Capítulo 1

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Entró al colegio con su bolso colgado en el hombro, caminando mientras veía a su alrededor. Era increíble que estaba en su último año del secundario y al siguiente estaría en alguna universidad que sus padres pagarían para que estudiara y fuera alguien en la vida. Y la verdad es que estaba emocionada por eso.

Su familia había ahorrado durante mucho tiempo para poder pagarle sus estudios. Había costado y Camila lo sabía, lo había visto durante sus dieciocho años o gran parte de ellos. Su padre era dueño de una ferretería cerca del centro y su madre trabajaba en la parte administrativa de una empresa de automotores. Digamos que tenían una buena vida, sin lujos, pero nunca les faltó nada ni a su hermana Sofía, ni a ella gracias a todo el esfuerzo de sus padres desde siempre.

Camila se sentía orgullosa de los padres que tenía y creía que la única manera de devolverles un poquito de todo lo que hacían por ella era sacando buenas notas y siendo buena hija, siempre ayudaba en la casa y con su hermana, nunca les pedía cosas demás al menos que lo necesitara realmente porque prefería que guarden ese dinero para otra cosa más importante. Camila era una adolescente normal, tenía sus mañas y podía ser un poco caprichosa pero era considerada y para ella su familia siempre estaría primero, así que de alguna manera siempre buscaba la forma de, no sólo beneficiarse ella con algo, sino los cuatro.
La mejor forma de agradecerle a sus padres era terminar el colegio y entrar a una Universidad, recibirse y el día de mañana ser alguien. Y lo lograría, estaba segura y tenía muchas ganas de intentarlo.

Una vez que encontró su casillero, lo abrió y dejó su bolso allí sacando solamente lo que necesitaba para las primeras horas. Sonrió mientras escuchaba a su alrededor a muchos quejándose por estar de regreso, otros reencontrándose y era gracioso porque habían hecho fiestas todos los fines de semanas durante las vacaciones a las cuales todo el colegio estaba invitado siempre y la mayoría asistía.

Ella no conocía a todos allí, tampoco tenía muchos amigos, solo algunas personas podían llamarse así para Camila, pero eso no quiere decir que no tuviera una buena relación con otros porque en realidad si la tenía. Camila era buena compañera y todos los que compartían clase por ella le tenían cierta admiración por ver como se esforzaba y siempre sacaba buenas notas.

Envolviendo con un brazo sus libros comenzó a caminar y vio a lo lejos a su amiga que caminaba bostezando y con mala cara porque era temprano. Camila sonrió acercándose a ella y como siempre le dio un abrazo recibiendo una palmada en la espalda de parte de su amiga.

—Es demasiado temprano para nuestras de afecto.—Murmuró Dinah suspirando y Camila se encogió de hombros tomándose de su brazo.

—No puedes estar de mal humor, ¡Es nuestro último año!—Dinah rodó los ojos.

—Exacto. Otro maldito año más de levantarse temprano para venir al colegio. ¿Cómo puedes estar siempre de buen humor?—Camila sonrió simplemente viendo al frente, a todas las personas ir y venir para llegar a tiempo a sus respectivas clases.—¿Tienes matemática también?

—Sí. ¿No estás emocionada?—Dinah frunció las cejas mirando a Camila.

—Claro que no. Todavía no entramos a la clase y ya me duele la cabeza. Odio las matemáticas con todo mi ser.—Bufó pensando en que le esperaba otro año de clases de apoyo con esa materia porque era realmente un desastre con las matemáticas y todo lo que tuviera números.

Camila prefirió no decir más nada y caminar hasta la clase de matemáticas en silencio para no molestar a Dinah porque también era demasiado temprano para escucharla quejarse de todo.

Dinah era su mejor amiga desde el primer año en la secundaria. Recordaba haber llegado y no conocer a nadie, se había sentado junto a ella que también era nueva y sin darse cuenta con el paso de los días se habían convertido en buenas amigas, los años hicieron lo demás, ahora eran dos personas inseparables. Eran como hermanas del alma.

Por el camino Dinah le dijo a Camila que necesitaba ir al baño y por lo tanto su mejor amiga la esperó. Luego de tanto insistir en que se apurara, Camila logró casi arrastrar a Dinah hacia el salón de matemáticas y por supuesto, llegaron casi tarde. Todos los bancos estaban ocupados, excepto algunos pero estarían separadas de la otra durante esta clases al menos.

