Liberación del cuerpo, aprensión de la mente

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Tengo miedo de ese amor que siento por ella. Una tarde, mientras caminábamos por las calles ocultas por los escombros, encontramos algo parecido a una casa, estaba casi entera, al parecer los escombros de las construcciones colindantes habían caído sobre ella de tal forma que la habían protegido para que no se cayera del todo. Parecía imposible. Entramos, emocionados por el descubrimiento, necesitábamos descansar.

Yo fui a checar el almacén mientras ella se dirigía a otro lado, como era de esperarse, los alimentos que había dentro no servían en su mayoría, pero me conformé con saber que probaría comida después de tanto tiempo, estaba harto del suero que me mantenía con vida.

El sistema que mantenía en funcionamiento a las casas era bastante eficiente. Estas eran completamente independientes de las otras, si en una fallaba la luz (lo cual jamás pasó mientras la vida seguía su curso normal) a la casa vecina no le afectaría en absoluto. El sistema de aire acondicionado también era una obra maestra; primero , el aire pasaba por una serie de tubos y filtros , escondidos en el interior de la construcción, para finalmente desembocar en un gran contenedor lleno de oxígeno que mezclaba el aire externo con este, de modo que el aire exterior que era el que los humanos debían respirar todo el tiempo se mezclaban con el oxígeno, logrando que este no fuera demasiado agresivo para los pulmones.

Pensé en quitarme el traje , y tuve miedo de que al conocer mi verdadero aspecto físico ella se sintiera decepcionada o algo parecido, pues la verdad es que nunca me había considerado un motivo de admiración.  Me sentia  vulnerable, sin aquella protección tenía la sensación de que cualquier cosa podría hacerme daño. Hice un intento por quitarme el casco y el resto  del traje, que era de una sola pieza, activé con la voz la orden que indicaba que podía despojarme de aquella especie de prenda. Inmediatamente aparecieron el mi campo visual varios letreros de precaución que me indicaban que era peligroso. El sistema inteligente me pidió que confirmara la accion; al hacerlo, un pequeño escaner del cual no pude identificar su origen, rastreo el área, y después de algunos segundos de que aquella luz color rojo se posara sobre lo que quedaba del lugar, mi solicitud fue aceptada y el traje se deslizó por mi cuerpo hasta quedar en el suelo como un globo desinflado. Con los tanques de oxígeno y suero a los lados. Me retire el casco y lo deje sobre el suelo. Sonreí al sentirme libre de nuevo, al poder respirar deforma natural, como lo había echo en aquellos días que tanto anhelaba , moví mis pies , mis brazos y mis manos maravillado, como si no lo hubiera echo nunca antes, y los observe mientras los movía, sintiendo aquella extraña sensación de que tenía un cuerpo nuevo, uno distinto al del pasado. Con el corazón latiendome demasiado rapido y casi sofocado por la emoción, me dirigí al lugar de donde provenían los sonidos de las pisadas de ella.

Con pericia, y conservando aún un poco de temor, camine por el pasillo que llevaba del almacén a lo que en algún tiempo podría considerarse como la sala.

Los latidos de mi corazón aminoraron su velocidad y por un momento pensé que este dejaría de latir, mantuve los labios cerrados , apreté los puños y me pare en seco.

Ella era hermosa.

Jamás en mi vida pensé en encontrar a una mujer mas hermosa, más perfecta, que ella. Su cabello era castaño rojizo, por un momento me imagine que los preciosos tonos rojizos de los numerosos amaneceres que había contemplado absorto a lo largo de mi vida se habían deslizado por aquellas finas hebras de cabello que veía, hondulandose sobre sus hombros. Sus labios eran de color carmín, y parecían tener el tacto del pétalo de una flor, delicados y bellos. Sus ojos eran tan puros como la miel, y eran tan claros que el tono rozaba con el verde y brillaban. Su piel parecía tan suave y blanca que daba la sensación de ser de porcelana, invitando a los instintos a desear comprobar si aquello era real. Ella era delicada, esbelta, perfecta. Iba ataviada con un vestido color beige que hacía juego con sus ojos; parecía una de aquellas visiones que los diseñadores gráficos desarrollaban para los comerciales y que todos sabían que no eran reales.

No pude reprimir mis impulsos. La mente no me respondía a mi, sino a ella, a su belleza, a su hermosura, al amor.

2100Donde viven las historias. Descúbrelo ahora