Bajo el mismo techo [Clexa]

CAPÍTULO 8

Clarke no esperó, y habló con su madre en el desayuno del sábado. Tenía que dejar aquella casa cuanto antes.

—¿Por qué no puedes seguir viviendo aquí? —preguntó Abby desconcertada.

—Es por Lexa... nos llevamos muy mal y está afectando a mis estudios.

—Cariño, siento mucho oír eso —dijo Abby—, creía que ya os llevabais mejor.

—Pues no es así, de hecho, no nos soportamos.

—Lo siento mucho, Clarke, pero no tenemos más opciones, ya sabes lo difícil que está todo, intenta ignorarla —sugirió—, ten paciencia, cariño, ya queda menos para poder volver a nuestro apartamento.

—No sé si podré aguantar hasta entonces —afirmó Clarke con disgusto.

Lexa iba a entrar en la cocina justo cuando las había escuchado hablar sobre ella, y ahora que sabía que Clarke quería marcharse de su casa, se sintió todavía peor que por la noche. Necesitaba hablar con Anya y la llamó por teléfono.

—¡¿Que hiciste qué?! —chilló Anya al otro lado de la línea—, ¡¿en qué narices estaba pensando, Lexa?!

—Perdí el control, Anya, sentía tanta rabia por todo, no pensé en lo que estaba haciendo... —se excusaba Lexa.

—Si yo fuera Clarke, te odiaría.

—Así no ayudas mucho, querida amiga —ironizó Lexa.

—Si encuentra alguna manera, se irá de tu casa, eso está claro.

—No quiero que se vaya, Anya, incluso aunque no pueda estar con ella, es una chica estupenda, yo...

—Tienes que disculparte con ella cuanto antes —afirmó Anya con rotundidad—, no sé si te perdonará, pero tienes que intentarlo.

—Tienes razón, tengo que pedirle perdón.

Lexa colgó el teléfono con la firme decisión de hablar con Clarke, pero cuando la buscó por la casa no la encontró. Abby le dijo que se había ido a casa de Raven para todo el fin de semana. No podía esperar al lunes, así que la llamó con el móvil, pero Clarke no le cogió ninguna de las seis llamadas. Después le escribió algunos mensajes de whatsapp, y la rubia también los ignoró. Lexa empezó a desesperarse. ¿Es que Clarke no le daría ni la oportunidad de hablar con ella?

XXXXXX

Cuando llegó el lunes, Lexa intentó abordar a Clarke en el pasillo, ya por la tarde después de clase.

—Clarke, necesito...

—Te dije que no te acercases a mí —replicó de inmediato, alejándose de ella un par de pasos—, hazte a la idea de que no existo.

—Clarke, por favor, sólo necesito que...

—No me hagas perder el tiempo, que tengo que ir a la biblioteca a estudiar —dijo Clarke.

—Pero si a ti no te gusta estudiar en la biblioteca —declaró Lexa con el ceño fruncido.

—Me gusta menos tener que verte la cara en esta casa —masculló con evidente molestia.

Lexa no fue capaz de contestarle nada. Cada desplante de Clarke era como una puñalada. Sus palabras le dolían de verdad, porque no eran bromas como cuando se conocieron, ahora estaban motivadas por el desprecio y el odio. A fuerza de dolor, Lexa acababa de aprender que no soportaba el desprecio de Clarke Griffin.

Tras quedar un rato con Lincoln y Anya, Lexa recuperó un poco el ánimo y las fuerzas para volver a intentar acercarse a Clarke. La rubia apareció en casa después de la hora de cenar, y subió directamente a su habitación. Lexa la esperaba en su puerta.