y al ponerse de pie arregló su ropaje y se quitó el falso ——ya completamente rasgado—— para caminar con gran cansancio, dio unos pasos para sentir el aire en su rostro y al dar un último paso su pie no dio a la tierra y cayó en una fosa sin término, o al menos ella no vio el final.

II

Life

Cuando despertó sintió una punción en el tórax. Se halló acostada en un piso frío, y el gélido ambiente la hizo dar un fuerte escalofrío. La cabeza le dolía horrores y su cuerpo estaba totalmente golpeado. Tocó con su mano el suelo e intentó ponerse en pie. No había nada que ver, ¿o sí? Estaba todo totalmente cubierto por cortinas negras, las cuales no daban paso a la luz. Jane caminó e intentó correr las cortinas. No pasaron más de dos segundos y la mujer no tardó en pasmarse. Jane nunca había visto nada tan blanco desde que su pobre vida había comenzado. El espacio era agradablemente acogedor, pero podría haberlo sido más si no fuera tan... blanco. Habían personas, muchas ¿personas? No lo eran, sin duda. Su cabeza era prominentemente grande y su piel era demasiado blanca... Todas estaban vestidas igual, con una túnica blanca y con una insignia azul en el pecho.

Jane caviló y dedujo que no podrían ser humanos. Avanzó y recordó que había caído en algo, y pensó que probablemente estaba soñando. Siguió avanzando y encontró una mesa larguísima donde había una de esas "personas". Se acercó.

— Buenos días —hizo señas con la mano en son de saludo, vaciló un instante y se arrepintió enseguida de haber hablado—. ¿Sabe usted donde me encuentro?
— Buenos días —dijo la que parecía ser una mujer—. Nos encontramos en el Codexy.
— Disculpe, ¿qué es un Codexy?
— El Codexy es una tercera dimensión espacio-temporal. La segunda es la dimensión de los sueños —la mujer no cambió de expresión, pero agrandó los ojos y agudizó la mirada—. Somos una dimensión completamente desigual a la dimensión de los humanos, por la cual los estudiamos. Me imagino que usted es humana, ¿me equivoco?

La curiosidad de Jane hizo que su corazón acelerara su ritmo.

— No se equivoca.
— En ese caso acompáñeme.

Jane, con ansiedad siguió a la mujer, la que caminó lentamente con gesto inamovible. Mientras caminaban todas las otras personas trabajaban obstinadamente. Jane no vio ninguna casa y tampoco infantes. Solo se veía gente adulta con su gran cabeza ovalada y su pálida piel brillando en el blanco ambiente. Sin duda no pertenecían al mundo que jane conocía, y lo más extraño era que se encontraban bajo tierra.

III

Death

La mujer cogió a Jane de un brazo y la metió en una jaula, pero la pobre mujer estaba tan hipnotizada con la extrañeza de la nueva estancia que ni siquiera intentó oponerse al acto de la mujer. Esta a su vez cerró la jaula y avisó a un par de personas más y en ese momento Jane volvió en sí y gritó en un intento de salir.

— ¡Déjeme salir! —gritó—. Vamos, dejadme salir de una vez.

Pero la mujer hizo caso omiso de los gritos de Jane y junto con un hombre tomaron unas palancas que hicieron que la jaula de moviera.

— Usted será prontamente estudiada, le pedimos que no se mueva ni que ejerza ningún tipo de opresión mientras se realiza la prueba.

Jane intentó buscar algo con que salir mientras las personas miraban a otro lado, ya que aunque no tenía la jovialidad de una muchacha, aún conservaba esa perspicaz inteligencia femenina. Encontró una abolladura que le permitió abrir los metales de su encierro y pudo salir rápidamente. No corrió hasta que los habitantes del submundo vieron que ella escapaba.

— Se escapa, ¡cogedla!

Y ahí fue cuando volvió a correr. Corrió un tramo empujando a cada ser viviente que se le cruzara y al mismo tiempo buscando algún cartel o flecha que indicara como salir. No tuvo tiempo de recoger aliento, pero vio una "cápsula" que decía con letras muy grandes y negras "SALIDA A MUNDO HUMANO". Corrió hasta allí pero luego de un momento muy breve pensó en que no podía irse de allí sin llevarse algo para poder evidenciar su historia. Buscó rápidamente entre el lugar en donde se encontraba y halló un archivador blanco. Lo cogió rápidamente y cerró la cápsula dejando a los seres tras el cristal. Sintió como la cápsula subía y sintió un rápido mareo. En menos de treinta segundos ya estaba en la superficie que conocía. Llegó a esta sin ningún cristal que le impidiera el paso, pero aún estaba sobre una plataforma. Dio un paso adelante y la plataforma desapareció siendo cubierta por tierra. Una euforia repentina hizo que la mujer sonriera de oreja a oreja. Ya estaba pensando en la historia que les contaría a los demás. Que existía un verdadero submundo y gente muy extraña, mas ese entusiasmo no duró por mucho: se acordó que aún estaba siendo perseguida por el inspector Arias. Echó a correr y tropezó con un tronco de roble viejo. Perdió la capacidad de moverse y calló de bruces contra el suelo, provocándose un fuerte golpe en el cráneo que la hizo perder el conocimiento. Murió en ese mismo instante con el archivador blanco en la mano.

Dos días después, el inspector Arias y sus hombres encontraron un cadáver en un bosque lejano. El cadáver fue identificado bajo el nombre de "Jane Darwin de Gray" y se encontró con una lesión grave en el cráneo. Según los médicos que efectuaron la autopsia (bajo su poco conocimiento en la materia), se dedujo que la muerte fue inmediata. En el mismo escenario de muerte se pudo ver que el cadáver afirmaba un archivador blanco. En él se encontraron investigaciones realizadas a cuerpos humanos en los que se encuentran dibujos de las cortezas cerebrales, el sistema digestivo y la evolución del hombre desde su etapa más primitiva. Los dibujos y la información indicaban que se habían realizado hace más de 1500 años atrás desde que se encontraron y que estos habían sido hechos por individuos con mayor nivel intelectual que los humanos de esa época y de la época actual. Gracias a esa información, investigadores como Charles Darwin realizaron sus teorías y actuales matemáticos realizan sus ecuaciones, siempre teniendo en cuenta el razonamiento de los escritos. Hasta hoy en día, nadie ha sabido de donde Jane Gray consiguió esos importantísimos escritos. El respeto hacia las inteligencias es considerable, pero aun así el ser humano ha intentado estar en un eslabón más alto que ellos. Por desgracia los humanos no saben que "los otros" han alcanzado un nivel intelectual cada vez mayor.

He aquí el legado de los Codexy.

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