Edgar se encontraba sentado en la entrada de la casa con cara de enojo y lágrimas de celos en su rostro de niño.
Hoy era el cumpleaños número siete de su mejor amiga, quien lo había invitado a su pequeña fiesta.
Él siempre había sido un poco tímido y no se juntaba con nadie en recreo, hasta que apareció aquella linda niña de cabellos castaños y ojos claros que acababa de llegar a la escuela ese mismo año; al parecer su familia se había mudado desde Guadalajara hasta Ensenada por el trabajo de su padre.
Cuando llegó a su casa aún no se podía creer que tuviera una amiga y que se sintiera tan a gusto con ella.
Así fueron pasando los meses hasta que llegaron a convertirse en los mejores amigos.
//Estupidas niñas// pensó Edgar.
Al llegar a la fiesta de cumpleaños de Yania, él no contaba con que hubiera invitado al grupo de niñas con el que había comenzado a juntarse los días en los que él no había asistido a la escuela debido a una gripe que contrajo cuando fue a la sierra con su familia para ver la nieve.
En esos pocos días Yania había conseguido algunas nuevas amigas.
Y lo peor es que eran niñas; él no podía competir con ello.
Yania no había tenido la intención de hacer que Edgar se enojara ni que se sintiera mal, pero también tenía que estar con sus otras invitadas y no solamente con él, sin darse cuenta así que Edgar había salido de la casa triste y enfadado.
De pronto Edgar sintió una manita que se posaba sobre su hombro.
Al girar la cabeza hacia esa dirección pudo ver a una pequeña niña de cinco años con un tutú rosado y una blusita a juego, un enorme moño de arcoiris en su coleta castaña y una sonrisa nerviosa adornando su pequeño rostro de ojos azules.
// La hermanita de Yania//
-- Entra a la casa Camila. -- dijo Edgar con voz dura por el llanto mientras volvía la cara y se recargaba en sus piernas recogiéndolas más hacia su pecho.
Camila lo miró con el ceño fruncido.
-- ¿Por qué lloras? ¿Mi hermana te hizo algo malo? -- le preguntó con voz clarita.
Edgar se giró y limpió rápido sus lágrimas con el antebrazo.
-- Te dije que te fueras.-- dijo dándole la espalda nuevamente.
-- Solo quería decirte que mi hermana es una tonta. Si fueras mi amigo no jugaría con esas niñas feas.
Edgar se volteó lentamente mientras intentaba retener una pequeña sonrisa.
-- ¿Querías? ¿Ya no? -- Bromeó con la chiquilla.
-- Quiero. -- Se corrigió y bajó la vista hacia sus brillantes zapatillas rosas apenada. Edgar lo notó por lo que la dejó de molestar.
-- ¿Enserio? -- preguntó.
Camila asintió con la cabeza y una sonrisita tímida en sus labios.
--No te preocupes Camila. Ya estoy bien. Gracias. -- tomó y apretó su hombro cariñosamente antes que le dijera que había que entrar, esperando que fuera frente a él.
Camila no pudo evitar sentir maripositas en el estomago mientras se encaminaba hacia el interior de la casa.
Cuando se giró para ver si Edgar seguía atrás de ella lo vio dirigirse nuevamente hacia su hermana y esas niñas tontas.
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Yo seré tu primera vez
RomanceA ella no le importaba nada, lo único que quería era dejar de ser virgen, así que dejaría que cualquiera (con experiencia, claro está) se encargara de ello lo antes posible. El lo sabía, había sido varias de sus primeras veces, así que no la dejaría...