—Es tu culpa, Dinah.—Camila murmuró dándole con el codo.

—No seas maricona. Voy a estar aquí, no me voy lejos de ti. Tranquila, no me extrañes.—Habló mientras se sentaba junto a alguien.—Oh, hola Normani.—Sonrió.

Camila suspiró buscando con su mirada algún asiento libre y encontró uno en la fila del medio y en el ante último asiento. Odiaba sentarse atrás porque no podía prestar atención de la misma manera que cuando tomaba algún banco de adelante.

—Hola, ¿puedo sentarme aquí?—Le preguntó a una chica que ocupaba el lugar a su lado. Camila la vio asentir mientras veía al frente, ni siquiera la había mirado.—Gracias.

La clase empezó tranquilamente. A Camila le agradaba la profesora de matemática aunque a muchos alumnos no por el hecho de que era la profesora de matemáticas y bueno, a nadie le gustaba la materia ni nada que tuviera que ver con ella. Pobre profesora Mangold, pensó Camila.

Dinah, como siempre tan social, ya estaba hablando con esa chica que si bien había escuchado se llamaba Normani y creía haber compartido algunas horas con ella el año anterior y haberla saludado en varias ocasiones.

—Como vamos a comenzar con un repaso de estadísticas y ya dimos ese tema el año pasado, quiero que apliquen todo lo que sepan de estadísticas en un trabajo para la clase de la semana que viene. Pueden hacerlo de lo que sea, población del país, economía, lo que ustedes quieran.—Todos en la clase comenzaron a murmurar molestos porque probablemente nadie se acordaba nada del año anterior.

—Profesora, apenas recuerdo lo que hice ayer. ¿Cómo se supone que voy a acordarme algo de esta materia y que dimos el año pasado?—Dijo Dinah y todos se rieron.

—Busquen en sus libros del año pasado o en Internet que bien lo usan para todo, ¿no es así, señorita Jane?—Dinah suspiró y todos murmuraban otra vez.—Espero que su trabajo sea para diez, señorita Jane.

—Pff… Ni lo dude, profesora.—Comentó con cierto tono sarcástico y todos se rieron otra vez, incluso la profesora sonrió.

—Bien. Una última cosa, esto será evaluado y la nota será importante para la primera parte del año. Así que tienen trabajo para hacer. Recuerden que cuanto más completo esté, más nota obtendrán.

Todos se quejaron otra vez y Camila vio a  su lado que la chica que suspiraba escondiendo el rostro entre sus brazos que estaban apoyados sobre la mesa. Quizás a ella tampoco le iba bien en las matemáticas. ¿Es que acaso era la única a la que le iba bien?

El timbre que indicaba cambio de hora sonó y todos comenzaron a guardar sus cosas. Camila miró de reojo a la chica que se había sentado a su lado. La había visto antes en alguna parte, pero no lograba recordar de dónde. De todos modos terminó saliendo del salón detrás de Dinah y Normani.

—Hola Camila.—Normani levantó su mano en forma de saludo. Ella era agradable y recordaba haberla visto en alguna de las fiestas en las vacaciones.

—Hola Normani.—sonrió.—Tengo que ir a biología ahora ¿Les toca juntas otra vez?

—Sí, tenemos historia.—Dinah rodó los ojos.—Pregunta si me importa lo que pasó hace años.—Normani se rió.

—Pues sirve para entender el porqué de las cosas de hoy en día. ¿Cómo pretendes entender la economía, las culturas, las sociedades o…

—Cierta tu boca de nerd, Camila.—Dinah le había tapado la boca con la mano.—Mani, nos vamos. Nos vemos en el almuerzo, cerebrito.—Normani se agarró de su brazo y Camila se quedó riéndose en el pasillo mientras las veía irse.

Tal y como era su costumbre, llegó temprano a la clase de biología y pudo tomar uno de los asientos delanteros. El salón se llenó de inmediato y cuando la profesora entró y ya todos estaban en sus lugares se dio cuenta de que no había nadie conocido en esa clase. Suspiró esperando a que la clase empezara y justo cuando el profesor los saludó, la puerta del salón se abrió lentamente y la chica que se había sentado a su lado en la clase de matemáticas entraba con su rostro serio viendo hacia todos lados.

—Llega tarde, señorita.—Le dijo el profesor y la chica seguía buscando un lugar libre hasta que se cruzó con la mirada de Camila y luego vio el lugar libre a su lado, por supuesto, nadie quería sentarse adelante.—Y es el primer día de clases.

—Y está lleno de materias aburridas.—Murmuró ella caminando hacia el banco a vacío lado, finalmente no viendo otro lugar libre.

—¿Disculpe?—El profesor la vio con las cejas levantadas.

—Sí, lo disculpo.—Hizo un ademán con la mano y todos se rieron.

El profesor negó seriamente y volvió a tomar su libro y algunas hojas. Camila sonrió apenas viéndola de reojo como sacaba un cuaderno y comenzaba a dibujar en él sin problema. Así había estado en la clase de matemáticas también.

El profesor repartió una hoja cada dos alumnos y cuando terminó se paró al frente de la clase. De las dos, Camila había tomado la hoja viendo cada actividad.

—¿Por qué hay una copia cada dos bancos?—Preguntó alguien desde atrás.

—Porque no tenía ganas de gastar en más fotocopias para ustedes y guardar el dinero para ir a cenar con mi esposa.—Dijo el profesor y todos se rieron.—Escuchen, van a hacer ese trabajo que tiene quince puntos, deben investigar, escribir y desarrollar el tema de la evolución humana. Tienen dos semanas porque es un trabajo complejo y van a hacerlo con quien tengan al lado.

Comenzó un murmullo en la clase y a su lado la chica seguía dibujando. Camila se aguantó el suspirar y cubrir su cara al tener la suerte que tenía. De todos modos más tarde se giró un poco y se aclaró la garganta antes de hablarle. Tenía la esperanza de que la ayudara al menos.

—Uhm… Supongo que nos tocó hacer el trabajo juntas.—Le dijo y la chica levantó la mirada hacia la suya.

Clavó esos ojos verdes y la mirada seria en Camila observándola atentamente. Por Dios. Parecía que le veía hasta el alma con esos ojos.

—Pero yo no sé nada.—Dijo negando mientras la miraba.

—¿Cómo que no sabes nada?—Sonrió divertida.—¿Entonces que haces aquí?

Levantó una ceja viéndola y apenas sonrió de lado.—Ni yo lo sé, así que no preguntes.

—Está bien.—Vio que dejó de dibujar en su cuaderno.—¿Entonces cuando empezamos?

—Te dije que no sé nada. Mejor hazlo tú sola y así no me regalas la nota.—Se encogió de hombros.

—Vamos, de alguna manera me puedes ayudar. ¿De verdad me vas a dejar hacer todo el trabajo a mí sola?—Miró su cuaderno fijamente. Tenía dibujado un paisaje y ella lo había hecho muy bien solamente con lápiz negro. Su rostro estaba serio cuando se encogió de hombros nuevamente.—¿Eso es un sí?

—Luego no te quejes.—Murmuró tomando su lápiz otra vez y la morena sonrió satisfecha.

—Lo prometo.—Asintió sonriendo.—¿Quieres que nos quedemos en la biblioteca después de clases o nos juntamos en mi casa o la tuya? Lo que te parezca más cómodo.—La miró un momento como si estuviera estudiándola con la mirada. Camila de removió en su asiento.

—En tu casa, si quieres.—Dijo en voz baja mientras continuaba con su dibujo.

—Claro, no hay problema.—Asintió de acuerdo. Escribió su dirección en una hoja y se la pasó para que la guardara.—Te espero a las siete.—Asintió.—¿Cómo te llamas?

—Lauren.—Le dio una mirada rápida.

—Genial, Lauren. Soy…

—Camila.—Terminó por ella y la morena la vio sorprendida. Ella nunca hubiese pensado que sabía su nombre.

—¿Cómo sabes?—Levantó  las cejas sonriendo.

—Eres la que siempre saca diez en todas las materias. El año pasado tenía algunas clases contigo y siempre escuchaba tu nombre cuando los profesores te tomaban de ejemplo.—Camila sintió sus mejillas arder.

—Odio que hagan eso.—Dijo sentándose mejor para mirar al frente.

—Pero si estudias y sacas esas notas, al menos te mereces que te tomen de ejemplo.—Dijo mientras volvía a dibujar.

