2. Como el mar.

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  —Mira, la ventaja de esto es que estaré ahí ¿no? Cuando nos tengamos que ir pasas por mi ventana y tocas el vidrio. Saldré en seguida y mi mamá nos llevara —estaba intentando de animarlo, sin mucho éxito, las clases empezarían en dos semanas— además, usamos uniforme y a ti te encantan los uniformes.

—Pero no me encanta la gente nueva —murmuró Daniel bajando la cabeza, mechones castaños cayéndole sobre los ojos. Sentí ganas de apartarlos con mis dedos.

—Yo voy a estar ahí contigo —murmure tomándole la mano, para mi sorpresa no la apartó sino que la apretó más fuerte.

—¿Todo el tiempo?

—Siempre que pueda —me sorprendí de la intensidad de mis palabras.


El asintió y miro a un florero que estaba detrás de mi, el no soportaba mirar a la gente a los ojos.


Cuando Daniel se bloquea es necesario abrazarlo muy fuerte, para poder darle el estímulo que necesita en ese momento. Usualmente tenía una colchoneta donde se enrollaba como si fuera un burrito y se quedaba ahí hasta que se calmaba. Al momento en el que siente que va a bloquearse, cuenta hasta quince una y otra vez. Suele sucederle al estar rodeado de demasiadas personas, muchos ruidos estruendosos o en una situación de estrés.


Básicamente, la escuela era un lugar pésimo para el. Pero si su terapeuta lo ordenaba había que hacerlo.

Pasaron las semanas hasta el inevitable día, me puse el uniforme de la escuela (un saco azul marino sobre una camisa blanca y una corbata a cuadros verde con la falda a juego) y espere a Daniel en la puerta de mi casa, en cuanto lo vi se me paralizo el corazón, ningún chico nunca se había visto tan bien en el uniforme (en mi opinión) pero en Daniel se veía perfecto, como si hubiera sido hecho para el.

—Me gusta el uniforme —dijo a modo de saludo— es cómodo aunque la corbata no me agrada...

—Puedes aflojarla un poco —respondí aún algo aturdida. Luego descubrí que me estaba mirando las piernas. O sea, Daniel mirándome las piernas a mi, eso no era normal.

—Marnie estas usando falda, a ti no te gusta usar falda.

Ah, que era eso lo que me estaba mirando, me di un facepalm mental por estar pensando cosas sin sentido. El no me estaba mirando las piernas sino la falda. Aquí la única pervertida era yo.

—Ya lo se, pero debo usarla, son las reglas.

—Intentare de hablar con la directora para que te deje usar pantalones, ella es muy amable y seguro entenderá.

Ya debo tenerlos aburridos con esto, pero otra cosa que me encantaba de él era su bondad, siempre intentando ayudar a los demás en la medida de lo posible y no me cansaré de decir que lo que muchos llamaban una ''discapacidad'' a mi me parecía más bien era un capacidad de aún tener bondad en el interior.

Los adivinos y astrólogos habían empezado una legenda hace años, decían que ciertos niños que eran incapaces de mentir, que no veían la maldad en las personas y que siempre buscaban aislarse de los demás venían del cielo, que eran niños con auras azules o transparentes, desde entonces a los niños o chicos con autismo se les conoce como personas de cristal o de color índigo. Daniel era azul (a mi parecer) por una razón muy distinta, era el como el mar, profundo, hermoso y misterioso. Cuando crees saberlo todo sobre él aparece algo nuevo.

Dios, en serio estaba enamorada.  

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⏰ Última actualización: Jan 01, 2017 ⏰

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El chico azul.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora