Saqué el machete nada más poner un pie en el pueblo, aunque eso no disminuyó la sensación de alerta que me inundaba. Todo parecía vacío, pero si algo había aprendido desde que el mundo se había ido a la mierda, era que nunca se era demasiado precavido. Hace dos semanas, ir allí habría sido una idea impensable, pero la escasez de alimento me obligó a replantearme la idea. Eso, y el hecho de Kaden me lo hubiese suplicado día tras día. Mi hermano siempre había sido muy cabezota, y ni siquiera el fin del mundo había podido cambiar eso.
—No puedo creer que se hayan dejado esto— oí su voz detrás de mí. Giré mi cabeza para ver como sostenía entre sus manos un balón de rugby firmando por un jugador famoso que, probablemente, estuviera muerto a esas alturas.
—Quizá estaban demasiado ocupados llevándose comida y cosas necesarias para sobrevivir— comenté con clara ironía, sonriendo de medio lado.
Kaden me devolvió la sonrisa y volví mi mirada a los estantes superiores. Los antiguos propietarios de aquella casa se habían encargado de llevarse toda la comida antes de marcharse. O casi toda. Arriba del todo quedaban cuatro latas de comida. No era mucho, pero era mejor que nada.—Bingo— susurré para mí misma. El estante estaba demasiado alto, por lo que me subí a la encimera para coger las cuatro latas, aunque primero me aseguré de que no estaban demasiado pasadas. Habían caducado hacía solamente unos días, así que aún eran comestibles. Metí dos en mi bolsa y le di dos a Kaden para que hiciera lo mismo, y tras asegurarnos de que no había nada más de valor, salimos de allí.
Habíamos registrado ya un total de cinco casas, pero solo habíamos encontrado comida en la última. Con eso no teníamos ni para dos semanas, y aunque aún quedaban casas por revisar, empezaba a dudar que fuésemos a tener algo de suerte. Era raro, pero ya me había acostumbrado a este estilo de vida. Desde que todo esto empezó, mi hermano y yo habíamos ido dando tumbos, yendo de campamento en campamento, pero al final los mordedores siempre acababan arrasando con todo. Finalmente nos encontramos con una comunidad, más bien un santuario, o al menos eso parecía. Pero cuando pensamos que por fin habíamos encontrado un sitio en el que poder establecernos, descubrimos que los vivos podían ser más peligrosos que los muertos. En cualquier caso, Kaden y yo llevábamos poco menos de un año solos, buscando refugio y comida donde podíamos. Nunca permanecíamos demasiado en un mismo lugar, principalmente por lo rápido que acabábamos con los recursos.
Un codazo de mi hermano me devolvió a la realidad. Le miré extrañada, pero sus ojos miraban algún punto frente a él. Seguí su mirada, encontrándome con lo que menos esperaba ver aquel día: dos hombres, sentados encima de una máquina expendedora, bebiendo tranquilamente lo que parecían un par de refrescos. Volví la vista hacia mi hermano, quien esta vez me miraba a mí. No hacía falta hablar para saber lo que ambos pensábamos, y como en una especie de pacto silencioso, nos dispusimos a dar media vuelta. Pero algo nos lo impidió. O mejor dicho alguien.
—Soltad las armas. Ya.
La voz provenía de detrás, y era de mujer. Miré a Kaden una vez más antes de dejar las armas en el suelo, tal y como nos había indicado.
—Daos la vuelta— ordenó otra voz, también de mujer. Tal y como ordenaron, nos dimos la vuelta mientras notaba como la adrenalina recorría todo mi cuerpo. Ambas mujeres iban armadas, una con un rifle, y otra con una catana. Las dos eran de piel oscura, y nos miraban con aire amenazante.
—Bonita espada— soltó mi hermano.
La mujer que sostenía la catana le miró alzando una ceja, aunque un segundo después volvió a su actitud amenazante. Podía ver como los ojos de ambas mujeres me estudiaban, al igual que a Kaden, intentando descifrar algún rastro de miedo en mi rostro, sin éxito, ya que éste no reflejaba expresión o emoción alguna. Era cierto, no estaba asustada, aunque no podía negar que la situación me ponía bastante nerviosa.
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Weakness I Negan I TWD Fanfic
Fanfiction"Mientras hablaba, los ojos de Negan permanecían fijos en los míos. Había deseo en ellos cuando me miraba. Pero había algo más, algo que no supe identificar. De repente, tuve la urgente necesidad de saber qué era ese brillo.