Lo que restó de la clase el profesor les había dado una pequeña ayuda de cómo empezar el trabajo y solamente Camila de las dos había prestado atención porque Lauren estaba dibujando. El timbre sonó algunos minutos después y vio que Lauren se levantó rápidamente para guardar su cuaderno y su lápiz mientras que Camila hacía lo mismo con los apuntes que había tomado.

—Uhm. Te veo más tarde.—Levantó su mano en forma de despedida hacia Camila y ésta asintió dándole una sonrisa.

Camila no sabía si ella era cada día más gay o esa chica simplemente tenía el poder de dejar idiota a la gente con una mirada de esos ojos verdes.

*

—¡Mila, aquí!—Dinah levantó la mano para que la viera y caminó por entre las mesas hasta llegar a ella y Normani que estaban ya comenzando su almuerzo.—¿Qué tal te fue?

—Bien.—Suspiró sentándose junto a su amiga.—¿A ustedes?

—Súper divertido.—Dinah la vio sonriendo y rodó los ojos al mirarla y ver su sonrisa sarcástica. Normani se rió negando.—Nah, fue bueno gracias a que tengo una compañera inteligente como tú y encima me tocó hacer un trabajo con ella.

—No puedes dejarla hacer todo a ella, Dinah. Y tú, elegiste a la peor compañera del mundo.—Se dirigió a Normani.

—Camila Cabello, mi mejor amiga.—Dinah la señaló con la cabeza haciendo una mueca a Normani.

—Olvídalo, ambas vamos a trabajar. Que sepa algo no quiere decir que me guste hacer todo a mí.—Normani se encogió de hombros bebiendo de su botella de agua.

—Está bien.—Dinah rodó los ojos.—Estoy rodeada de nerds. ¡Que alguien me saque de aquí!—Exclamó haciendo que todo a se giraran a ellas para reírse.

Camila cubrió su rostro con ambas manos riéndose y Dinah la abrazó de costado riéndose también. Siempre hacía esto. Según ella, había nacido para avergonzar a las personas y vaya que le salía bien.

—¿Y ya tienes trabajos para hacer, Camila?—Le preguntó Normani y asintió.

—El de matemática y uno en biología con Lauren.—Dinah la miró.

—¿Qué Lauren? ¿Jauregui? ¿La que se sentó contigo en matemática y tenía cara de orto?—La morena se rió asintiendo.—¿Te dijo que haría el trabajo contigo?

—Sí, más tarde irá a casa para comenzar con el trabajo porque es muy largo.—Comentó comenzando a comer su sándwich.

—Suerte con eso.—Dijo Normani y Camila la miró sin entender. Se encogió de hombros cuando supo de su mirada curiosa en ella.—Nunca la vi con nadie y el año pasado hasta faltaba una semana entera a clases.

—Bueno… Supongo que me va a ayudar. Ella me lo dijo.—Frunció las cejas  viendo a su alrededor para buscar a Lauren, pero no se veía por ninguna parte.—En la tarde voy a esperarla.

Pero Lauren no fue esa tarde, ni apareció por el colegio en los siguientes dos días. Camila había comenzado el trabajo sola y algo decepcionada de Lauren. Pero no podía obligar a la chica, si no quería trabajar con ella estaba bien. No importaba.

Así pasaron los días, a veces veía a Lauren pero no se acercaba, ni la oji verde a ella. Se pasaba todas las clases sentada en el fondo si es que asistía a estas. Siempre era la primera en salir y Camila muy pocas veces la veía. No tenía idea de dónde se metía. Pero continuó con el trabajo cada tarde y logrando completar y desarrollar ella sola todo lo que el profesor quería.

Camila entró a la clase de biología, nuevamente tarde culpa de Dinah que no se despertaba cuando había ido por ella a su casa. Su amiga se había ido a su clase y ella entró a aquel salón donde el único lugar vacío era en el fondo junto a un chico que estaba dormido sobre el banco.

Suspiró sentándose y abrió los ojos recordando que tenía el trabajo entre sus libros, así que sacó unas quince hojas y las llevó al escritorio del profesor que le sonrió orgulloso. Sabía que Camila era una alumna responsable y demasiado inteligente, sus trabajos eran excelentes siempre y sus notas altas y bien merecidas.

