11. Dientes en el alma.

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Cuando nos separamos mordió mi labio inferior. Se me escapó una sonrisa. Se separó de mí. La cogí de la chaqueta y la atraje hacia mí.

-No te vayas.-dije contra su cuello.

-No puedo quedarme.-dijo volviendo a apartarse.

-No sé por qué te acercas si sabes que no vas a quedarte.-dije molesta.

-Porque no puedo no estar a tu lado.-dijo clavándome su mirada verde.

-Sí, es muy buena compositora Zahara pero estoy hablando contigo y quiero que seas clara.-dije sin apartar la mirada.

-¿No puedes limitarte a vivir el momento, Malú?-dijo acercándose.

-Vete a la mierda Vanesa.-dije marchándome hacia la puerta del conductor.-Yo no soy el segundo plato de nadie, si realmente me quieres, demuéstralo.-dije antes de subirme al coche.

Ella me miraba con rabia. Yo la miraba esperando algún gesto que hiciera quedarme, no arrancar el coche. Pero una vez más... Nada. Cerré los ojos con resignación. Arranqué y ella, entonces, reaccionó.

-Espera.-gritó.

Bajé la ventanilla.

-Por difícil que te parezca, te quiero.-dijo seria.

No respondí, me quedé mirando sus ojos, quería ver si decía la verdad, quería creer que había verdad en su mirar. Cuando mentía sus pupilas se dilataban ligeramente y el verde de sus ojos se volvía más oscuro. Pero esta vez nada. Seguían igual. Aparté mi mirada y apoyé mi cabeza sobre el volante. Resoplé. Quería llorar y gritar. No entendía este vaivén que me estaba dando la vida. Habíamos estado casi 2 años sin vernos y ahora la veía casi siempre y no feliz con ello hacía que se me removiera cielo y tierra con solo una mirada de las suyas.

-Malú, mírame.-dijo casi susurrando.

Me resisití unos minutos pero finalmente le miré y mi interior se rompió.

-Te quiero mucho más de lo que tú crees.-dijo sin apartar su mirada de mis ojos.

-Haz que tenga motivos para creerte.-dije intentando reprimir las lágrimas.

Resopló.

-A veces no disponemos de tanta libertad como creemos.-dijo tapándose la cara con las manos.

-Estás con quien estás porque quieres, Vanesa. No intentes excusarte.-dije apartando la mirada.

-Pero es en ti en quien pienso, es a ti a quien quiero tener al otro lado de la cama, es a ti a quien quiero llevar al fin del mundo.-dijo con la voz algo quebrada.

-Vanesa, a veces, si quieres que suceda algo, debes empiezar por hacer que suceda. Pensar no es suficiente.-dije arrancando el coche.

Cada vez más las lágrimas inundaban mis ojos.

-¿No te vale que me haya atrevido a besarte en mitad de la calle arriesgándome a que nos hicieran una foto?-dijo elevando el tono.

-No, porque pararás la noticia y seguirás con tu vida, y tu vida ahora mismo, la incluye a ella no a mí.-dije mirándola con rabia.

-¿Y si no la paro?¿entonces qué?-dijo respondió rebejando un poco el tono.

-Esa no es la pregunta, la pregunta es ¿tu interior está dispuesto a guiarse por lo que siente?-le dije colocando mis manos sobre el volante.

No dijo nada. Se quedó callada y así, sin decir nada, dijo más que con mil palabras. No lo sabía. Esa era la respuesta. Me miró con cierto miedo. Miedo a que me fuera y su libertad se fuera conmigo. Tal vez con algo de 'Socorro, la vida me puede' en su mirada. Su mirada dolía porque pese a odiarla a ratos, lo que sentía por ella superaba todo.

Cenizas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora