Noches lluviosas, corazones fríos, tempestad en ríos que se vuelven calma después de un abrazo de sol.
Primaveras frías, dónde los árboles dicen adiós a las últimas hojas de vida, así me sentí cuando te tuve en mi mente.
¿Por qué era tan difícil quererme siendo yo quien amenazaba con darte los más fuertes abrazos?
Injusta es la vida me dijeron cuando niña, y nunca supe por qué hasta que vi tus bellos labios, tan míos como de nadie.
Siendo yo la portadora de éste corazón latente, siendo tu la causa absoluta.
Nubecitas de algodón, así definiría a tu abrasador consuelo, tan lindo y puro, pero frágil y sin peso en tu corazón.