El profesor les dio actividad para que hicieran en la clase mientras revisaba algunos trabajos. Camila había visto a Lauren en un banco de la fila del medio dibujando con su rostro serio como siempre y suspiró negando y fijando su vista en la actividad que estaba haciendo.

El profesor antes de finalizar la clase entregó algunos trabajos y dijo algo respecto a cada uno. Camila estaba nerviosa, a pesar de que sabía que había hecho un muy buen trabajo estaba nerviosa.

—Cabello y Jauregui, un diez. Está muy bien desarrollado y… no tengo nada que decir. Está perfecto.—Asintió dejando el trabajo en un lugar del escritorio para que lo recogieran.

Camila se levantó y murmuró un gracias cuando tomó el trabajo volviéndose a su asiento. Sus ojos se cruzaron con unos verdes durante un segundo.

Lauren la siguió con la mirada hasta que Camila se sentó, estaba sorprendida porque no esperaba eso. La chica había hecho todo el trabajo sola y aún así había puesto su nombre dándole un diez de arriba. La oji verde suspiró apoyando su rostro entre sus brazos.

Odiaba saber que le debía algo a alguien.

Más tarde, en el cambio de hora cuando Camila salió del salón de biología se dirigió a la biblioteca para poder tomar algunos libros de historia para hacer un trabajo. Así que al llegar buscó lo que necesitaba y se sentó en una de las mesas del fondo donde podía estar tranquila. Agradeció que el profesor de filosofía no asistiera a clases porque tenía más tiempo para poder terminar el trabajo en la hora libre.

Comenzó por leer aquel libro mientras tomaba nota de algunas cosas, tenía sus fotocopias ya marcadas porque lo había hecho en casa para ahorrar tiempo. Para Camila no era tan difícil el colegio, es que le gustaba estudiar, resumir y sobre todo, aprender. Camila era una chica muy culta, interesante, era inteligente y a pesar de que Dinah la molestara llamándola cerebrito, nerd y traga libros ella se sentía orgullosa de todo lo que lograba siempre.

Ya había pasado un rato en el cual había resumido todo y estaba a punto de copiar, pero antes debía terminar de leer algunos párrafos en el libro, por las dudas, nunca estaba demás leer al un poquito más de lo que debía.

Lo que no sabía Camila es que a unos metros de ella estaba Lauren hace más de diez minutos sin saber qué decir cuando se acercara. Nunca nadie había hecho eso por ella y no sabía cómo debía agradecerle. Tampoco es que acostumbraba agradecer algo porque todo lo hacía ella.

Finalmente se encontró caminando hacia la mesa y de inmediato tuvo la atención de Camila que dejó de leer aquel libro para mirarla. Estaba bastante sorprendida de ver a Lauren allí, pero sin embargo dejó todo para prestarle atención.

—Hola.—Camila se acomodó el pelo con una mano.—¿Sucede algo?

—No. Bueno sí… No sé.—Lauren suspiró.—Que… Que gracias por ponerme en el trabajo.—Se rascó la nuca nerviosa y Camila se encogió de hombros aguantando el soltar una sonrisa al ver a Lauren nerviosa.

—Está bien.—Negó.—Solo recuérdame no volver a insistir que hagas un trabajo conmigo.—Lauren la miraba y luego miró hacia abajo buscando una silla, finalmente dejándose caer sobre ella frente a Camila.

Dejó su mochila a un lado y apoyó ambos brazos sobre la mesa luego miró la carpeta de Camila. Ella estaba haciendo el trabajo de historia y Lauren ni siquiera había leído algo. A un lado tenía las hojas de matemática y recordó que estaba en el horno con esa materia. En realidad con todo y eso que apenas iban dos semanas de haber empezado el colegio.

—¿Te vas a quedar aquí?—Camila la vio con ambas cejas levantadas y Lauren la vio nerviosa.

—¿Molesto? Porque puedo irme si…

—No, no. Está bien. Solo… te preguntaba.—Negó volviendo su vista al libro.

Lauren no entendía como es que esa chica no se había enojado con ella por dejarla plantada con el trabajo durante dos semanas. Apoyó su barbilla en una mano y miró como Camila escribía sin parar por un rato hasta que se detuvo.

—¿Empezaste con el trabajo de historia o matemática?—Lauren la vio en silencio y negó lentamente. Camila suspiró bajando la mirada un momento.—Deja de verme y al menos copia esto que está marcado con resaltador—Le pasó unas fotocopias a Lauren.

