Jamás pensé que encontraría a alguien que me mirase como ella lo hacía. Es una sensación grandiosa. Todos los días la veo observándome desde su ventana, sonriendo tímidamente. Me parece adorable, con su pelo castaño cayendo tras su espalda y su flequillo que casi le tapa sus ojos. Por no hablar de éstos. Son lo más bonito de este mundo, claros, casi transparentes. De vez en cuando la veo dando vueltas cuando me asomo, ondeando su camisón blanco.
Jamás pensé que me enamoraría de esta manera. Y menos de alguien ahorcado frente a mi casa.