Visitas no deseadas
Mientras en la sala de espera todos los familiares de los condes felicitaban a Terrence por su primer hijo, en la recepción del hospital una pareja entraba para saber acerca del nacimiento. El hombre se acerco hasta la recepcionista y pregunto sobre como localizarlos.
- Perdone señorita, la Condesa Grandchester ¿se encuentra en este hospital? – cuestionó él muy tranquilo.
- Sí señor, acaba de dar a luz – le informó ella correctamente.
- ¿Podemos pasar a verla? – le preguntó una vez más.
- En estos momentos no pueden pasar, aún no sale de quirófano – respondió de igual manera.
- Entiendo – se quedó pensativo.
- Y su bebé, ¿se encuentra ya en los cuneros? – recuestionó.
- Por supuesto, mire, pase cinco puertas por ese corredor y doble a la derecha, ahí encontrara los cuneros – le indicó y volvió a los papeles que tenía entre sus manos.
- Gracias señorita muy amable. Sara andando, vamos a ver al bebé de Candy – le tomó la mano suavemente y la obligó a caminar.
- Yo no sé, por qué me deje convencer de acompañarte, quieres ver al bebé de esa que metió a mi hijo de por vida en la cárcel – rebatió molesta Shara.
- Niel no es ningún santo Sara, sólo hacemos una visita de rutina, mira ahí están los cuneros – se volvió hacia ella mientras observaban la sala.
Cuando llegaron a la sala que fungía como el cunero, una enfermera se había acercado a ellos.
- Desean ver a un bebé en específico – cuestionó Sara.
- Grandchester, por favor – solicitó Max jalando a su esposa.
- ¡Oh claro! El pequeño William Richard, lo siento aquí no está – respondió ella.
- ¿Qué quiere decir? – cuestionó Max al no entender.
- Él se encuentra en la otra puerta, si quiere lo acompaño...perdón los acompaño a verlo – se hizo a un lado esperando que la siguieran. Por aquí – señaló Sara.
- Gracias señorita – agradeció Max con la cabeza.
- Buenas tardes – saludó Sara a los guardias apostados a los lados del cunero.
- Señorita Sara, ¿cómo ha estado? – preguntó el capitán a cargo.
- Bien capitán, los señores vienen a ver al hijo del Conde – le informó.
- Claro Sara, puede retirarse – le pidió el capitán ya que lo que tenía que decir no debería oírlo ella.
- Permiso – solicitó Sara, dirigiéndose hacia su trabajo en otra área.
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La dama del retrato
RomanceESTA HISTORIA COMO LAS ENCONTRADAS EN MI PERFIL SON DE MI TOTAL AUTORIA, NO DE DOMINIO PUBLICO COMO ESTA ESTIPULADO, SI HAY ALGUNA DUDA, PUEDEN CONTACTARME Él se ha quedado prendado de un retrato en una exposición en el Museo Metropolitano, la belle...