Lauren vio que estaba todo marcado, en realidad era todo el trabajo hecho, solamente tenía que copiarlo y listo. Ella levantó la mirada a Camila y se quedó pensando en que no debía estar haciendo esto, ni siquiera debía acercarse a ella y sin embargo no tenía ganas de irse. Así que sacó su carpeta y se puso a copiar todo y en unos cuarenta minutos tenía el trabajo listo. Camila la había estado viendo de a ratos, Lauren estaba concentrada escribiendo sin parar, se mordía el labio y fruncía las cejas. Recordó las palabras de Dinah “su cara de orto” y sonrió porque era cierto, Lauren estaba todo el tiempo seria y aún más cuando estaba concentrada en algo.

Lauren escribía en las hojas rápidamente y con una caligrafía perfecta. Camila muchas veces dejaba de hacer lo suyo para observarla un momento, su rostro serio, la delicada línea de su mandíbula, sus labios gruesos y rosados, tenía un arito en la nariz y esos ojos verdes bajo las pestañas largas y negras que tan hermosos eran. Camila no negaría nunca que Lauren era bonita.
Lauren era una chica bastante callada y reservada, no sabía mucho de ella y su vida pero quizás podría conocerla un poco más. No habría problema con eso, pensaba. Detrás de esa faceta seria, reservada y misteriosa seguro había una chica inteligente y maravillosa, Camila pensaba en lo lindo que sería conocer a alguien interesante como Lauren. Aunque no supiera nada le parecía interesante y estaba en lo cierto, solo debía conocerla un poquito más.

Lauren se mordió el labio una vez más mientras acomodaba las hojas en orden y luego guardaba sus cosas. Camila estaba empezando lo de matemática y Lauren frunció las cejas al verla. ¿Cómo es que podía con todo y tan rápido? O ella era muy bruta o Camila muy inteligente. Seguro que era la primer opción.

—¿Terminaste?—Camila dejó el lápiz a un lado y miró a Lauren.

—Gracias.—Dijo asintiendo.

—¿Y con matemáticas como vas?—Lauren rodó los ojos bufando.

—Soy un asco. Es como ponerme a leer en chino. Es imposible. No siquiera sé para qué existen esas mierdas.—Camila se rió y Lauren la miró muy atenta por un momento.

—Ya no creo que pueda ahora, pero si quieres y… no sé, se te da la gana puedes ir a mi casa y te ayudo con eso. No te voy a esperar pero si quieres alguna vez… Solo ve.—dijo levantando los hombros.

Lauren la observó mientras guardaba sus cosas. Camila tenía un desastre de hojas, fotocopias y libros sobre la mesa. Cuando tuvo todo ordenado se levantó colgando su bolso al hombro y Lauren hizo lo mismo.

—Me tengo que ir, tengo literatura ahora.—Le dio media sonrisa antes de despedirse con la mano dejando a Lauren allí que la veía sin despegar la mirada de ella.

Lauren no entendía porqué esa chica hacía todo lo que hacía por ella. Quizás no tenía idea pero era el primer diez de Lauren en todo el secundario y lo tuvo gracias a Camila, probablemente tuviera otro en historia y también gracias a esa morena, solo esperaba ver matemáticas cuando recibiera su ayuda. Eso. Eso debía hacer, pedir ayuda en lugar de copiarle el trabajo o dejar que lo haga sola. Lo tendría en cuenta para la próxima vez.

Alejando sus pensamientos, Lauren comenzó a caminar fuera de la biblioteca, luego saliendo del colegio porque no tenía ganas de asistir a la clase de química y era su última hora. Suspiró cuando estuvo en la calle y comenzó a caminar pensando en que otra vez volvía a su miserable vida, la cual a veces se le olvidaba cuando estaba en el colegio.
Quizás ese era el único lugar donde se sentía en paz a pesar de no aprovecharlo mucho.

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Holaaaa. Como ven, otra historia y espero que les guste. Va a ser muy especial y ya van a ver porqué.
Comenten lo que piensan y seguro que nos leemos pronto.
Recuerden que pueden mencionarme en twitter sobre éste fic si quieren.

Gracias por leerme❤

Plenitud {Camren}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora